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English: Restful Words for Labor Day

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Por John Piper sobre Estimulo
Una parte de la serie Summer Psalms

Traducción por Sebastián Varas


Salmos de verano

Mensaje dominical

Salmo 23

Probablemente esta sea una versión del salmo 23 que nunca hayas escuchado. (Recita el salmo en alemán). La razón por la que conozco el salmo en alemán es porque lo he recitado miles de veces mientras andaba en bicicleta desde nuestro departamento en at Preysingstrasse 22 hasta la Universidad Ludwig-Maximillians de Munich, donde estudié desde 1971 a 1974. Recuerdo, en esos últimos meses mientras ya comenzaba a sentirme nervioso por los exámenes orales, como iba a casa al atardecer, atravesando los verdes Jardines Ingleses y el río Isar, mientras recitaba: “En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a aguas de reposo me conduce”.

No me recitaba el salmo una y otra vez, día tras día, para mejorar mi alemán sino porque sentía que al recitar este pasaje de las Escrituras, también lo vivía. El salmo mismo era una verde pradera, el salmo mismo era agua fresca, el salmo mismo fortalecía mi alma. Día tras día, lo vivía, lo consumía, lo bebía, y estaba seguro que en cada momento se hacía realidad: El Señor era mi Pastor, nada me faltaba.

El salmo es muy personal. No hay un “nosotros” o “ellos”, tan sólo hay "mi", "a mí", "yo", "él" y "tú". Es una experiencia personal desbordante de David con Dios. Una de las razones por la que nos gusta tanto este salmo es porque todos estamos así sedientos de una experiencia tan auténtica con Dios, y un testigo personal que ya la haya vivido nos acerca más a nosotros. Así que, en el espíritu del salmo, pensé en meditarlo contigo y destacar unos puntos que han tenido una gran importancia para mí a nivel personal.

Contenido

Teología y oración

En primer lugar, aprendí algo de la estructura del salmo. En los tres primeros versos, David se refiere a Dios en tercera persona: "El Señor es mi Pastor . . . Él me hace reposar . . . me conduce . . . restaura mi alma”. En los versos 4 y 5, David se refiere a Dios en segunda persona: “Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque estás conmigo, tu vara y tu cayado me infunden aliento”. En el verso 6, vuelve a la tercera persona: “y en la casa del Señor moraré”. La lección que he aprendido de la estructura de este salmo es que es mejor no hablar mucho de Dios sin hablar a Dios. Todos los cristianos son, cuanto menos, teólogos principiantes, es decir, personas que intentan entender el carácter y las maneras de Dios y luego describirlas con palabras. Si no fuéramos pequeños teólogos, entonces no podríamos hablar de Dios entre nosotros y no sería de gran ayuda para nuestra fe.

Pero lo que aprendí de David en el Salmo 23 y otros salmos es que debería mezclar mi teología con la oración. Debería dejar de hablar tanto de Dios y hablar más con Dios. No muy lejos de la afirmación teológica “Dios es generoso”, debería seguir la oración “Gracias, Dios”. Al terminar la frase “Dios es digno de gloria”, debería seguirle la alabanza “Adorado seas”. Me he dado cuenta que esa es la forma en que deberíamos actuar si sentimos a Dios en nuestros corazones tal como lo pensamos en nuestra mente. Así que hasta la estructura del Salmo 23 parece brindarnos una experiencia profunda de Dios, haciéndonos unir la teología y la oración mientras lo leemos.

Los valles nos acercan a Dios

Pero eso no es todo lo que aprendí de su estructura. Me pregunté: “¿Por qué David cambia de persona precisamente en el cuarto verso: de “él” a “tú”? ¿Por qué no continúa diciendo: “Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Él está conmigo, su vara y su cayado me infunden aliento”? Creo que el cambio a una segunda persona más íntima cuando entra en el valle de sombra de muerte es una experiencia universal entre los hijos de Dios, en realidad, entre todos los hombres (de una u otra forma). Las dificultades de la vida nos acercan a Dios. Tendemos a hablar más de Dios cuando estamos en verdes praderas y a clamar a Dios cuando entramos en un lugar tenebroso.

Todos sabemos que es verdad. Tengo un amigo que se llama Jeff VanVonderon que solía decirme en la escuela dominical: “Aprendí a confiar en Dios sólo cuando atravesaba momentos difíciles, nunca cuando estaba bien”. Pregúntale a June Backlin cómo su experiencia actual ha impactado en su relación con Dios. Me contó que nunca antes se había sentido tan cerca de Él. Le pregunté: “¿Por qué no aprendemos qué tan frágiles somos y qué tan grande es Dios antes de entrar en el valle crítico?”

Creo que el comentario de Jeff es una exageración: si que aprendemos algo sobre la fe en tiempos de calma, aprendemos a ser agradecidos. Pero Jeff tiene razón y casi todas nuestras experiencias lo confirman: los momentos difíciles son los que nos acercan a Dios. Son las crisis de vida y muerte que convierten afirmaciones teológicas como "Dios da gracia al humilde" en peticiones como "Oh, Dios mío, ayúdame, me siento triste".

Y de esto, aprendemos que así como podríamos llegar a enojarnos y rechazar a Dios en el valle, también hay un peligro mayor en las verdes praderas de satisfacerse con el pasto y olvidar al pastor. En la oscuridad nos abrazamos de su rodilla y en el día, tendemos a irnos para cualquier lado. Como decía Santiago: “Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas”.

Todo lo que es bueno para nosotros

Eso es lo que aprendí al analizar la estructura del Salmo 23. La otra ayuda vino de la frase "Nada me faltará". Por mucho tiempo, malinterpreté el significado de la palabra "faltará" ya que en el inglés de hoy día, la frase parece decir "No desearé". Pensé que David decía que cuando Dios es tu pastor, ya no tienes el deseo de querer algo más. Pero después, al ver la palabra en hebreo, descubrí que los traductores no querían decir eso, sino que el sentido era el de "no quedar insatisfecho": "No quedaré insatisfecho por nada".La traducción literal, menos ambigua, sería "El Señor es mi pastor, no tendré necesidad". Bueno, eso resolvía un problema ya que yo aún tenía deseos(de comida, de trabajo, de mis hijos, de Dios). Pero creaba otro: El Señor es mi Pastor, nada me faltará. ¿Qué interpreto por nada?

¿Alguna vez les ha faltado algo a las ovejas de Dios? No tenemos que salirnos del salmo para saber que sí. Cuando las ovejas caminan por el valle oscuro, les falta luz y creo que les falta las verdes praderas y el agua fresca. El sentido común nos dice que no importa qué tan bien vayan las cosas, siempre te faltará algo. Las bendiciones tienen que esperar su turno. Por eso, creo que David intenta decirnos que al rebaño de Dios (y no todos estamos en él, sólo los que confiamos en Dios) nunca le faltará nada que el Pastor crea que es bueno para ellas.

Esto se confirma al analizar el cuarto verso que habla sobre caminar por el valle de sombra de muerte. La imagen aquí es de una situación de extremo peligro que podría acabar con la vida de la oveja si el pastor no estuviese ahí para protegerla y guiarla con su vara y su cayado. Pero, ¿porqué una oveja atravesaría semejante lugar? No es porque se alejó para pecar; ese no es el punto aquí, ya que imaginamos que el pastor acompaña a la oveja sin arrastrarla a la pradera que dejó atrás. No, la oveja atraviesa ese valle porque el pastor la guía por ahí. La relación entre el tercer y cuarto verso lo reafirma: “me guía por senderos de justicia por amor de su nombre. Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo”. El camino por el valle también es uno de los senderos de justicia por el que Dios nos guía.

Pero, ¿por qué un pastor guiaría a su rebaño por un valle lleno de amenazas de muerte y peligro? ¿No sería la única respuesta "Para llegar a un lugar mejor" posible? El poema más largo que escribí se llama "Ciénaga". Es acerca de una alegría desbordante de Noël y mía que tuvimos antes de que nuestros hijos nacieran, cuando fuimos de camping a las montañas de San Bernardino. Seguimos un mapa y nos metimos en un camino complicado que se volvía más angosto y accidentado, cruzamos un par de arroyos y giramos al borde de la montaña. Era muy peligroso, totalmente desconocido y no podíamos volver de ninguna manera. ¿Por qué nos metimos en semejante camino? Una razón: El campamento Ciénaga estaba al final de ese camino. Y valía la pena. Dios sabe que las verdes praderas para sus ovejas no están una al lado de la otra, sino separadas a menudo por tierras traicioneras.

Así que aprendí del verso 4 que me pueden faltar muchas cosas si sigo al pastor, pero nunca me faltará nada que el pastor crea que es bueno para mí. Como dice el Salmo 84,11: “Nada bueno niega a los que andan en integridad”. O como dijo Pablo en Filipenses 4:19, “Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”.

Consuelo para el alma

La próxima frase que me ha alentado mucho es “Restaura mi alma”. Esto puede significar que Él hace volver mi alma del pecado o que la refresca cuando estoy seco y sin vida. La misma frase está presente en Lamentaciones 1,16: “Por estas cosas lloro yo; mi ojo, mi ojo derrama agua, porque lejos de mí está el consolador, el que reanima mi alma”. La idea del consuelo también está en el Salmo 23, verso 4: “Tu vara y tu cayado me infunden aliento”. Así que sería mejor pensar en el consuelo del alma en vez de la corrección moral.

Como dice Proverbios 18:14, “El espíritu del hombre puede soportar su enfermedad, pero el espíritu quebrantado, ¿quién lo puede sobrellevar?” Si nuestro corazón es fuerte en el Señor y nuestra alma se reanima, entonces podemos soportar el dolor físico. Pero si nuestro espíritu está débil y nuestros corazones abatidos, nuestra alma está pinchada como una pelota desinflada y,¿qué podemos hacer? La misma voluntad está dañada y la bandera de nuestros sentimientos colgada ahí, sin viento alguno que la sople. Todo creyente ha pasado por esto. Yo también, por supuesto.

He intentado analizar lo que necesito en esos momentos. Creo que puedo resumirlo en tres puntos. Primero, necesito una sensación de liberación de las preocupaciones llenas de ansiedad que me hicieron sentir desesperanzado. A veces, las demandas sobre nuestra mente y tiempo, junto con los obstáculos agravantes para hacerlo todo, son como correas que aprietan el alma y que le sacan todo el color a la vida. Necesito sentir que esas correas se rompen y poder tragar un buen sorbo de esperanza. En segundo lugar, necesito ver algo hermoso. No voy a hablar demasiado sobre esto porque ya lo haré dentro de dos semanas con el Salmo 19. Pero al menos esto: todos hemos sentido el poder sanador de la naturaleza. He llegado a pensar que explotaría de gozo al pararme en el pico del Rancho Bear Trap y observar la inmensidad del Colorado. La vista de una belleza estupenda restauró mi alma. Por último, necesito sentir la realidad de un enorme poder exterior inundando mi interior. Dios nos creó para que seamos portadores de una eterna y poderosa corriente de vida que viene de Él. Por eso, la única manera satisfactoria para restaurar el alma proviene de Dios. Si intentamos hacer de la naturaleza nuestro Dios, nos defraudará. Algún día, Dios va a enrollar el cielo como si fuera una alfombra y nos va a mostrar lo verdadero.

Hasta ese momento, deberíamos contemplar siempre la Palabra de Dios junto con la naturaleza. Como dice el Salmo 19:7: “La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma”. Nada, ni siquiera la naturaleza, puede terminar con las ansiedades del alma, sólo las promesas de Dios. Ni el Valium ni ningún otro tranquilizante puede compararse a escuchar a Dios decir: “ea vuestro carácter sin avaricia, contentos con lo que tenéis, porque El mismo ha dicho: Nunca te dejare ni te desamparare, de manera que decimos confiadamente: El Señor es el que me ayuda; no temeré. ¿Qué podrá hacerme el hombre?” (Hebreos 13:5-6). No acudas a las drogas para restaurar el alma, acude a Dios, a su Palabra de promesa, a sus obras de belleza.

Bueno, este es el comienzo de lo que he aprendido del Salmo 23. En primer lugar, sobre su estructura: que no debemos hablar tanto de Dios con nuestras mentes sino voltearnos y hablarle a Dios con nuestros corazones. Debemos hacer surgir más oración de la teología. Y además: es en los tiempos difíciles cuando más nos acercamos a Dios y convertimos afirmaciones teológicas sobre la misericordia de Dios en gritos desesperados de ayuda. En segundo lugar, de las palabras: "Nada me faltará", aprendí a confiar en Dios no por los posibles y futuros placeres sino por todo lo que sería bueno para mí: "Nada bueno niega a los que andan en integridad". Y aún los valles de sombra de muerte son caminos a praderas más verdes. Y en último lugar, de las palabras "Restaura mi alma", aprendí a esperar en Dios en mis periodos de depresión y falta de vida, y a buscar esperanza, belleza y el poder en su creación, pero principalmente en su Palabra.


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