Por el amor de Dios, volumen 1/22 de abril

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Sobre esta Traducción
English: For the Love of God, Volume 1/April 22

© The Gospel Coalition

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Por D.A. Carson sobre Vida Devocional
Capítulo 114 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1

Traducción por Luximar Arenas Petty


22 DE ABRIL

Levítico 26; Salmos 33; Eclesiastés 9; Tito 1

UNO DE LAS CARACTERÍSTICAS COMUNES de los antiguos tratados de soberanía -tratados entre una región súper poderosa y un estado vasallo (ver 13 de marzo)- era alguna sección cerca del final que describía las ventajas del cumplimiento y los riesgos del incumplimiento. Inevitablemente, estas bendiciones y maldiciones eran principalmente prometidas a los estados vasallos.

En muchos aspectos, Levítico 26 refleja este modelo antiguo, prometiendo bendiciones para la obediencia (esto es, por cumplimiento con el pacto) y castigo para la desobediencia (por ejemplo, por incumplimiento con el pacto). El modelo se repite, un tanto modificado, para la renovación del pacto en Deuteronomio (especialmente ver Deuteronomio 27-30).

No debemos pensar en las alternativas ofrecidas en este capítulo como promesas hechas a simples individuos, aún menos como un simple plan para obtener vida eterna. Que las promesas no son individualistas se demuestra por la naturaleza de muchas bendiciones y maldiciones. Cuando Dios envía lluvia, por ejemplo, el no la envía a individuos específicos, sino a regiones, en este caso a la nación, la comunidad del pacto; y de igual manera Dios envía plagas, o envía a su pueblo al exilio. La misma evidencia muestra que lo que está en juego no es en primer lugar obtener la vida eterna, sino el bienestar de la comunidad del pacto en términos de las bendiciones prometidas a ellos.

No obstante, podemos reflexionar en dos de las muchas similitudes entre estas sanciones del antiguo pacto y las que aún corresponden bajo el nuevo pacto.

Primero, se requiere aún la obediencia en el nuevo pacto, aún cuando algunas de las estipulaciones a ser obedecidas hayan cambiado. Por lo tanto no es una sorpresa que Juan 3:36 contrasta la persona que es creyente en el Hijo con uno que lo (NVI: rechaza) desobedece. Aquellos quienes persisten en pecado flagrante se les dice específicamente que serán excluidos del reino (1 Corintios 6:9-11). El Apocalipsis repetidamente contrasta aquellos “vencederos” (esto es, en fidelidad a Cristo Jesús) con aquellos que son cobardes, incrédulos, abominables (por ejemplo, Apocalipsis 21:7-8). La razón fundamental es que el nuevo pacto prevé una nueva naturaleza. Aunque no alcanzamos la perfección hasta la consumación, una falta de transformación absoluta bajo los términos de tal pacto es inconcebible. El resultado es que el juicio es descrito tanto en incredulidad y en desobediencia, los dos están interrelacionados.

Segundo, una de las características llamativas impactantes de los castigos enumerados en Levítico 26 es como Dios gradualmente los intensifica, culminando en el exilio finalmente. Muerte, sequia, retrocesos militares, plagas, el hambre atroz de condiciones de asedio (26:29), e incluso un temor soberanamente inducido (26:36) todo tomo su cuota. La paciencia del Señor con los que violan el pacto, por generaciones de juicio demorado, es enorme. Pero la única solución real es la confesión del pecado y la renovación del pacto (26:40-42).


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