Tú puedes vencer la distracción

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English: You Can Defeat Distraction

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Por David Mathis sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Bradley Sullivan

Según todos los testigos, parecemos ser la civilización más distraída en la historia del mundo. Estamos cada vez más fragmentados en nuestra atención y nos estamos alejados incasablemente de los conocimientos básicos que nos hacen humanos.

El problema es urgente especialmente para los cristianos. Creemos que la persona interna es más importante que la externa, y que donde enfocamos nuestros mentes y corazones hoy cuenta para siempre. La esencia misma de lo que creemos que es verdad sobre el mundo depende de dónde dirigimos nuestra atención. En tal día, es cada vez más importante que reconozcamos realmente podemos dirigir nuestra atención. No estamos indefensos en nuestros entornos caóticos. No somos animales. Nuestras mentes están en unas ataduras que agarramos. Tú realmente puedes controlar tus pensamientos.

El Espíritu Santo está en el ministerio de producir en nosotros el autocontrol. Como Martin Luther dijo tan memorablemente, es posible que no puedas evitar que las aves vuelen sobre tu cabeza, pero puedes evitar que construyan un nido en tu cabello.

Configura tu mente

Uno de los problemas más urgentes y prácticos de la vida cristiana – allí mismo en la página del Nuevo Testamento y experiencialmente hoy – es dónde y cómo configuramos nuestras mentes. Adonde dirigimos nuestras mentes, y cual plano de la realidad a lo que calibramos nuestros corazones, hace toda la diferencia entre escuchar a Jesús, como lo hizo Pedro, “Bendito eres tú” (Mateo 16:17), o, “¡Quítate de delante de mí, Satanás!” (Mateo 16:23).

¿Por qué fue bendecido Pedro cuando declaró que Jesús era el Cristo? “Porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 16:17). En vez de afinar sus orejas a los meros mortales, y las distracciones conversacionales del día, Pedro tomó sus señales decisivas de Dios.

¿Por qué, entonces, sólo cinco versículos más adelante en el Evangelio de Mateo, Pedro se puso en el lugar de Satanás? Jesús no nos deja en la oscuridad: “Porque no estás pensando en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (Mateo 16:23). Bendición o maldición, escuchar a Dios o actuar como Satanás, todo se redujo a donde Pedro se decidió su mente.

La vida y la muerte en riesgo

El Nuevo Testamento hace claro que donde establecemos nuestras mentes no es análogo, sino digital. Están establecidas en las cosas de Dios o en las de los hombres. Para ponerlo en términos de Colosenses 3:2, establecemos nuestras mentes en “cosas que están arriba” o “cosas que están en la tierra”. O como escribe Paulo en Romanos 8, o “las cosas de la carne” o “las cosas del Espíritu”:

Porque los que viven conforme a la carne, ponen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz; ya que la mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo, y los que están en la carne no pueden agradar a Dios. (Romanos 8: 5-8)

Es una pregunta cada vez más urgente en nuestra edad de diversión: ¿Dónde establecerás tu mente regularmente – en las cosas de Dios o los hombres, en los cielos o la tierra, en el Espíritu o la carne? Ellos que se establecen en el Espíritu tienen “vida y paz” (Romanos 8:6), y ya no están encerrados en una prisión con la etiqueta "no pueden agradar a Dios" (Romanos 8:8). Mientras, de ellos con sus mentes establecidas en las cosas terrenales, Paulo dice, “[su] fin es perdición, [su] dios es su apetito y [su] gloria está en su vergüenza” (Filipenses 3:19).

No hay lugar como el hogar

Una manera en que podemos hablar de lo que significa configurar nuestras mentes es preguntar dónde están “en casa”. Así como la mayoría de nosotros tenemos un lugar que llamamos “hogar”, donde típicamente nos acostamos, nos despertamos y volvimos por defecto, cuando no estamos en otro lugar a propósito, también nuestras mentes (y corazones) tienen una manera de volver a algún “hogar” cuando no los estamos presionando para un uso específico.

Colosenses 3 nos da una idea importante de lo que significa elevar la mente hacia arriba. ¿Por qué establecer nuestras mentes en las cosas de “arriba”? Colosenses 3:1 lo hace claro: arriba “donde está Cristo, sentado a la diestra de Dios”. ¿Por qué esta reorientación regular de nuestras vidas en Cristo? Porque Él es nuestra vida. Versículo 3: “Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”.

Si estamos en Cristo, Él es nuestra vida. Y nos llama a participar en el mundo donde vivimos, como reza a su Padre, “No te ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del maligno” (Juan 17:15). Jesús dice, “Los he enviado al mundo” (Juan 17:18). Sería desobediente para nosotros tratar de extraernos de nuestros llamamientos muy terrosos en la vida, y estaría trágico perder nuestro enfoque incansable en la Fuente misma de esa vida, sentado en los cielos.

Puedes configurar tu mente

“Configurar nuestras mentes” como cristianos no significa que solamente pensamos en Dios y cielo, sino significa que como participamos en nuestros llamamientos terrosos – en nuestros hogares, en el trabajo, en el mundo – no mentalmente le damos la espalda. De acuerdo, él no será el foco explícito y consciente de todos nuestros pensamientos de vigilia, y él no espera eso. Nos dio mentes humanas finitas con capacidades restringidas para el enfoque, pero siempre deseamos que Jesús esté en el horizonte de nuestra conciencia, siempre en nuestro campo de visión, reajustando constantemente nuestras mentes para adaptarnos a nuestros llamamientos aquí abajo.

Puedes configurar tu mente, y la configurarás en algún sitio – o si lo dejas en paz, irá a algún lado. La pregunta no es si su mente encontrará un hogar al que regresar, sino cuál será el valor predeterminado. ¿Estás preocupado con una cosa pequeña después de otra: un deporte o equipo favorito, cómo pareces, cuánto dinero ganas, cuán conocido eres, qué te gustaría tener, cuáles mejorías te gustaría hacer en tu vida terrosa? O, ¿aportarás el esfuerzo mental para hacer el hogar de tu mente ser las cosas del Padre (Mateo 16:23), el Hijo (Colosenses 3:1-3), y el Espíritu (Romanos 8:5-7)?

¿Permitiremos nuestra era de diversión mordisquee nuestra propia humanidad? O, ¿lucharemos con la fuerza que Dios provee (1 Pedro 4:11) por su Espíritu, para restablecer nuestras mentes a lo que realmente importa, y así nos hace verdaderamente efectivos en la tierra?


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