Por qué los cristianos se preocupan por toda injusticia

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English: Why Christians Care About Every Injustice

© Desiring God

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Traducción por Javier Matus


La siguiente es una transcripción ligeramente editada.

Los cristianos se preocupan por toda injusticia, especialmente la injusticia contra Dios.

Los cristianos se preocupan por toda injusticia. La palabra “toda” tiene la intención de compungir la conciencia de los cristianos que, debido a la autocomplacencia o al miedo, han entumecido la capacidad de sus corazones para preocuparse por la injusticia del mundo —todas las maneras innumerables en que las personas de todo el mundo son tratadas por otras personas de una manera peor de lo que merecen.

Digo esto por causa de la autocomplacencia, porque creo que la mayoría de la indiferencia a la injusticia entre los cristianos profesos no se debe a la parcialidad de la convicción ni a la oposición a la convicción, sino al estupor moral que viene sobre nosotros cuando estamos saciados con las comodidades de este mundo.

Y estoy diciendo que el entumecimiento de nuestras capacidades para preocuparnos por la injusticia se debe al temor del hombre, porque muchos de nosotros tememos que, si sentimos mucho interés o si expresamos nuestra preocupación por alguna manifestación de injusticia, alguien nos va a poner una etiqueta teológica o política que va a parecer engañosa y ofensiva. Y así, nos convenceremos de que la indiferencia ante la injusticia es un precio que vale la pena pagar para mantener nuestra reputación.

Pero, de hecho, los cristianos se preocupan por toda injusticia porque toda justicia está enraizada en Dios.

Si no te preocupa la injusticia, te estás esforzando contra Dios en tu corazón. Y Sus mandamientos fluyen de la justicia de nuestro Dios y Salvador:

Si descuidamos la justicia, si no nos preocupamos por toda la injusticia en todas partes que la veamos, no estamos actuando como cristianos, porque los cristianos nos preocupamos por toda injusticia, especialmente —especialmente— por la injusticia contra Dios.

Y la palabra “especialmente” tiene la intención de sacar la incredulidad de entre los cristianos. Tiene la intención de sacar la incredulidad práctica de los cristianos para quienes las injusticias contra los seres humanos encienden más pasión en sus corazones, en sus bocas, que la tragedia global de la injusticia contra Dios. Su objetivo es de sacar la incredulidad práctica de los cristianos que están tan anestesiados por las comodidades y entretenimientos del mundo que no les importa la injusticia contra el hombre o contra Dios.

La injusticia es tratar a los demás peor de lo que merecen, y cuanto más respeto merecen, y cuanto menos lo demos, mayor es la injusticia. Solo Dios merece el mayor respeto y alabanza y amor y temor y devoción y lealtad y obediencia de todos los seres en el universo. Mas cada uno de los seres humanos en este salón y en este planeta se ha quedado corto en esta adoración y ha intercambiado la gloria de Dios por la creación. Por lo tanto, cada ser humano es culpable de una injusticia que es infinitamente peor que todas las injusticias contra el hombre resumidas totalmente a lo largo de toda la historia.

Dios merece infinitamente la completa adoración, la confianza y la obediencia. Por lo tanto, al tratar a Dios como indigno de nuestra lealtad total, cada ser humano es culpable de una injusticia infinita contra Dios. Ese es nuestro mayor problema en todas partes.

Esta injusticia contra Dios llegó a un clímax en el mismo momento cuando Dios Mismo, con gran misericordia y sin comprometer Su justicia —en el mismo momento— cuando Dios vino en carne humana para salvarnos del justo castigo de nuestra injusticia contra Él. En ese momento, nuestra injusticia se elevó a sus alturas.

Como oveja a la muerte fue llevado;
Y como cordero mudo delante del que Lo trasquila,
Así no abrió Su boca.
En Su humillación no se le hizo justicia. (Hechos 8:32-33)

Y cuando Dios abrazó la injusticia infinita contra Sí Mismo y compró un pueblo que Lo valoraría por encima de todas las cosas, Cristo crucificado se convirtió en la reivindicación de la justicia de Dios y el perdón de nuestros pecados. Él abrazó la injusticia contra Sí Mismo para crear un pueblo quebrantado y audaz llamado cristianos.


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