Toda mujer necesita la Biblia completa

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English: Every Woman Needs the Whole Bible

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Por Rachel Jankovic sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Laura Oroná

En una época obsesionada con los conceptos y las herramientas de autoayuda, las mujeres cristianas rechazan a la Biblia como otra de estas herramientas. La Biblia es cualquier cosa excepto una herramienta de autoayuda.

Por un lado, este error es entendible. Sin dudas, la Biblia es nuestra ayuda. Y somos nosotros quienes debemos buscarla. Nosotros tenemos que abrirla y leerla. Entonces, existe algo de auto involucrado, como también algo de ayuda. Sin embargo, cuando combinamos estos escenarios, podemos asumir que la Biblia es algo que solo utilizamos para levantarnos el ánimo cuando lo necesitamos. Ese pensamiento es sutilmente prevalente y lastimosamente destructivo.

Leer la Palabra de Dios no significa "trabajar en nosotros mismos". La ayuda está ahí, pero no es la ayuda que nos ofrecemos a nosotros mismos. Es la ayuda de un Dios santo quien cumple sus propósitos en nosotros.

A mi tío le gusta decir que muchos cristianos se acercan a la Palabra de Dios como si fuera un gato al que estuvieran diseccionando. Quieren etiquetar todas las partes; pararse frente al mundo, analizarla y clasificarla basándose en el consuelo que creen necesitar. En realidad, nosotros somos el gato. La Palabra es el cuchillo que corta incluso los pensamientos e intenciones, el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos (Hebreos 4:12). La Palabra de Dios no es algo inerte que está sobre la mesa, esperándonos a nosotros y a nuestras ideas para utilizarla como creemos que la necesitamos. Está viva; está activa. Está mucho más allá de nuestro poder para controlarla.

Evitar las partes difíciles

Hay una forma de reconocer la Palabra de Dios, incluso tomar pequeñas partes para inspiración y ánimo, y aún así no nos rendirnos a su autoridad y poder.

Puedes ser cauteloso y evitar los fragmentos peligrosos, esquivando cualquier cosa que confronte a tus suposiciones. Puede que tengas miedo de las historias desagradables del Antiguo Testamento. Puede que te rehúses a dejar que la clara enseñanza de la Biblia acerca de los hombres y las mujeres se acerque a ti. Puede que te saltees un salmo imprecatorio o que evites la dureza de Jesús en ciertos pasajes. Puede que pases todo tu tiempo leyendo las ideas de gente que se siente segura, de aquellos quienes no tienen la intención de que el bisturí de la Palabra se acerque a sus corazones. O tal vez busques un consuelo específico para un momento específico.

Muchas aplicaciones de la Biblia y estudios bíblicos nos llevan a través de estos tours guiados especiales y seguros. "Acompáñenme a mirar hacia la izquierda y vean esta rosa rosada que calmará su ansiedad". "Saquemos este versículo de contexto y pongamos tu nombre allí para que podamos ver que Dios te ama exactamente como eres". "Por favor, cierra los ojos conmigo por los miles de años de sacrificio de toros y cabras para expiación de nuestros pecados". "No, no te preocupes por Acán y su familia a quienes se los tragó la tierra por su desobediencia". En resumen, negarse a ver cualquier cosa que signifique la muerte de tus ideas de grandeza personal.

Remover las Escrituras

Al corazón pecador del hombre le encanta llevar la Palabra de Dios a un lugar donde no se sienta amenazado por ella. Porque, Dios sabe, ¡es una amenaza! Amenaza al viejo hombre en todos nosotros. Y la mayor amenaza que presenta es abrirnos los ojos a la realidad.

Queremos que la Biblia nos sirva en una capacidad muy limitada. Algo que pueda entrar fácilmente en la guantera de nuestras vidas y nos aliente cuando sintamos que necesitamos aliento. Ciertamente la Palabra de Dios nos alienta. Pero primero nos deshace. Nos destroza y nos hace nuevos (Oseas 6:1). No nos maltrata para dejarnos como un esqueleto sobre la mesa, sino que nos llama a la vida a través de la muerte de nosotros mismos. Como las palabras del profeta Ezequiel, la Palabra le pone carne a nuestros huesos (Ezequiel 37:4–6). Infunde vida en nosotros. La Biblia nos llama a seguir los propósitos de Dios, nos prepara para esos propósitos y luego nos envía a hacerlos.

Leer la Biblia en su totalidad no es para los gurús de la autoayuda. Y no es exclusiva para los eruditos con todas sus perspectivas exegéticas, teológicas e históricas (y el equipo de seguridad que muchos de ellos acumularon en el seminario). Leer toda la Palabra de Dios es para la gente común, para los miembros de la Iglesia y para los adolescentes. Es para los iletrados. Es para aquellos que están cansados, los débiles de corazón, los afligidos, los miedosos. Leer toda la Palabra es para todos los seres humanos.

Sin defensas

La parte más triste acerca de nuestros intentos de relegar a la lectura bíblica a una herramienta de autoayuda o como un intento de desarrollo personal es que hablamos de la Palabra de Dios como si fuera una crema facial o una barrita energética. Una cosita que sacamos para mejorarnos y que a veces compartimos, en privado, para ayudar a otros. Un dato interno. Un pequeño artículo que tenemos a nuestra disposición y que podemos utilizar como lo necesitemos, con moderación y precaución. Haríamos cualquier cosa para mantenerlo pequeño y controlable. Compartimos versículos alentadores como si fueran panfletos. "Aquí tienes algo que te puede servir si lo necesitas".

Sin embargo ¿cómo se vería el mundo si las mujeres cristianas alrededor del mundo hubiesen bajado su defensa, se hubiesen quitado su equipo de protección y se hubiesen dejado caer ante el poder del mundo?


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