Poner nuestras mentes en las cosas de arriba en verano

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English: Setting Our Minds on Things Above in Summer

© Desiring God

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Por John Piper sobre Santificación y Crecimiento
Una parte de la serie Taste & See

Traducción por Katie Muirhead


Pensamientos de Colosenses 3:1-2

Publicado originalmente en A Godward Life (Multomah, 1997).

Si pues habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra (Colosenses 3:1-2).

Cada temporada es la de Dios. Pero el verano tiene un poder especial.

Jesucristo es refrescante, pero huir de él hacia un estado placentero sin Cristo hace que el alma se reseque. Al principio puede sentirse como libertad y diversión escatimar en la oración y abandonar la Palabra. Pero entonces pagamos: la superficialidad, la impotencia, la vulnerabilidad al pecado, la preocupación por vanidades, relaciones superficiales, y una pérdida alarmante de interés en la adoración y en las cosas del Espíritu.

No dejes que el verano haga que tu alma se reduzca. Dios hizo el verano como un anticipo del cielo, no un sustituto. Si el cartero te trae una carta de amor de tu prometido, no te enamores del cartero. Eso es lo que es el verano: el mensajero de Dios con una carta de amor soleada, tan verde como los árboles, como una flor que está floreciendo, y como un lago brillante para mostrarnos lo que está planificando para nosotros en el siglo venidero – “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9). No te enamores del preestreno del video y luego encontrarte incapaz de amar la realidad por venir.

Jesucristo es el centro de restauración del verano. Él es preeminente en todas las cosas (Colosenses 1:18), incluyendo las vacaciones y días de campo y softbal y los largos paseos y barbacoas. Él nos invita en el verano: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Esto es un refrigerio verdadero.

¿Queremos esto? Esa es la pregunta. Cristo mismo nos da en proporción a cuánto queremos su refrigerio. “Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jeremías 29:13). Una de las razones para dar al Señor una atención especial en el verano es para decirle “Queremos todo tu refrigerio. Tenemos muchas ganas de ello.”

La palabra de Pedro para nosotros es: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor, tiempos de refrigerio” (Hechos 3:19). El arrepentimiento no es sólo el abandono del pecado, sino también volverse hacia el Señor con el corazón abierto y expectante y sumiso.

¿Qué clase de mentalidad del verano es este? Es la mentalidad de Colosenses 3:1-2, “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.”

En el verano la tierra está muy presente entre nosotros. ¡Y es la tierra de Dios! Pero todo es preludio del verdadero drama de los cielos. Se trata de un anticipo del banquete real. Es un preestreno del video de la realidad de cómo será el verano eterno cuando “La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera” (Apocalipsis 21:23). Así que, como ves, el sol del verano es una simple señal al sol que será: la gloria de Dios. El verano es para ver y mostrar eso. ¿Tendremos ojos para ver? ¿Quieres ojos para poder ver? Señor, permítenos ver la Luz más allá de la fogata.


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