Tiempo para (Re)Descubrir la Epístola a los Hebreos

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English: Time to (Re)Discover Hebrews

© Ligonier Ministries

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Por Sinclair Ferguson sobre Estudios del Nuevo Testamento
Una parte de la serie Tabletalk

Traducción por David Acuña Astorga


De todas las epístolas del Nuevo Testamento, Hebreos parece ser una que muchos cristianos encuentran rara y alienígena. Aquí entramos al mundo de Melquisedec y Aarón, de ángeles y de Moisés, de sacrificios y de sacerdotes. Todo parece tan perteneciente al Antiguo Testamento, tan complicado e, incluso, confuso.

Si así es, es tiempo de (re)descubrir la Epístola a los Hebreos. ¿Cómo?

Al ver el panorama completo.

Una de las primeras cosas que se debe hacer al estudiar un libro de la Biblia es tratar de tener "el panorama completo". La segunda forma más simple (y generalmente la mejor) de hacer esto es hojear el libro, notar las divisiones naturales, aislar los temas principales y trazar un bosquejo del argumento o trama.

La forma más simple (¡de hecho, la segunda mejor!) para los lectores de Tabletalk es (por supuesto), simplemente, consultar su Reformation Study Bible. Allí se encuentra un bosquejo ya hecho.

Sin embargo, un método que requiera compromiso puede ser una buena forma de comenzar: intenta con nuestro propio bosquejo, consulta nuestra Biblia de estudio y, luego, compara las notas.

De hecho, el panorama completo de Hebreos es bastante sencillo. En palabras simples, sería "Jesús es lo más grande".

Jesús es: más grande que los ángeles (capítulos 1–2), más grande que Moisés (3:1–4:12), más grande que los sacerdotes y los sumo sacerdotes (4:13–7:28) y más grandes que los sacrificios del Antiguo Testamento (capítulos 8–10).

Debido a que es así, como aquellos héroes de la fe que anhelaban la venida del Mesías, nosotros necesitamos: mantener nuestros ojos pegados a Él mientras perseveramos en la fe (capítulos 11–12) y vivir juntos como la comunidad del nuevo pacto (capítulo 13).

Si nos perdemos en los detalles, Hebreos parecerá un libro largo y similar a un laberinto. Pero, si captamos el panorama completo, veremos por qué el autor pensó que había "escrito brevemente" (13:22, NVI).

Diamantes brillantes

Dentro de este marco teórico, hay algunos tesoros invaluables por encontrar. Aquí hay cinco de esas joyas:

Primero, Hebreos es una epístola llena de Jesús y nos muestra Su gloria. Mientras más leamos la epístola, más nos damos cuenta de que no es sobre ángeles, sobre Moisés, sobre Melquisedec, sobre Aarón o sobre la adoración del antiguo pacto. La verdad es que Dios ha ordenado tanto el curso de la historia de la redención que todo se trata de Jesús.

Segundo, Hebreos nos ayuda a ver que la relación entre el antiguo y el nuevo pacto es una de unidad y diversidad. El autor nos dice esto justo al comienzo: "Hace mucho", en muchas ocasiones y de muchas formas, Dios le habló a los padres, pero lo hizo a través de los profetas. "En estos últimos días", Dios nos habló y lo hizo a través de Su Hijo. En estas dos afirmaciones, se resume el mensaje completo de la Biblia: La revelación del Antiguo Testamento es fragmentaria y múltiple. Jesús es completo y final. Él revela a Dios perfectamente, pues "Él es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza" (Hebreos 1:3).

El Antiguo Testamento está lleno de representaciones y de sombras (9:23; 10:1). Jesús es el original y la realidad.

En tercer luegar, Hebreos describe la realidad de la humanidad de Jesús de manera conmovedora. Al principio, si nos atascáramos en la falta de familiaridad del sistema de Levítico, podríamos no notar esto. Pero, lee nuevamente y será claro.

El Hijo de Dios se volvió como nosotros, compartió nuestro origen humano, fue tentado, experimentó sufrimiento y probó la muerte (2:10, 11, 14, 18). Se volvió un hermano para nosotros (versículo 17). Es por eso que pudo ayudar a los tentados (versículo 18).

El Hijo de Dios compartió nuestra debilidad y ha llevado al Cielo la misma humanidad en la que la probó. A través de Él, podemos venir ante el trono de Dios con confianza, sabiendo que allí podemos encontrar misericordia para nuestra debilidad y gracia para nuestra pecaminosidad (4:14–15).

El Hijo de Dios se volvió un hombre de oraciones y lágrimas. Su obediencia se ejercitó con el sufrimiento. Podemos confiar en Él como la fuente de nuestra salvación (5:7–9).

En cuarto lugar, la Epístola a los Hebreos nos expone, de manera maravillosa, la gloria de Jesús. Cada capítulo apunta a esto. Vale la pena tomarse el tiempo de leer simplemente los textos grandes. Estos incluyen las siguientes citas de Hebreos: 1:3; 2:9; 3:3; 4:14; 5:9; 6:20; 7:22; 8:1; 9:15; 10:12; 11:40–12:2 y 13:8. Jesús es "el mismo ayer, hoy y para siempre". Es decir, Él es el Único que se reveló fragmentaria y preliminarmente en el antiguo pacto, el Único que se ha revelado completamente en el nuevo pacto y el Único que será revelado, finalmente, en el Escatón (el fin de los tiempos).

En quinto lugar, Hebreos nos habla con gran sensibilidad pastoral. Después de todo, es una "palabra de exhortación" o aliento. Es realista acerca del sufrimiento, del miedo a la persecución, del peligro del desaliento, de las luchas que tenemos contra el pecado, de la posibilidad de reincidir en él, de la parálisis espiritual producida por la voz condenatoria de la conciencia y de la posibilidad de que nos pueda faltar seguridad. Su remedio para toda enfermedad espiritual se estipula en una teología marcada por una gran simplicidad combinada con una rica complejidad:

Fija tus ojos en Jesús, Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestro llamado, el Fundador y Perfeccionador de nuestra fe (3:1; 12:2). Ve todo a la luz de Jesús, de lo que Él ha hecho y de lo que continúa haciendo actualmente. No puedes equivocarte así.


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