No se cansen de hacer el bien

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English: Do Not Grow Weary in Well-Doing

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Por John Piper sobre Dar
Una parte de la serie Galatians: Broken by His Cross Healed by His Spirit

Traducción por Maria del Carmen Zanassi


Gálatas 6:6-10

Probablemente el peor enemigo del entusiasmo es el tiempo. Los seres humanos tenemos una gran capacidad de cansarnos de las cosas admirables. Casi todos ustedes se acordarán de algo que los haya entusiasmado recientemente, sin embargo esa alegría ya desapareció. Cuando fueron de vacaciones a la costa, el primer día la puesta de sol les pareció impresionante y los hizo tan felices que hasta se pusieron a cantar. Pero, en los últimos días de su estadía, ya casi ni lo notaban. Los que van de vacaciones se cansan de las puestas de sol, los millonarios se cansan del dinero, los niños se cansan de los juguetes y los cristianos se cansan de hacer el bien. Al principio, la emoción de dar clase ese domingo fue fuerte, pero ahora están cansados de hacer cosas buenas. Ya no sienten emoción. Al principio, se sentían puros y fuertes en el Espíritu Santo cuando manejaban la camioneta, enseñaban inglés laosiano, dirigían pequeños grupos, visitaban a los recién llegados, empezaban la lectura de la Biblia, trabajaban en el refugio de emergencia…pero ahora se cansaron de hacer el bien. La energía interior y la alegría se esfumaron. Les parece una tarea rutinaria. Se sienten desanimados.

Contenido

La Vida Eterna y la Muerte en un Estado Confuso

Gálatas 6:9 dice: “No nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo cosecharemos, si no nos desanimamos”. Por supuesto, no significa que nunca puedan dejar un trabajo y empezar otro. Si preguntan qué es hacer el bien que no nos tenemos que cansar de hacerlo, probablemente la mejor respuesta es: el fruto del Espíritu, en Gálatas 5:22, no se cansen de ser pacientes, benignos, buenos, fieles, mansos y tener dominio de sí mismos. No se cansen de manifestar su paz y su alegría en todos los actos de amor hacia sus semejantes, sus compañeros y sus familias. Para resumir, no se desanimen de ofrendar su amor porque si lo hacen la naturaleza humana los domina. Pablo dice en 5:21: “Aquellos que practican tales cosas no heredarán el reino”. O como Pablo dice en 6:8 Si dejas de sembrar para el Espíritu y siembras para tu propia carne, no cosecharás la vida eterna, sino la corrupción eterna.

Esto es muy polémico. Profundicémoslo. Lo que está en cuestión en este texto es la vida eterna, no simplemente la santificación, sino también la salvación final. Si van a ir al cielo o al infierno depende, de alguna manera, de si se cansan o no de hacer el bien. El texto va dirigido a la iglesia. Escuchen atentamente y noten como la reflexión va del versículo 8 al versículo 9: “Aquél que siembra para su propia carne, de la carne cosechará la corrupción, pero aquél que siembra para el Espíritu, del Espíritu cosechará la vida eterna”. No nos cansemos de hacer el bien, porque en el momento debido cosecharemos, si no nos desanimamos”. Cosecharán la vida eterna si siembran para el Espíritu, es decir, si no se cansan de hacer el bien. De textos como estos, puedo inferir que mi rol de pastor-maestro no es sólo un medio para la santificación de ustedes, sino también un medio para su salvación. Este texto se escribió para conducir a los virtuosos de Gálata a la salvación final, a la vida eterna. Por consiguiente, un sermón de este texto, dirigido a los virtuosos de Bethlehem, también tiene que tener como objetivo llevarlos a la salvación final o la vida eterna.

En nuestra Conferencia y en todo el Evangelismo y Fundamentalismo, se rechaza ampliamente este criterio de predicación. El año pasado, recibí una carta de un Pastor de la Conferencia, retirado, que terminaba así: “En conclusión, descubrimos que un pastor de un ministerio está limitado a la condición del creyente y no a su propia posición. Por lo tanto, nuestro amparo y rescate de las consecuencias del castigo por el pecado, no tienen ninguna relación con la predicación de un pastor”. En oposición a ese criterio de predicación sumamente generalizado, les pido que reflexionen sobre Gálatas 6:8 y 9. Como su pastor-maestro ¿debo comunicarles el mensaje de Pablo? ¿Debo hablarles de la misma manera que el apóstol le hablo a las iglesias de Gálata? ¿No es la “corrupción”, de la que habla el versículo 8, la consecuencia del castigo final por el pecado? ¿No es la “vida eterna”, que expresa el versículo 8, la liberación de esta consecuencia del pecado? De acuerdo a nuestra experiencia, ¿no dependen estas dos cosas de lo que sembremos en el Espíritu y de que no nos casemos de hacer el bien? Y si es así, ¿no debe creer un pastor que su mensaje, basado en este texto, puede ser un medio designado divinamente, para que lo hijos de Dios perseveren en hacer el bien hasta el final y así heredar la vida eterna?

Mi objetivo en esta vida es ser un maestro fiel a la Palabra de Dios, para bien de su pueblo y gloria de su nombre. No puedo ser un maestro fiel a este texto si no les digo que si se cansan de hacer el bien y se desaniman no cosecharán la vida eterna. Si abandonan el Espíritu y dependen de la carne, cosecharán corrupción. (Cf Romanos 8:13).

Sostener la Carga Financiera de los Maestros

Esto es lo que está en cuestión acá. Sigamos el desarrollo del pensamiento de Pablo que comienza en el versículo 6. Recordarán que en el versículo 2 él dijo: “Llevad los unos las cargas de los otros”. El versículo 6 da otro ejemplo de soportar una carga- es decir la carga financiera de los maestros cristianos. “Aquél al que se le enseña la palabra, que comparta toda cosa buena con el que le enseña”. Una manera de soportar las cargas de aquellos que tienen la enorme responsabilidad de enseñar en la iglesia es apoyarlos financieramente para que se despreocupen y puedan dedicarse a la oración y al estudio. Evidentemente, había algún problema con esto en Gálata. Tal vez habían tenido un buen comienzo y luego se cansaron de hacer el bien – hacer el bien sosteniendo a los ancianos que se dedican a enseñar en la iglesia. Tal vez algunos argumentaban que eran libres en Cristo y podían usar el dinero para otras cosas. “De todas maneras, ¿quién necesita que le enseñen? Sabemos bastante de la verdad. No hay mucho dinero, son tiempos difíciles”. No sabemos lo que decían, pero sí sabemos que de todas las cargas que Pablo pudo haber mencionado, eligió hablar de la carga material de aquellos que enseñan la Palabra de Dios.

Aprendió este principio de Jesús. Cuando Él envió a los 70 a predicar, les dijo que no llevaran su propia comida porque “El obrero es digno de su salario”. Pablo lo toma de 1 Timoteo 5:17-18: “Los ancianos que gobiernan bien sean considerados dignos de doble honor, principalmente los que trabajan en la predicación y en la enseñanza; porque la Escritura dice: ´No pondrás bozal al buey cuando trilla’, y, ‘El obrero es digno de su salario’”. Lo que más se asemeja a Gálata 6.6 es 1 Corintios 9:11 donde Pablo dice: “Si en vosotros hemos sembrado bienes espirituales, ¿será demasiado que de vosotros cosechemos beneficios materiales?”.

El Ministerio de la Palabra y de la Generosidad

En Gálatas 6:6 se pueden ver cuatro consecuencias las cuales voy a mencionarles brevemente. Primera: Enseñar la Palabra de Dios es algo esencial en la iglesia. No podemos conocer al Señor como deberíamos si no tenemos una enseñanza profunda. Los cultos se tornarán superficiales, los sentimientos se volverán frívolos y la obediencia perderá su vigor si no se enseñan las recomendaciones de Dios en su totalidad. Pablo lo consideraba esencial.

Segunda: Aquellos que tienen la importante responsabilidad de enseñar necesitan libertad para estudiar, meditar y orar. Investigar el significado de los textos bíblicos, descubrir la relación de ese significado con la totalidad de la revelación y considerar cómo se relaciona esto con la vida actual, semana tras semana, es tener una inmensa vocación – pero lleva mucho tiempo y esfuerzo. Una de las cosas que me hacen feliz en mi ministerio en Bethlehem es que la mayoría de ustedes lo saben y no se muestran reacios por el tiempo que necesito para estudiar. Para que ustedes lo sepan, en general, los días lunes, martes y miércoles por la mañana me dedico a orar, estudiar y meditar. Luego, la mayor parte del viernes y el sábado preparo los dos mensajes del domingo. Hay interrupciones inevitables para momentos especiales (¡como las bodas!). Es comprensible. Doy gracias a Dios por el apoyo de ustedes en mi rol en esta iglesia.

Tercera: Se tiene que pagar a los maestros pastores para que no tengan que trabajar en otra cosa para mantenerse. Alguien, como Pablo, podría renunciar a este derecho, pero aquellos a los que se les enseña la Palabra tienen que sentirse deseosos de aliviar a sus maestros financieramente. ¡Y también les agradezco por eso!

Cuarta: Cuando aportan su dinero para mantener el ministerio de enseñanza, están cumpliendo la ley de Cristo, de acuerdo al versículo 2 (ayudar a sostener las cargas de los maestros) y no se cansan de hacer el bien (de acuerdo al versículo 9) sino que se preparan para la vida eterna. Cuando Pablo dice, en los versículos 9 y 10, que no debemos cansarnos de hacer el bien y que tenemos que hacer el bien con todos, especialmente con los de la familia de la fe, al menos, lo que tiene en mente es que usemos nuestro dinero para mantener a los que enseñan la Palabra de Dios.

De Dios nadie se burla

El versículo 7 refuerza el mandato del versículo 6: “No os dejéis engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también cosechará”. Evidentemente los que no querían compartir sus bienes con sus maestros en las iglesias habían sido víctimas de alguna decepción y estaban burlándose de Dios con sus actos. Tal vez decían:”Cristo nos liberó para tener libertad. Ustedes que se privan de cosas buenas y pagan para oír la Palabra de Dios – están actuando como legalistas del Antiguo Testamento”. Entonces, en nombre de su libertad habían comenzado a satisfacer sus necesidades físicas (lo contrario de la advertencia de 5:13). Y lo que es peor, estaban tratando la Palabra de Dios con desprecio. Cuando se desprecia a Sus mensajeros, se está burlando de Dios (2 Crónicas 36: 15-16).

El texto dice: “De Dios nadie se burla”. ¿Qué significa? Significa lo mismo que cuando un padre le dice a su hijo: “¡A mí no me tienes que hablar en ese tono!”. Es decir, te vas a arrepentir profundamente de haberme hablado así. O como dice Pablo, cosecharás lo que sembraste. De Dios nadie se burla significa: Si ustedes desprecian su Palabra al no contribuir con el ministerio de la Palabra, se van a arrepentir profundamente. Pablo dice: “No os dejéis engañar”. Siempre hay un período entre la siembra y la cosecha. Pueden engañarse a sí mismos por un tiempo, creyendo que sembrar egoísmo realmente les va a producir más gozo que sembrar sacrificios por el bien de la Palabra de Dios. Pero están totalmente equivocados. “¡De Dios nadie se burla!”. La indiferencia hacia Su Palabra y el uso de los fondos, que deben ser para Dios, en indulgencias personales, se volverán contra ustedes como una avalancha.

“¿Dónde has estado?” le dice Eliseo a su sirviente Giezi.”¿No has ido a ver a Naamán por dinero? ¿No tienes más codicia en forrar tus bolsillos con oro que en glorificar al Dios de Israel? Ten en cuenta, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tus descendientes para siempre. De Dios nadie se burla. Tu codicia se ha vuelto contra ti (Cf 2 Reyes 5: 25-27). Todo lo que un hombre siembre, eso también cosechará.

“¿Dónde está tu marido, Safira?”, pregunta Pedro. “¿Vendiste el terreno en tanto? ¿Por qué despreciaste el ministerio de la Palabra, tramaste para tu propia ganancia y conspiraste para engañar al Señor? De Dios nadie se burla. Presta mucha atención, los pies de los que sepultaron a tu marido están a la puerta, y a ti también te sacarán. Tu codicia se ha vuelto contra ti” Todo lo que una mujer siembre, eso también cosechará.

Pablo dice en los versículos 6 y 7: Honramos a Dios y a su Palabra cuando aportamos nuestro dinero para el ministerio de la Palabra (en nuestro país o más allá de las fronteras) en vez de usarlo para nuestro confort, seguridad y prestigio. Pero si nos engañamos y pensamos que seremos más felices gastando el dinero en nuestros placeres privados, entonces estamos burlándonos de Dios, y nuestra codicia se estrellará contra nosotros. Cosecharemos lo que sembramos.

Sembrar para la Carne y para el Espíritu

Finalmente, el versículo 8 aclara qué es lo que realmente está en juego y nos da esperanza. “Aquél que siembra para su carne, de la carne cosechará corrupción, pero aquél que siembre para el Espíritu, del Espíritu cosechará la vida eterna”. La vida eterna es lo que está en juego por la actitud de ustedes hacia la enseñanza de la Palabra de Dios y el uso de sus bienes. En esta carta, Pablo echó por tierra esto que parece un retorno a la salvación por estas obras, pero que no lo es. Esas obras son las actitudes y las acciones de un corazón que busca lograr para sí mismo la virtud o la satisfacción y que espera que se lo considere por ese logro. Nadie puede salvarse por tales obras. Pero el amor no es la obra de la carne, sino que es el fruto del Espíritu. No enseñamos que la salvación llega por las obras cuando decimos que deben tener las cualidades espirituales para obtener la salvación final. Lo que estamos diciendo es lo que Pablo dice en Romanos 8:14 “Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios”. La genuina conversión a Cristo no es el simple acto humano de llamar Nuestro Salvador a Dios (“Muchos me dirán en ese día, ‘Señor, Señor’…pero yo les diré ‘Apartaos de mí, no os conozco’”). La conversión genuina es un acto divino, por el cual el Espíritu filial habita en nuestros corazones (Romanos 8:15; Gálatas 4:6) y nos hace odiar el pecado, amar la rectitud (Ezequiel 36:27) y tener confianza en la gracia de Cristo. Nos convertimos cuando escuchamos el evangelio, renunciamos al pecado, tenemos fe en la misericordia de Cristo y empezamos a caminar por la fe en sus promesas y su poder. Hay actitudes hacia el dinero y hacia la enseñanza de la Palabra de Dios que no pueden coexistir con la verdadera fe, que nos redime, en Cristo Todopoderoso. Por eso, Pablo dice que aunque la salvación es por la gracia a través de la fe, aún existen actitudes y actos que pueden destruirnos.

La esperanza, de la que habla el versículo 8, reside en que sólo podremos disfrutar de la vida eterna si sembramos para el Espíritu. “Aquél que siembra para el Espíritu cosechará la vida eterna”. ¿Qué significa esto? Significa que el Espíritu es el campo en el cual ustedes trabajan y del que esperan que produzca lo que van a cosechar. Si esperan que lo carnal de sus frutos, van a cosechar corrupción. Pero si ponen su atención en el Espíritu, van a tener vida. Cuando se levantan en la mañana ¿sienten la necesidad del poder del Espíritu y buscan su plenitud en la Palabra y en la oración? ¿O cuando se levantan, sienten que no tienen tiempo de buscar esa plenitud y que, además, es un día normal y no necesitan mucha ayuda? ¡Una oración en las escaleras es suficiente!

Cuando reciben el cheque de pago ¿le prestan atención al Espíritu para saber cómo darle a ese dinero el mayor provecho para el reino de Dios, o invierten el dinero en los placeres privados? Sembrar para el Espíritu significa reconocer adonde apunta el Espíritu para producir un exquisito fruto para gloria de Dios y dejar caer allí la semilla de sus recursos. Uno de los lugares en donde el Espíritu prometió dar 30, 60, 100 multiplicados, es en la enseñanza de la Palabra de Dios. Por lo tanto, sembrar para el Espíritu significa mantener a los pastores, maestros y misioneros con su dinero. Los domingos, ese pequeño sobre blanco viaja más de lo que se imaginan. No nos cansemos de hacer el bien, porque cuando llegue el momento vamos a cosechar (¡la vida eterna!), si no nos desanimamos.



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