Por qué la unidad cristiana es tan difícil

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English: Why Is Christian Unity So Hard?

© Desiring God

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Por Jon Bloom sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Andrea Llave Nuñez


¿Por qué es tan difícil la unidad en la iglesia? Si eres como yo, esta pregunta puede sacar algunas lágrimas.

Mencionar las lágrimas ya te dice que no estoy hablando de desunión en la iglesia en general. Estoy hablando de la desunión en las iglesias que conocemos y amamos, y entre los cristianos que conocemos y amamos.

Y en su mayor parte, no estoy hablando de desunión alimentada por desacuerdos de nivel superior sobre doctrinas cristianas primarias (las que definen los límites del cristianismo) o incluso doctrinas secundarias (las que definen, digamos, los límites de una denominación). Estoy hablando del tipo de desunión mucho más común alimentado por la variedad interminable de conflictos que rompen las relaciones, e incluso iglesias enteras, porque los cristianos de verdad y sinceros no logran "[soportarse] unos a otros en amor" de manera humilde, amable y paciente; y dejan de "esforzarse por mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" (Efesios 4:1–3).

Si eres como yo, ya has visto demasiado de esto, y te preguntas, a veces con lágrimas, "¿Por qué es tan difícil la unidad en la iglesia?"

Pero, si eres como yo, esta pregunta pudo también revelar suposiciones equivocadas que tenemos sobre cómo se supone que debe ser la unidad cristiana. Encontré algo latente detrás de mi pregunta (y no creo que sea inusual aquí) y fue esta suposición: que la unidad entre los cristianos que aman y confían en Jesús, que están llenos de su Espíritu y en gran medida de acuerdo teológicamente, no debería ser tan difícil. En lo superficial parece razonable. Pero una suposición razonable no la convierte en correcta, especialmente cuando la Biblia no la apoya.

Contenido

La unidad siempre ha sido difícil.

No me malinterpreten: Dios es todo para la unidad entre los hijos y las hijas de Dios. Las escrituras describen la experiencia de la unidad como “buena y agradable” (Salmos 133:1), y ordena a todos los cristianos que la persigan diligentemente “siendo del mismo sentir, conservando el mismo amor, unidos en espíritu, dedicados a un mismo propósito” (Filipenses 2:2).

Pero en ninguna parte en la Biblia Dios promete que la búsqueda de la unidad, incluso entre cristianos verdaderos, llenos del Espíritu, sinceros, no será tan difícil como a menudo lo es - así como no promete que luchar contra nuestro pecado interno no será tan difícil como a menudo lo es, o que el sufrimiento no será tan devastador como lo es, o que todo el esfuerzo del amor cristiano (del cual la búsqueda de la unidad es un aspecto) no será tan costoso y humanamente imposible como lo es.

En todo caso, el hecho de que el Nuevo Testamento registre a tantos cristianos luchando y fallando en ser unificados debería hacernos pensar que la unidad es cualquier cosa menos fácil. Solo necesitamos leer las cartas de Pablo para ver esto. Aquí hay solo una pequeña muestra de la frecuencia con la que aborda el tema de la unidad:

Podría multiplicar los ejemplos. Es por eso que digo que la Biblia no apoya nuestras suposiciones de que la unidad cristiana no debería ser tan difícil de alcanzar y mantener. Ha sido así de difícil desde los primeros días de la iglesia.

Por qué es difícil la unidad

De acuerdo, así que Dios no promete que la unidad no será difícil — y, aparentemente, siempre ha sido difícil. Pero eso todavía nos deja con la pregunta: "¿Por qué es tan difícil la unidad en la iglesia?"

Hay, por supuesto, un sinfín de factores. Tenga en cuenta que en cualquier momento una iglesia puede estar en lucha contra huestes espirituales de maldad (Efesios 6:12), o tener lobos infiltrados vestidos de ovejas (Hechos 20:29), estar plagada de “rivalidades, disensiones, sectarismos” mezcladas con incrédulos que piensan que son cristianos (Gálatas 5:19 - 21), intentando tentar a los creyentes no maduros y engancharlos en fervientes peleas (1 Corintios 3: 1-4), y así sucesivamente.

Pero voy a dar dos razones importantes de alto nivel que deducimos de las Escrituras de por qué la unidad en la iglesia es tan difícil como lo es — de hecho, por qué, para nuestro gozo final y su gloria, Dios la diseñó para ser tan difícil como es.

Nuestra unidad nos perfecciona

La Escritura nos dice que Jesús “mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia” (1 Pedro 2:24). En otras palabras, el reemplazo de Jesús, la muerte expiatoria compró el regalo del perdón (él "llevó nuestros pecados") y el regalo de nuestra santidad ("para que podamos morir al pecado y vivir para la justicia"). Nuestra santidad es un don de la gracia de Dios. Lo que significa que cualquier cosa que Dios se proponga transformarnos en la semejanza de su santo Hijo es un gran regalo. Pero los regalos que santifican tienden a llegar en paquetes dolorosos, porque el aprender a morir al pecado y vivir para la justicia es casi siempre difícil y a menudo doloroso.

Es por eso que "mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" (Efesios 4:3) suele ser difícil. Pablo dice que requiere que “en cuanto a vuestra anterior manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos” - morir al pecado - “y que seáis renovados en el espíritu de vuestra mente, y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad.” - vivir para la justicia (Efesios 4: 22-24). Nuestra búsqueda de la unidad está diseñada para darnos muchas oportunidades de morir a nuestro propio pecado y soportar el pecado de los demás.

Nuestra unidad exalta a Cristo

¿Qué imagen te viene a la mente cuando escuchas las palabras de Jesús: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros” (Juan 13:35)? Tiendo a imaginar algo así como una comunidad cristiana idílica de amor — un tipo de comunidad cristiana que nunca he visto, ni en las Escrituras, ni en esos dulces primeros capítulos de Hechos.

¿Qué imagen tenía Jesús en mente? Podemos verlo en el versículo anterior: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros.” (Juan 13:34). Jesús estaba a punto de “dar su vida por sus amigos” (Juan 15:13). Y él le dijo a sus amigos (todos nosotros) que se amen unos a otros “como yo os he amado.” Jesús visualizaba una comunidad cristiana con forma de cruz donde el amor sacrificial unos a otros con frecuencia requiere tomar “la forma de siervo,” tomar su cruz, y “con actitud humilde considerar al otro como más importante que a sí mismo” (Filipenses 2:3, 7).

La búsqueda de la unidad es difícil porque el amor de Dios tiene un precio. El amor de un Padre y un Hijo se mostró de forma clara y en su punto máximo posible en la cruz, por lo que nuestro amor por los demás está diseñado para mostrar públicamente el amor divino en el mundo. “En esto conocemos el amor: en que Él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos” (1 Juan 3:16). Así es cómo toda la gente sabrá que somos discípulos de Jesús.

Nunca te rindas

La búsqueda de la unidad cristiana en la iglesia local es un gran llamado. Es un medio para nuestro crecimiento hacia la semejanza de Cristo a través de la santificación, y es un medio para proclamar el amor sobrenatural de Cristo al demostrar este amor sobrenatural en un mundo hambriento de amor.

Puede ser una búsqueda dolorosa al ver la frecuencia con la que fallamos. Pero mantengámoslo en perspectiva. No es menos sorprendente que con demasiada frecuencia no mantenemos la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, que con demasiada frecuencia no permanecemos continuamente en Jesús (Juan 5:14), luchamos por la santidad (Hebreos 12:14), oramos sin cesar (1 Tesalonicenses 5:17), amamos a nuestros enemigos (Lucas 6:27), bendecimos a los que nos persiguen (Romanos 12:14), o contamos todo como gozo cuando experimentamos varias pruebas (Santiago 1:2).

No permitamos que nuestros fracasos en obedecer se conviertan en excusas para seguir desobedeciendo. Pongamos la gracia de Dios de 1 Juan 1:9 en exhibición pública al confesar y arrepentirnos de nuestros pecados y recibir el perdón de Dios y de los demás. Y luego pongamos en evidencia el amor tenaz y misericordioso de Dios al decidirse por nunca darse por vencido, "en la medida en que dependa de [nosotros]" (Romanos 12:18), buscando "mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz".

La unidad cristiana es un gran llamado, y un llamado difícil. De hecho, es imposible sin “la ayuda del Espíritu de Jesucristo” (Filipenses 1:19), porque sin él no podemos hacer nada (Juan 15:5). Pero así es como se supone que debe ser. Porque la unidad no se trata de cumplir nuestras expectativas idílicas, sino de mostrar la realidad del amor redentor y santificador de Dios.


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