Por qué Dios debe permitir que su pueblo entre al cielo
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Mark Jones sobre Seguridad de la Salvación
Traducción por Carlos Diaz
Tres razones
Todos los cristianos desean estar en el cielo, pero no estamos siempre seguros precisamente de la razón por la cual podamos tener confianza de entrar al cielo.
Existen tres razones por la que Dios debe permitir a sus santos entrar al cielo: el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Con cada persona está una de las tres bendiciones a las que los teólogos frecuentemente prestan atención: justificación, adopción, y santificación.
Estas tres bendiciones, y su peculiar relación con cada persona en la sagrada Trinidad, nos brinda una garantía estupnda respecto a si Dios nos recibe en el cielo cuando morimos.
1. Estamos justificados en el Hijo
Primero, con respecto al Hijo, estamos justificados sólo mediante la fe. Esto quiere decir que no solo nuestros pecados son perdonados, sino que, mediante la fe, recibidos la rectitud de Cristo mediante la imputación de la gracia de Dios.
En otras palabras, podemos pararnos ante el tribunal de Dios con tanta seguridad de nuestra rectitud como Cristo lo hace ante el Padre. No porque Dios acepta nuestra imperfección, sino porque Dios demanda la perfección de todos que entren a la vida, y en Cristo poseemos una rectitud perfecta mediante la imputación. Esta es la razón por la que la justificación no puede revocarse. Esta es la razón por la que no podemos perder nuestra salvación.
Por esta razón, tenemos el título del cielo como Cristo mismo porque poseemos su rectitud.
Dios tendría que excomulgar a su propio Hijo para no permitirnos entrar al cielo.
2. Somos templos del Espíritu Santo
Segundo, con relación al Espíritu, somos templos del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19).
Los Cristianos “no estamos en la carne sino en el Espíritu. . . . Cualquiera que no tenga el Espíritu de Cristo, no pertenece a Él” (Romanos 8:9).
Nuestra identidad simplemente no es que estemos en Cristo, sino que estemos llenos del Espíritu en Cristo. Ya que estamos unidos a Cristo, también estamos unidos al Espíritu Santo, que es “el Espíritu de Cristo” (Romanos 8:9). La obra del Espíritu en nosotros en esta vida no alcanza la perfección, pero todavía es su obra.
Para que Dios tenga que prohibir a sus santos del cielo, tendría que excomulgar el Espíritu. A la inversa, si el Espíritu es bienvenido en el cielo — y ciertamente lo es y tiene que serlo —, entonces nosotros que poseemos el Espíritu seremos bienvenidos en el cielo.
3. Somos hijos del Padre
Finalmente, respecto al Padre, somos hijos de Dios (1 Juan 3:2).
En adopción, pertenecemos a la familia de Dios. Dios es nuestro Padre. Albergamos el nombre de nuestro Padre (Apocalipsis 3:12). El cuidado paternal de Dios está con nosotros para que así él se sienta responsable de nuestro bienestar.
En 1 Timoteo 5:8, Pablo dice, “el que no se ocupa de los suyos, sobre todo si conviven con él, ha renegado de su fe y es peor que un infiel”. Esto también es verídico para Dios el Padre. Cuando morimos, Dios es responsable de nuestro bienestar.
Para que Dios tenga que prohibir a sus hijos del cielo, tendría que excomulgarse él mismo. Por un buen padre que nunca puede alejarse de sus hijos.
Por qué deberían estar confiados
Algunas veces podemos aislar nuestras bendiciones del enfoque de la Trinidad que ellas demandan. ¿Pueden pensar otras tres razones más grandes por las que Dios debería permitirnos entrar al cielo que el simple hecho que cada persona de la Trinidad tendría que ser excomulgado por nosotros para ser prohibidos de la gloria?
Así que, ¿por qué usted debería, como Cristiano, estar confiado de entrar al cielo? Por el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Amén.
El Cielo es el trono de Dios, donde Cristo está sentado en el poder del Espíritu, en gloria (Isaías 66:1; Salmos 110:1; Hechos 2:33). Dios no abandonará el cielo, y por tanto, no permitirá que su pueblo termine en otro lugar de donde Él esté.
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