Padres, sus hijas los necesitan

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English: Dads, Your Daughter Needs You

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Por Desiring God Staff sobre Crianza de los Hijos

Traducción por Laura Oroná

Uff.

Otra interacción difícil con nuestra hija adolescente. Tengo ganas de gritar. Mi esposa escuchaba pacientemente mi respiración; luego, de manera tranquila pero firme, me dijo las palabras que nunca olvidaré.

“Sé que estás frustrado. Lo entiendo. Pero eres el padre. Necesita más de ti. Necesita que te acerques y te quedes junto a ella.”

Estaba demasiado enojado como para responder, pero sabía que ella tenía razón.

Tiempos difíciles e importantes

Supongo que todos los padres con hijas adolescentes pueden sentirse identificados. Pueden estar preguntándose a dónde se fue esa pequeña y dulce niña. Aquella que se sentaba en tu falda, seguía tus consejos y compartía abiertamente su corazón mientras jugaban juntos con sus juguetes y cantaban “Jesus me ama”.

Pero ahora las cosas cambiaron. En un momento tu hija cree que eres el mejor papá del mundo, y al siguiente dice “no te soporto”. La confianza y la obediencia fueron reemplazadas por la desconfianza y una constante prueba de tus límites. A veces parece que solo la ves cuando necesita algo de ti.

En estos momentos es muy fácil huir. Decirte a ti mismo que lo intentaste. Retirarte amargado, enojado y herido. Convencerte a ti mismo que todo lo que puedes hacer ahora es orar y esperar.

Como alguien que ha fallado considerablemente en esta área, y sin embargo he visto a Dios obrar poderosamente, quiero animarte y desafiarte. Recordarte que Dios, su perfecto Padre celestial, te ha dado autoridad en la vida de tu hija para que seas un modelo, su padre terrenal.

Padres, sus hijas necesitan que estén cerca.

Los cimientos más importantes

Si queremos estar cerca de nuestras hijas, primero necesitamos estar cerca de nuestro Padre celestial. Debemos buscarlo como nuestro gran tesoro. A menudo, nuestras ocupaciones, desinterés, interrupciones de los niños y la presión de las redes sociales y el entretenimiento nos dificultan encontrar un tiempo adecuado con nuestro Señor. Pero necesitamos insistir, confiando en que Dios “es remunerador de los que le buscan”. (Hebreos 11:6)

Cuando perseveramos, comprenderemos junto al rey David que la misericordia de Dios “es mejor que la vida”. (Salmos 63:3) Y con el apóstol Pablo, aprenderemos a estimar “como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor”. (Filipenses 3:8) De muchas formas, madurar como padres significa simplemente conocer y experimentar más y más lo hermoso y maravilloso que es Dios.

Si bien no estoy tan cerca de Cristo como me gustaría, el deseo de acercarme a Él me transforma y transforma mi relación con mis hijas. A medida que su grandeza y su gracia para conmigo se vuelve más real, me doy cuenta que es cada vez más fácil compartir esa gracia con ellas también. Y ser el tipo de padre que ellas quieren tener cerca.

Papás, quiero insistirles en que la búsqueda de la intimidad con Cristo sea su prioridad principal. Si lo hacen, verán que después vendrá una cercanía con sus hijas.

Ocho maneras de acercarse

A medida que nuestra sed y nuestro deseo por Cristo crece, el resto de las cosas comenzarán a fluir de manera más natural.

1. Modelar gradualmente la gracia y el amor incondicional (Mateo 26:30–32; Gálatas 6:1). Si bien necesitamos que nos recuerden que nosotros, como papás, debemos ser los “parachoques” de nuestros hogares, muchos de nosotros luchamos con la dureza y el enojo. Nuestras hijas necesitan que seamos firmes con el pecado, pero aún más firmes con la gracia del Salvador.

2. Acompañarlas, conocer sus inseguridades y reafirmar a nuestras hijas (ver Jueces 6:11–18, en especial el versículo 12). Las adolescentes se sienten presionadas a verse de cierta forma, usar cierta ropa y ser amigas de “la gente correcta”. Necesitamos recordarles que, si nacen de nuevo, Jesús las ha hecho aceptables para siempre y nada puede cambiarlo.

3. Protegerlas con sacrificio (Juan 15:12–15). Nuestra cultura incita a las mujeres a vestirse de manera indecente y hallar su identidad en la aprobación de los muchachos. Es por eso que, nuestro rol de padres, creado a imagen del Gran Pastor, incluye ayudarlas a entender cómo funciona la mente de los hombres y qué vestimenta es apropiada y, especialmente, ayudarlas a encontrar su valor en Cristo.

4. Simplemente escucha (Santiago 1:19). Si bien nos tentamos a “arreglar” sus problemas inmediatamente, nuestras hijas adolescentes generalmente quieren que las escuchemos, nos preocupemos y las entendamos. Esto suele crear una atmósfera de confianza en donde podemos ofrecerles la ayuda que necesitan.

5. Cuando te equivoques, confiesa (Santiago 5:16). Si estamos firmemente arraigados en Cristo, esto será cada vez más fácil. Me impresiona la rapidez con la que se puede solucionar un desacuerdo con mis hijas con una simple pero genuina disculpa.

6. Estar presente. En casa nos distraemos fácilmente con nuestros teléfonos, la televisión y el trabajo. Sin embargo, al ver el ejemplo de Jesús, es maravilloso ver cuánto tiempo pasó con sus discípulos, y cómo les dio su completa atención. Nuestras hijas necesitan atención masculina positiva, y tenemos el privilegio de guiarlas, si estamos dispuestos a dejar de lado otras cosas y captar su atención.

7. Recuerda que Dios creó a cada una de tus hijas de una manera diferente. ¡Mis dos hijas adolescentes son tan distintas que a veces nos preguntamos si ambas son nuestras! Me encanta cómo María y Marta se acercan a Jesús con el mismo lamento luego de la muerte de Lázaro, y sin embargo Jesús les responde de manera muy diferente (Juan 11:23–35). Lo que funciona con una de nuestras hijas, puede no ayudar a la otra.

8. Tengan citas de padre e hija con frecuencia. A la mayoría de las adolescentes les gusta hablar, comer y conectarse. Hace varios meses, comencé a llevarlas (otra vez) a desayunar por separado cada dos semanas. Durante estos momentos sin distracciones, ellas suelen abrir su corazón en formas que no lo hacen en casa y vuelven sintiéndose especial. ¡Y lo son!

Con la ayuda de Dios, ¿cuáles son los pasos que podrías seguir para acercarte a tu hija durante estos años cruciales de su adolescencia?


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