Santidad y Justicia

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English: Holiness and Justice

© Desiring God

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Por R.C. Sproul sobre La Soberanía de Dios
Una parte de la serie 2007 Desiring God Conference for Pastors

Traducción por David Luchini


Conferencia para Pastores 2007 Deseando a Dios

[Las siguientes son notas tomadas en la reunión, no el mensaje en sí mismo]

Levítico 10:1-7

Hay una serie de pasajes categorizados como «Las enseñanzas duras», aquellas cosas que nos hacen pensar: «Cómo Dios puede hacer algo así?»

En este pasaje, los hijos de Aarón se dejan enredar en una pequeña experimentación. Un fuego prohibido vinieron a ofrecer al altar. Inmediata, dramática y severa fue la respuesta de parte de Dios. Inmediatamente los ejecutó. A semejante historia ¿Qué podemos decir?

Mi ordenación fue en la denominación P.C.U.S.S.R... perdón, P.C.U.S.A, ahí una materia advertía a los estudiantes de que no tomaran al Antiguo Testamento de manera literal. El uso de este pasaje era para mostrar que si las historias fueran literales, eso quería decir que Dios debe tener un lado oscuro y malvado. Enseñaba que, ya que que sabemos cómo no es Dios, estas historias deben explicarse por eventos naturales y que Dios no lo hizo.

Resulta chocante la forma en que a veces subestimamos la Palabra. Dos de los hijos de Aarón cayeron muertos y no se registra ninguna reacción emocional. ¿Puedes imaginar la respuesta de Aarón: «Te he sido fiel y es así cómo me agradeces?» Pero sí sorprende lo que respondió Moises: «No recuerdas el mandamiento: «Todos los que se me acerquen me considerarán santo. No voy a tolerar nada pequeño.»

Desde aquella conversación de Moisés y Aarón muchas cosas han cambiado, pero no el caracter de Dios. Nunca negoció ni negociará su santidad.

Otra subestimación: «Y Aarón mantuvo su paz». Mejor que lo creas. ¿Qué más pudo hacer? ¿Iba a pelear contra Dios? ¿Le dirían tuvo una reacción exagerada? ¿Pedía flexibilidad? ¿Iba a decirle malo a Dios? ¿No podemos jugar un poquito? No. Aarón se cayó la boca.

Hizo arrastrar Moisés los cuerpos de Nadab y Abihú afuera del campamento desde el tabernáculo en el centro del campamento. Dios no solo los quiso matar, los quería lejos, fuera de los límites en oscuridad exterior. ¡Por lo que más quieran, no dejen que mientan en el santurario!

Moisés le dijo a Aarón que no hiciera duelo por ellos. No eran dignos de duelo.

Dios mismo mató a Nadab y Abiú. Con fuego los consumió. Se trataba de un juicio de un Dios santo y no una catástrofe de esta tierra.

Ahora piensen en la historia de Uza. Trasladaban el Arca de Pacto en un carruaje. Esa no era la forma correcta de llevarla. Debía estar en los hombros de los sacerdotes. Cuando una de los bueyes se cayó parecía que se iba a caer el arca. Uza la sostiene para que no caiga en el barro. La reacción de Dios no fue «Gracias, Uza». No, Dios mató a Uza de inmediato. Uza creía que el barro iba a profanar el arca, pero el barro es solo mugre con agua obedeciendo a Dios. El barro no es la maldad. La ley de Dios no quiere decir mantener al arca pura de la tierra sino del toque inmundo del hombre. Uza creía que sus manos estaban más limpias que la mugre. Dios dijo no.

Ahora en el Nuevo Testamento. Ananías y Safira le mintieron al Espíritu Santo y murieron sin una segunda oportunidad.

Pareciera a veces que Dios tiene un brote de enojo que resulta inexcusable. Desde nuestro punto de vista, podemos pensar que el Dios del Antiguo Testamento era brutal, un tipo de demiurgo. Sólo miren lo que garantizaba la pena de muerte en el Antiguo Testamento. Pero en el Nuevo y Dios parece que se volvió más amable.

Está tan distorsionada nuestra mirada. Volvamos a la creación donde aparece una lista interminable de ofensas capitales. Cualquier pecado era la muerte: «El día en que comas de él, morirás». El pecado más pequeño, la infracción más pequeña, el pecadito más chico es un acto de traición cósmica Cualquier infracción le dice a Dios que creemos que nuestra voluntad trinfa sobre la suya y que podemos hacer lo que sea que queramos.

Estamos tan acostumbrados a la gracia Como los israelitas nosotros necesitamos a Dios, pedimos gracia, la recibimos, nos olvidamos de ella y volvemos a pecar despreciando la santidad de Dios sin temer a su juicio.

Ahora Lucas 13. Dos desastres. Pilato mata a los adoradores y mezcla la sangre con los sacrificios y la torre de Siloé cae matando a 18 personas inocentes. La pregunta para Jesús: «¿Y qué quiere decir? ¿Donde estaba Dios?» Pero el 11 septiembre Dios estaba en el mismo lugar en el que estaba el 10 septiembre como soberano en su trono.

Jesús no dijo que estas cosas ocurrieron mientras Dios dormía. Jesús no dijo que Dios estaba distraído contando los pelos en la cabeza de alguien.

Jesús dio la misma respuesta para cada desastre: «Están haciendo la pregunta equivocada. Si en verdad quieren conocer sobre la providencia de Dios deberían hacer la pregunta verdadera: Por qué el templo no cae sobre mi cabeza Porque no fue mi sangre.»

Estamos asombrados por la justicia y presumimos y la gracia.

A mí me han preguntado todo tipo de preguntas concebibles sobre teología excepto: «¿Por qué Dios me salvó? Todos tenemos la idea de que lo merecemos. Sólo piensa que el cielo no sería el cielo si nosotros Ésa es la mentira más grande en la historia del mundo.

Ya no estamos sorprendidos por la gracia, estamos asombrados y en total consternación por la justicia.

La esencia de la gracia es que Dios no requiere que nosotros hagamos algo. Si alguna vez piensas que Dios te debe algo debes sacar esa idea de tu mente y recordar que tú has mezclado la gracia y la justicia.

La mano de Dios nos sacó del infierno Y no debe darle ninguna razón a Dios para que te deje caer de nuevo el infierno. Ese fue el mensaje de Jesús cuando dijo que si no se arrepienten toda su sangre será con el sacrificio.

Si en el día del juicio miró Jesús y él me dice: «No te conozco. Por favor, apártate de mí» Si eso me pasa estaré sorprendido pero también sé: No puedo quejarme de eso Él es santo y yo no.

Nuestra única relación con Dios es por la gracia.




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