Sigue alzando la voz

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Por Jon Bloom sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Mariana Ramirez


Este no es el momento para la timidez cristiana. Este no es el momento para el silencio cristiano. No es el momento para el retiro cristiano. Este es el momento para la audacia cristiana. Es momento de alzar la voz.

En un mundo que considera que cualquier afirmación de la verdad exclusiva es fanatismo, debemos hablar con amor que Jesús es “el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6 LBLA).

En un mundo que ha rechazado el significado objetivo de Dios para el matrimonio, abriendo la puerta a una gran variedad de perversidades, debemos decir con amor que fue Dios quien dijo, “Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24; Mateo 19:5).

En un mundo que ha abrazado la horrible mentira de que matar a un niño es un acto de compasión hacía su madre, debemos hablar con amor que solo Dios tiene el derecho de dar y quitar la vida, y que no debemos matar (Job 1:21; Éxodo 20:13).

Contenido

Hablar con cordura en un mundo de locos

En un mundo que ha reprimido la verdad y afirmado el orden glorioso y ajuste fino del universo, la riqueza biológica de la tierra y la mente racional del hombre para comprender que los quásares y quarks son producto de eones de caos, macroevolución poco inteligente e inimaginables posibilidades, debemos hablar con amor que “lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos, pues Dios se lo hizo evidente. Porque desde la creación del mundo, sus atributos invisibles, su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que no tienen excusa” (Romanos 1:19-20).

Un mundo que abraza el rechazo de la verdad, destrucción del matrimonio, exterminación de los inocentes y veneración de un “creador” sin sentido y sin valores es el mundo de un loco. Es el patio de juegos del diablo (1 Juan 5:19). Una loca pesadilla.

Pero “los que habitan en tierra de sombra de muerte, la luz ha resplandecido sobre ellos” (Isaías 9:2). El regreso a la cordura, el final de la pesadilla, es Jesucristo, “la luz del mundo” (Juan 8:12).

Es precisamente cuando la oscuridad desciende que la luz se necesita más. Debemos brillar la luz.

Nuestro deshonor puede ser la respuesta de Dios a nuestras oraciones

Hemos orado para que Jesús brille en este mundo. Hemos orado para que se complete la evangelización a nivel mundial. Ahora en Occidente estamos viendo que nuestra sociedad se vuelve más hostil hacia el Evangelio. Algunos estamos desconcertados. Otros están desanimados.

Pero debemos tener en cuenta que Dios a menudo responde a nuestras oraciones de formas inesperadas.

¿Qué es lo que vemos en el Nuevo Testamento? Vemos que los seres humanos perciben el amor de Dios en el Evangelio de Cristo de forma más clara en este mundo oscuro, no a través de la prosperidad de sus sirvientes, sino a través de su sufrimiento.

Primero, fue nuestro Señor mismo. La cruz fue el evento más maligno y más justo, el más odioso y más amoroso, más profano y más santo en toda la historia humana, de hecho cósmica. Luego el Evangelio se comenzó a esparcir a Samaria y por toda Judea y a otras regiones tras la muerte de Esteban. Luego el Evangelio se esparció por Asia Menor y a Europa a través de Pablo y su grupo quienes sufrieron más de lo que nos podemos imaginar.

Testificar y sufrir - es el motivo de toda la historia redentora. Es el método elegido por Dios para demostrar su amor y esparcir el Evangelio. Los primeros cristianos incluso se regocijaron “ de que hubieran sido tenidos por dignos de padecer afrenta por su Nombre” (Hechos 5:41).

Esto puede parecernos extraño a los Occidentales. Eso es porque somos extraños en la historia redentora. La mayoría de nosotros no hemos tenido que soportar el deshonor de tener el nombre de cristianos.

Hemos orado para que el Evangelio llegue a todas las naciones. Viendo la historia redentora, ¿Deberíamos de sorprendernos si Dios responde nuestras oraciones al contarnos como dignos de sufrir la deshonra de su nombre? ¿Que tal si la cruz de nuestro deshonor es un medio para la salvación de millones?

Jesús dijo, “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mateo 16:24). También nos dijo, “seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre… y debido al aumento de la iniquidad el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:9, 12).

Pablo nos preparó también: “Y en verdad, todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos. Pero los hombres malos e impostores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (2 Timothy 3:12–13).

Si cuesta hablar, debe ser valioso

Entonces, ¿Qué debemos hacer cuando nos llegue un deshonor cada vez mayor? Hacemos justo lo que los primeros discípulos hicieron: seguir hablando. Cuando las autoridades gobernantes les ordenaron que dejaran de predicar el Evangelio, los apóstoles respondieron, “Vosotros mismos juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos 4:19-10).

Es precisamente cuando es personalmente más costoso hablar, cuando debemos continuar hablando, que la gente escuche lo que tenemos que decir. Cuando cuesta entregar un mensaje, el mensaje debe ser costoso. La gente solo paga por lo que valioso. Pagar caro glorifica lo valioso. No hay mensaje más valioso que el Evangelio de Jesús.

¡Sigue Hablando!

Así que sigue hablando. Sigue hablando implacablemente. Habla implacablemente, no para ganar una guerra cultural, sino para ganar almas. Sigue alzando la voz implacablemente para ganar almas porque tu amas las almas.

Mientras seguimos alzando la voz, no debemos esperar medir nuestro éxito por una mejora circunstancial inmediata. En nuestro contexto a corto plazo, el Evangelio puede parecer que pierda terrenos y que la maldad tenga impulso. Así es como las circunstancias les parecían a los santos a lo largo de la historia. Pero de hecho, el Evangelio sólo ha continuado su esparcimiento por el mundo, a pesar de los mejores intentos del diablo para eliminarlo.

Así que sigue hablando el Evangelio. Va a ganar. Jesús prometió que lo haría: “Pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo. Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:13-14).

Ten en cuenta esto, tendremos que aguantar. Esto significa sufrimiento y deshonor. Pero el Evangelio será predicado en todo el mundo.

Dios responderá nuestras oraciones, primero haciéndonos perseverar, y luego trayendo el final. Luego Jesús entregará el reino al Padre (1 Corintios 15:24). Y luego, deleites para siempre (Salmo 16:11).


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