No Eres Una Mujer Típica

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English: When You’re Not a Typical Woman

© Desiring God

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Por Abigail Dodds sobre Mujeres

Traducción por Celia Muñoz


No soy una mujer típica. Hablaba mi amiga de su amor por el deporte y su falta de sentimentalismo al hacer esta declaración que-irónicamente- tantas mujeres han hecho en algún momento u otro. Esto me inspiró a preguntar ¿Cuántas realmente nos consideramos una mujer ‘típica’?

¿Qué queremos decir con esto de “mujer típica”? Y, al fin y al cabo, ¿ser típica es bueno, o no?

En mis conversaciones con señoras de muchas edades, me he dado cuenta de que tenemos diferentes interpretaciones de lo que es una mujer típica, y pocas pensamos que nosotras mismas somos una de esas mujeres comunes y corrientes. Entable una conversación con una señora de su iglesia, pídale que hable sobre ella misma, que le cuente la historia de su vida. Generalmente llegará al punto en que ella le dirá que ella no es una ‘mujer típica.’ Puede ser que no pensemos que somos especiales ni únicas, pero muchas sí hemos pensado- para bien o para mal- que no encajábamos exactamente en un molde de mujer ‘común y corriente.’

Tal vez cuando niña a usted no le gustaba jugar con muñecas, y ahora sea diestra en el uso herramientas eléctricas. Tal vez no esté segura de que quiera tener hijos, o no le gusta ir de tiendas, pero sí le encanta la carpintería. Algunas mujeres tenemos sentimientos agobiantes de ser incompetentes como madre, o ineptas en la cocina, o fuimos la única muchacha que estudiaba matemáticas en su aula universitaria, o aluna vez fuimos señaladas como poco ‘femeninas.’ Pensamos que una mujer típica conversa mucho, sin embargo conozco a muchas mujeres cuyos esposos son más locuaces que ellas, y a algunas que les cuesta trabajo conectarse con otras mujeres. Hay muchísimas razones por qué algunas mujeres no se sienten ‘típicas.’ Y claro está, todo depende de lo que cada una de nosotras considera ser típica.

Algunas mujeres se alegran de ser diferentes a lo que se percibe común y corriente- y están hasta orgullosas de no serlo. Piensan que mientras más se asemejan a lo que se considera masculino, más influyentes y respetadas serán. Su opinión de lo que es ser mujer es estrecha y algo patético, por lo tanto, tiene sentido que no quieran ser así. Otras mujeres sufren y se avergüenzan de que no tuvieron un buen modelo de lo que abarca ser mujer, y ahora están dudosas de sí.

Cualquier Cosa Menos Típica

Como cristianas tenemos la verdad revelada por Dios en la Biblia para ayudarnos a navegar por este mundo, y contamos con la creación misma para darnos pista del diseño de Dios, por eso no tenemos que obsesionarnos con lo que nuestra sociedad define como ‘mujer típica.’ La meta de una mujer cristiana no es la de ser ‘típica.’ Especialmente si lo que significa ‘típica’ es el modelo que nos presenta la actual sociedad de una mujer excesivamente delgada y demasiado maquillada, manipuladora y ultra-femenina, que se derrite a la primera señal del trabajo arduo, y con el cerebro hueco. ¿A dónde está todo eso en la Biblia? Más bien, vivimos nuestra vida en Cristo y buscamos la santidad—y eso nos inspira a ser cualquier cosa menos ‘típica.’

Cuando niña, al ver a mi mamá, que era hija de un agricultor, usar una motosierra para cortar las ramas secas y cargarlas en un tráiler para llevarlas a donde se amontonaban los escombros, estaba aprendiendo lo que era ser mujer. Cuando la veía preparar la casa para las visitas innumerables y hacerles la cena, estaba aprendiendo lo que era ser mujer. Y todos los martes en la noche al oírla explicar la Biblia a los que asistían a sus estudios, aun aprendía lo que era ser mujer, simplemente porque ella era mujer y hacía todas esas cosas. Y, afortunadamente para mí, era hasta más, era una mujer cristiana.

Cuando leemos las historias de mujeres piadosas en la Biblia, lo mismo sucede—tenemos la ventaja de observar a mujeres poco corrientes enfrentar situaciones extraordinarias. Vemos a las parteras hebreas temerles más a Dios que al faraón, y así salvar a los bebés hebreos (Exodo 1:15-21). Vemos a Rahab sinceramente vincularse a Yahweh, arriesgando su vida para salvar a Su pueblo (Josué 2:1-21); a Sarah confiar que Dios le enviaría un hijo contra toda lógica (Hebrews 11:11); a Maria, una adolescente, magnificar al Señor bajo las más extraordinarias circunstancias (Luke 1:26–38) y a Prisca poner su vida en peligro por Pablo (Romans 16:3–4). Gracias a estos relatos, vemos lo que es ser mujer — no como en un recetario de lo que debemos hacer con nuestras vidas, sino como diversos ejemplos de mujeres temerosas de Dios a través de los siglos. Y nos damos cuenta de que lejos de ser ‘típicas’, debemos ser mujeres fieles en la vida y en las distintas circunstancias en que nos pone el Señor.

La Joya Máxima de la Creación de Dios

Me pregunto si todas estamos de acuerdo que la opinión que tenemos de lo que es ser mujer no tiene relevancia decisiva en lo que de hecho somos. Podemos pensar que no encajamos en el molde, pero Dios nos llama a vivir de una manera que rompe las expectativas del mundo. Por lo tanto, a pesar de sentirnos inadecuadas, el Señor nos ha hecho un regalo.Esos sentimientos no cambian la realidad. Somos mujeres. Somos mujeres y al tomar decisiones y al hacer cualquier cosa, lo hacemos como mujeres. Somos la narración patente que le muestra lo que es ser mujer a los que tenemos en nuestro medio, para bien o para mal.

Como mujeres cristianas, le mostramos a la gente como es Dios. No porque Dios sea mujer, sino porque llevamos su imagen, en Cristo estamos revestidas, y su espíritu obra en nosotras. Somos sus embajadoras—como mujeres. Damos testimonio de quien es Dios a través de lo que decimos y hacemos. Que el Señor te hizo mujer es una parte esencial del testimonio que el Señor da sobre sí mismo.

¿Cómo muestra tu vida el carácter de Dios- y la joya máxima de su creación que es la mujer- a aquellos que te rodean? Al caminar en santidad, con las peculiaridades con que Dios nos creó, dentro de las circunstancias que El amorosamente nos ha preparado, le mostramos al mundo cómo es Dios. Cuando participamos en tendencias pecaminosas, distorsionamos la imagen de Dios. Al vivir como mujeres cristianas, lo más importante que le mostramos a los que nos rodean es que no estamos atadas ni atascadas en el pecado.

Nunca estamos impotentes frente al pecado, porque el mismo poder que levantó a Jesús de los muertos mora en nosotros para renovarnos. El testimonio que damos al arrepentirnos y volvernos a Dios, es el mismísimo evangelio. Es lo más veraz que podemos mostrar con nuestra vida.

No Sea Típica

Otra cosa misericordiosa que ha hecho Dios es que ha instituido una congregación completa para mostrar su gloria. Yo estoy tan agradecida que mis hijos, además de a mí, tienen otras mujeres cristianas de quien aprender— mujeres en cuyas vidas resalta la obediencia a Dios. De esa manera mis hijos ven a mujeres fieles con destrezas en la administración de negocios, mujeres que sobrellevan una discapacidad, mujeres que son maestras de ciencia y profesoras de piano, mujeres que les gusta planchar y que son excelentes cocineras y que les encanta reír. No son comunes ni corrientes en lo que hacen, porque lo hacen para la gloria de Dios—y eso de veras es único.

Por lo tanto, cobren ánimo y sean realmente liberadas, todas ustedes mujeres ‘atípicas.’ El Señor no les pide que sean típicas. El llamado es que sean de El. Les pide obediencia indiscutible y lealtad — y esto es la demostración de amor más importante que El nos exige.

La vida obediente a Dios es una vida arriesgada que en realidad es completamente segura. Al pedir nuestra obediencia a El, a su palabra y a su diseño, igual el Señor lo hace posible a través del poder ilimitado de su hijo, nuestro Salvador.



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