Mujeres Jóvenes, Idolatría y el Evangelio Poderoso

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English: Young Women, Idolatry & the Powerful Gospel

© Ligonier Ministries

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Por Elyse M. Fitzpatrick sobre Familia

Traducción por Laura Coloma


Todos somos devotos habituales – es algo que hacemos sin pensar. La devoción es nuestra naturaleza porque Dios nos creó para adorarlo, y, al hacerlo, lo complacemos profundamente tanto a Él como a nosotros mismos (Salmos 16:11, 149:4). El mundo está lleno de devotos, y algunos de ellos realmente adoran a Dios. Pero la verdad es que la mayoría de nosotros adoramos ídolos.

Es fácil identificar los ídolos que existen fuera de nosotros – estatuas de Buda, carros de carrera, o casas hermosas. Sin embargo, señalar los ídolos que viven dentro de nosotros es un poco complicado. Estos ídolos de nuestros corazones son el deseo, los ideales y las expectativas que adoramos, servimos y anhelamos. Santiago 1 nos dice que estos deseos nos llevan a pecar. En Santiago 4, aprendemos que nuestros deseos son la causa de los conflictos en nuestra vida. Nuestros deseos idólatras nos llevan a pecar a fin de obtener lo que creemos que debemos tener para ser felices. Jóvenes y ancianos, hombres y mujeres por igual, todos estamos motivados por nuestros deseos profundos, nuestros ídolos.

Debido a que las mujeres fueron creadas con un llamado específico en la relación – ser ayudantes de sus esposos (Génesis 2:18) – es muy fácil para ellas idolatrar y vivir para las relaciones con hombres, ver a los hombres como la fuente de su identidad y propósito. Muchas mujeres, especialmente las jóvenes, están tentadas a verse validadas sólo si están en una relación con un hombre. Esta tendencia a idolatrar hombres se ve fácilmente en la vida familiar. ¿Cuántos conflictos han sido causados por padres que prohíben a su hija el contacto con un chico sin el cual ellas creen que no pueden vivir? Con frecuencia, lo que las chicas se ponen, con quién andan, y el tipo de medio de comunicación que utilizan están intrínsecamente ligados a ganar o mantener la atención y aprobación de los chicos. Dejando a un lado las protestas de lealtad cristiana, por lo general, la popularidad entre ciertos chicos es el dios funcional de nuestras hijas.

Por supuesto, el evangelio brinda a las mujeres jóvenes el mejor antídoto para la adoración de cualquier aceptación y aprobación humana. El antídoto es la adoración hacia el Único al cual fue creada para adorar, Jesucristo. Él, el hombre-Dios, puede convertirse en su identidad mientras escucha Su llamado a venir y adorarlo y encontrar su vida en Él en lugar de en cualquier otro hombre (Col. 3:4). Él le da la bienvenida y le asegura que, aunque ella es una idólatra, también es amada y bienvenida por el único Hombre cuya opinión realmente importa. No necesita aferrarse a ningún otro que no sea Él, pues en Él tiene todo lo que necesita (Fil. 4:19). Él es su novio. Ella está vestida con Su justicia (2 Cor. 5:21). Ella está completa en Él (Col. 2:10).

Las mujeres jóvenes, al igual que el resto de nosotros, fueron creadas para adorar. Los cantos de sirena del mundo las llevan a creer que la belleza exterior, la popularidad, y el chico perfecto las van a satisfacer, pero nunca es así – no importa cómo busque a estos dioses, ni siquiera cansándose con el hombre perfecto. Al igual que nosotros, nunca estará satisfecha adorando y sirviendo a la creación porque hay un Creador que ya reclamó Su lugar como Esposo. Él no sólo merece nuestra adoración, sino que es el Único suficientemente grande como para conquistar nuestros corazones y transformar nuestra idolatría inútil, nuestra persecución al viento, en adoración alegre. Nuestras mujeres jóvenes necesitan ser encantadas por la belleza del Rey Redentor. Necesitan escuchar Su historia, Su belleza, Su amor, Su excelencia una y otra vez para que las imágenes a las cuales se ven tentadas a adorar se vean opacadas en comparación.

Las hijas pueden empezar a aprender a identificar ídolos en sus vidas cuando los padres y los líderes admitan y confiesen abiertamente sus propias batallas con idolatrías. Cuando un padre confiesa que anhela, más de lo que quisiera, un ascenso en el trabajo (y se enoja cuando le pasan por encima una vez más) o cuando una madre admite que es adicta a hacer ejercicio de más para que ella aprueba su apariencia, una hija se sentirá libre de admitir que es esclava de la opinión de los chicos. Una mujer joven que sabe que no está sola en esta lucha por devoción pura podrá admitir más libremente su propia idolatría y escuchará más de cerca cuando sus padres hablen con el corazón empapado de humildad. Y, por supuesto, los padres pueden ayudar a sus hijas rezando para que el Espíritu Santo haga a Jesús más hermoso que nadie.

¿Hace cuánto que el corazón de sus hijas estuvo empapado en la verdad del evangelio del Grande quien dio Su vida por ella para que pueda ser libre para adorarlo a Él y descansar en Su amor acogedor? El antídoto para la adoración idólatra no se encuentra en las reglas que prohíben la idolatría. Las reglas no deslumbran y conquistan. No pueden generar adoración. No son suficientemente poderosas para transformar. ¿Qué es? La Gloria del Señor como se ve en la cara de Jesucristo. “Pero nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria.” (2 Cor. 3:18, ver también 4:6).



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