Por qué la voluntad de Dios no siempre es clara

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English: Why God’s Will Isn’t Always Clear

© Desiring God

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Por Jon Bloom sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Felix Rigaud


Si Dios quiere que "andemos como es digno del Señor, agradándole en todo" (Colosenses 1:10, LBLA), ¿por qué no nos da una guía más específica en nuestras decisiones?

Contenido

El espontáneo 95%

Considera todas las decisiones que tomas durante un día típico. La mayoría son rápidas y espontáneas. John Piper estima "que un buen 95% de [nuestro] comportamiento no lo premeditamos [nosotros]. Es decir, la mayoría de [nuestros] pensamientos, actitudes y acciones son espontáneos". Es verdad. Y es un poco desconcertante cuando lo piensas. La mayoría de las decisiones que terminan convirtiéndose en los ladrillos del edificio de nuestras vidas son simplemente "derrames de lo que hay adentro".

Incluso si nos detenemos y oramos acerca de tales decisiones, es muy raro que podamos discernir la dirección específica de Dios con respecto a lo que deberíamos usar, qué o dónde deberíamos comer, si deberíamos responder a esta instancia del pecado de nuestro hijo con corrección o tolerancia, si deberíamos posponer esa tarea que lleva mucho tiempo hasta mañana, o si deberíamos revisar nuestro correo electrónico nuevamente.

El masivo 5%

Pero, ¿qué pasa con el otro 5% de nuestras decisiones?

Algunos de ellas son de inmensa importancia y dan forma a la vida. ¿Debería casarme con esta persona? ¿Cuánto dinero debería dar y dónde? ¿Cuánto deberíamos ahorrar para la jubilación? ¿Deberíamos adoptar un niño? ¿Debo seguir una vocación diferente? ¿Deberíamos escoralizarlos en casa o no? ¿Debo seguir con la quimioterapia o un tratamiento alternativo contra el cáncer? ¿Deberíamos comprar esta casa? ¿A qué universidad debería asistir? ¿Es hora de poner a mi padre anciano en un hogar de ancianos? ¿Debo ir al campo misionero?

¿No deberíamos esperar que Dios nos dirija más explícitamente en estas cosas?

Un diseño de ocultación

La respuesta es no, no necesariamente. ¿Por qué? Bueno, la respuesta corta es porque Él es Dios, y nosotros no. "Es la gloria de Dios encubrir una cosa" (Proverbios 25:2). Su sabiduría y conocimiento son insondablemente profundos, sus juicios y sus caminos son inescrutables (Romanos 11:33). Teniendo en cuenta todos los factores en juego en el universo, es probable que no exagere el hecho de que haya miles de millones de razones por las cuales Dios dirige el curso de nuestras vidas, y prefiere llevar a cabo sus propósitos de maneras que confunden, sorprenden y humillan a los humanos, ángeles, y demonios.

Hay una tremenda gloria que Dios muestra cuando, sin inclinar la mano por anticipado hacia nosotros, de repente reconocemos que Él estaba haciendo su voluntad en todo momento cuando no podíamos verlo. Y también es misericordioso para ocultarnos información que Él sabe que no estamos listos para saber, incluso si creemos que realmente queremos saberlo.

Un diseño revelador

Pero una de las razones por las cuales Dios usualmente no nos da una guía específica en nuestras decisiones, a veces desconcertantes, es que le da una mayor prioridad al hecho de que seamos transformados que al de estar informados, para que seamos conformados a la imagen de Jesús (Romanos 8:29). Es por eso que Pablo escribe,

No os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto. (Romanos 12:2, LBLA)

¿Qué significa esto? Significa que Dios tiene un propósito en la dificultad de nuestro discernimiento. Los motivos y afectos de nuestros corazones, o "mentes renovadas", se revelan más claramente en la prueba de toma de decisiones ambiguas.

En las Escrituras, Dios nos revela todo lo que necesitamos saber para vivir vidas piadosas (2 Pedro 1: 3) y para "estar completos [y] equipados para toda buena obra" (2 Timoteo 3:16-17). Pero el Padre no busca obreros, sino adoradores (Juan 4:23). Y sabe que si hiciese más explícita su voluntad para nuestras decisiones específicas con más frecuencia, tenderíamos a enfocarnos más en lo que hacemos que en lo que amamos. Al igual que los fariseos, tenderíamos a enfocarnos más en nuestras acciones que en nuestros afectos.

Pero en las decisiones que requieren discernimiento, el trigo se distingue de la cizaña. Cuando no estamos seguros, terminamos tomando decisiones basadas en lo que realmente amamos. Si en el fondo amamos al mundo, esto se hará evidente en el patrón de decisiones que tomamos a lo largo del tiempo: nos conformaremos a este mundo.

Pero si realmente amamos a Jesús, amaremos cada vez más lo que Él ama: seremos transformados por mentes renovadas. Y nuestro amor por Él y su reino se revelará en el patrón de decisiones pequeñas y grandes que tomamos.

El patrón de nuestras decisiones

Digo "patrón de decisiones" porque todos nosotros pecamos y cometemos errores. Pero la conformidad con el mundo o con Jesús se ve más claramente en el patrón de decisiones que tomamos a lo largo del tiempo.

Esa es una razón por la cual Dios nos hace luchar con la incertidumbre. Él quiere que maduremos y que "por la práctica tengamos los sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal". (Hebreos 5:14).

Lo maravilloso a recordar en todas nuestras decisiones, es que Jesús es nuestro Buen Pastor. Dio su vida por nosotros para que todos nuestros pecados estén cubiertos, incluida toda decisión pecaminosa o defectuosa. Él nunca nos dejará o nos abandonará. Él tiene un cayado lo suficientemente largo como para sacarnos de cada hoyo y una vara para guiarnos cuando nos desviamos.

Y algún día, si de verdad buscamos amarlo y confiar en Él, veremos que en realidad nos estuvo guiando a través del confuso terreno de las decisiones difíciles todo el tiempo.



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