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Por Ligonier Ministries Staff sobre Los Pactos
Una parte de la serie Tabletalk

Traducción por Javier Matus


“A Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.” (Heb. 12:24).

- Hebreos 12:24

En el principio, Adán y Eva disfrutaron de la comunión con Dios y de Su creación. Se deleitaban uno al otro y en el mundo maravilloso que Dios había hecho (Gén. 1-2). Experimentaron el privilegio de caminar con Dios “al aire del día” (3:8).

Sin embargo, cuando nuestros primeros padres cayeron en el pecado, todo esto cambió. La tierra fue maldita, y la rencilla entró en la relación entre el hombre y la mujer (vv. 16-19). Además, Dios cortó a la humanidad de la comunión directa con Él en el Huerto (vv. 22-24).

Sin embargo, el propósito Dios no era dejarnos fuera del jardín para siempre. Él eligió establecer Su amor a Su pueblo y librarlo de la esclavitud en Egipto para que pudiera disfrutar de la comunión con Él de nuevo.

Sin embargo, bajo el antiguo pacto, Dios no hizo todo lo necesario para traernos de nuevo a Su presencia. Él nos habló en tipos y sombras, hablándonos de nuestra necesidad de una redención final. Bajo el antiguo pacto, Su pueblo esperaba esta salvación (Heb. 11).

Hace dos mil años, Dios consumó esta salvación. Él envió a su único Hijo a morir por nuestros pecados y a abrir el acceso a la presencia de Dios para nosotros (Heb. 10:19-20). Bajo el nuevo pacto, estamos en una posición mucho mejor que los creyentes del antiguo pacto que no tenían tal acceso a la presencia de Dios.

Como resultado, debemos aferrarnos a Cristo. No debemos ser como el público original de la epístola a los Hebreos que estaba considerando abandonar su confesión bajo persecución. Porque como ellos, no hemos llegado a una montaña que no puede tocarse; más bien, ahora, por el Espíritu, nos unimos a la compañía del cielo en adoración incesante del gran Juez de todas las cosas (12:18-23).

Como el pasaje de hoy nos enseña, hemos venido a Jesús, quien es el Mediador del nuevo pacto. Y debido a este privilegio, nunca debemos olvidar la gran misericordia de Dios y la gratitud que le debemos. En este punto, John Calvin escribe, “porque mientras más alta sea la excelencia del reino de Cristo sobre la dispensación de Moisés, y más glorioso nuestro llamado que el de los pueblos antiguos, más vergonzosa y menos excusable será nuestra ingratitud, a menos que abracemos con decoro el gran favor que nos es ofrecido, y humildemente adoremos la majestad de Cristo que aquí se hace evidente.”

Coram Deo

Debido al nuevo y mejor pacto bajo el cual tenemos el privilegio de vivir, debemos vivir en gratitud por nuestra salvación y luchar por la santidad, incluso más que los santos del antiguo pacto. Tome un poco de tiempo hoy para dar gracias al Señor por su salvación, y ore para que nunca sea ingrato con Él.

Pasajes para Estudio Adicional

Salss. 7:17; 30:4; 100
Lucas 7:36-50; 19:1-10
Rom. 6:1-4

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Pacto de Obras II Devocional
La Ley de Artículos y el Evangelio del Pacto Artículo por Michael Horton


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