Negando la Presciencia de las Decisiones Humanas y Socavando el Nuevo Pacto

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English: Denying Foreknowledge of Human Choices and Undermining the New Covenant

© Desiring God

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Por John Piper sobre El Previo Conocimiento de Dios
Una parte de la serie Taste & See

Traducción por Javier Matus


Está sucediendo un avivamiento de una antigua enseñanza falsa. Niega que Dios pueda prever las decisiones humanas. El razonamiento es así: las decisiones son libres, y libres significa auto-creado, y auto-creado significa fuera de lo cognoscible antes de ser creado. Ni siquiera Dios puede conocer una “nada”. Y nada es lo que son las decisiones antes de que sean hechas.

Aquí abundan las presuposiciones filosóficas: 1) que la libertad significa auto-creación; 2) que las decisiones humanas son libres en este sentido; 3) que un Dios infinito no puede conocer lo no-creado; etc. Esta antigua enseñanza falsa es impulsada filosóficamente, no exigida bíblicamente. Uno de los principales exponentes de esta antigua enseñanza habla de “movimientos doctrinales que la lógica requirió y creí que la Escritura me permitió hacer”. Tú ves el orden: la lógica requiere y la Escritura lo permite. Puedes sentir que algo está fuera de orden aquí cuando la lógica es el rey que requiere y la Escritura da el endoso que cede.

El negar la presciencia de Dios de las decisiones humanas no es nuevo. Pero, a mi conocimiento, nunca ha sido afirmado por la Iglesia como una parte legítima de la ortodoxia cristiana histórica. Los calvinistas y los arminianos han afirmado históricamente la absoluta presciencia de Dios. John Calvin escribió: “[Dios] prevé los eventos futuros solo por razón del hecho que Él decretó que sucedieran”. Jacobus Arminius escribió: “[Dios] ha sabido desde la eternidad cuál persona creerá…y cuál perseverará a través de la gracia subsecuente” (Carl Bangs, Arminius, Abingdon Press, 1971, págs. 219, 352). El negar la presciencia de Dios de las decisiones humanas no ha sido parte de la ortodoxia cristiana. Estoy asombrado por la facilidad con la que su negación está siendo aprovada hoy como parte del cristianismo, por no hablar del evangelicalismo.

Entre las muchas razones para desacreditar esta renovación del antiguo error es que ataca —sin saberlo, creo— los fundamentos del Nuevo Pacto. El Nuevo Pacto fue predicho por Moisés, Jeremías y Ezequiel. Fue inaugurado y comprado por la muerte de Jesús (Lucas 22:20). Y Pablo fue un “ministro del Nuevo Pacto” (2 Corintios 3:6).

La esencia del Nuevo Pacto es que Dios se compromete a ver que el pueblo del pacto cumpla con sus condiciones de fe y obediencia. En el Antiguo Pacto de la ley dada en el Monte Sinaí, se ofreció la gracia (Éxodo 34:6-7) y se exigió obediencia. Pero para la mayoría de la gente, no fue dada ninguna gracia transformadora. “Hasta hoy Jehová no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír” (Deuteronomio 29:4).

Pero en el Nuevo Pacto la promesa es: “Les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en Mis ordenanzas, y guarden Mis decretos y los cumplan, y Me sean por pueblo, y Yo sea a ellos por Dios … Y pondré dentro de vosotros Mi Espíritu, y haré que andéis en Mis estatutos, y guardéis Mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 11:19-20, 36:27). “Daré Mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón” (Jeremías 31:33). “Pondré Mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de Mí” (Jeremías 32:40).

En otras palabras, el Nuevo Pacto es la base de nuestra esperanza de que perseveraremos en la fe y seremos salvos. Es nuestro fundamento de seguridad que Dios “[nos] guardará sin caída, y [nos] presentará sin mancha delante de Su gloria con gran alegría” (Judas 24).

Pero considera lo que le sucede a esta preciosa esperanza del Nuevo Pacto si Dios no puede prever las decisiones humanas. Todo el tejido del Pacto se deshace. Sus fundamentos se desmoronan. El Nuevo Pacto es la promesa de que Dios obrará para asegurar la santidad de Su pueblo. Eso significa que Él obrará para llevar a cabo decisiones santas en Su pueblo. Pero la antigua enseñanza falsa socava esta misma esperanza diciendo que Él no puede hacer eso, porque si lo hiciera, tendría conocimiento de nuestras decisiones, que, se dice, Él no tiene.

Por lo tanto, puesto que nuestra salvación final depende del cumplimiento de las promesas del Nuevo Pacto, y puesto que la sangre de Jesús compró el cumplimiento de estas promesas, el socavar del Nuevo Pacto es un ataque, aunque sea sin saberlo, a la cruz y a la obra del Espíritu como nuestra única esperanza de fe perseverante y salvación.

Valorando las promesas de empoderamiento del Nuevo Pacto contigo,

El Pastor John


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