Totalmente Por Gracia/La regeneración y el Espíritu Santo

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English: All of Grace/Regeneration And The Holy Spirit

© Chapel Library

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Por Charles H. Spurgeon sobre Conversión
Capítulo 13 del Libro Totalmente Por Gracia

Traducción por Chapel Library


No por el poder humano

“Os es necesario nacer de nuevo.” Estas palabras de nuestro Señor aparecen amenazadoras en el camino de muchos, como la espada del querubín a la puerta del Paraíso. Se han dado por vencidos, porque este cambio está más allá de lo que pueden lograr con sus esfuerzos. El nuevo nacimiento es de arriba y por lo tanto no se puede lograr por medio del poder humano. Lejos está de mí negar o encubrir aquí una verdad a fin de brindar un consuelo falso. Admito francamente que el nuevo nacimiento es sobrenatural y que no es obra que el pecador pueda llevar a cabo por sus propios medios. De poco le serviría a mi lector que yo fuera tan tonto como para querer levantarle el ánimo, convenciéndolo de que rechace o que no le dé importancia a lo que es una verdad indiscutible.

Pero ¿no es digno de notar que este mismo capítulo en que el Señor declara que el nuevo nacimiento es de arriba y obra divina, contiene también la afirmación más potente en cuanto a que la salvación es por fe? Lee todo el capítulo 3 de Juan, y no reflexiones únicamente en sus primeros versículos. Es cierto que el versículo 3 dice:

“Respondió Jesús, y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.”

Pero luego los versículos 14 y 15 dicen lo siguiente:

“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

El versículo 18 repite la misma doctrina en términos más amplios:

“El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”

Es lógico que estas dos afirmaciones coincidan, ya que salieron de los mismos labios y se encuentran en una misma página inspirada. ¿Por qué nos creamos nosotros problemas donde no es posible que los haya? Si una afirmación nos asegura que para la salvación se requiere una cosa que sólo Dios puede darnos, y si otra afirmación nos asegura que el Señor nos salvará por medio de nuestra fe en Jesús, podemos llegar a la conclusión segura de que el Señor concederá a todos los que creen todo lo que declara necesario para la salvación. De hecho, el Señor produce el nuevo nacimiento en todos los que creen en Jesús y su fe es la manifestación más palpable de que han nacido de nuevo.

Confiamos en que Jesús hará lo que no somos capaces de hacer nosotros. Si nosotros pudiéramos hacerlo ¿por qué acudir a él? A nosotros nos toca creer, al Señor le toca crear la vida nueva en nosotros. Él no cree en lugar nuestro, tampoco haremos nosotros la obra de regeneración en lugar de él. Basta que nosotros creamos, obedeciendo su mandamiento de gracia; al Señor corresponde obrar el nuevo nacimiento en nosotros. El que pudo ir al extremo de morir en la cruz por nosotros, puede y quiere concedernos todas las cosas necesarias para nuestra seguridad eterna.

Obra del Espíritu Santo

“Pero un cambio de corazón que salva es obra del Espíritu Santo.” Esto es también una verdad ciertísima, y lejos esté de nosotros dudarlo y olvidarlo. Pero la obra del Espíritu Santo es secreta y misteriosa, y sólo se puede percibir por los resultados. Hay misterios en nuestro nacimiento natural que sería curiosidad profana intentar penetrar, más aún lo sería en el caso de las operaciones sagradas del Espíritu de Dios. “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va: así es todo aquel que es nacido del Espíritu.” Pero esto sabemos: la obra misteriosa del Espíritu Santo no puede ser razón para que nos neguemos a creer en Jesús, de quien este mismo Espíritu da testimonio.

Si se diera a una persona el encargo de sembrar un campo, no podría excusarse de no hacerlo diciendo que no valdría la pena sembrar, a menos que Dios hiciera brotar la semilla. No quedaría justificada su negligencia en labrar la tierra porque sólo la energía secreta de Dios puede producir una cosecha. Nadie deja de hacer las tareas cotidianas por la razón de que “si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los edificadores.” Es cosa segura que el que cree en Jesús, jamás hallará que el Espíritu Santo se niegue a obrar en él. El hecho es que su fe es prueba de que el Espíritu ya está obrando en su corazón.

Dios obra en su providencia, pero no por eso ha de quedar inmóvil la humanidad. Los hombres no podrían moverse si el poder divino no les diera vida y fuerza, y no obstante siguen adelante con sus tareas sin cavilar, recibiendo día tras día la fuerza de aquel en cuyas manos está su aliento y de quien es todo su andar. Nos arrepentimos y creemos aunque no podríamos hacer lo uno ni lo otro si el Señor no nos capacitara para ello. Volvemos la espalda al pecado confiando en Jesús, y luego percibimos que el Señor ha obrado en nosotros tanto en el querer como en el hacer, según su voluntad. Es inútil pretender que haya alguna dificultad en esta cuestión.

Algunas verdades que son difíciles de explicar con palabras, son muy sencillas en la experiencia. No hay contradicción entre la verdad de que el pecador cree y de que su fe es obra del Espíritu Santo. Sólo la necedad puede llevar al hombre a cuestionar cosas sencillas, cuando su alma se encuentra en peligro. Nadie rehusaría entrar en un bote salvavidas por no saber la fuerza de gravedad de los cuerpos, ni el medio muerto de hambre rehusaría comer por no conocer todo el proceso de la nutrición. Si tú, querido lector, no quieres creer hasta comprender todos los misterios, nunca serás salvo, y si permites que las dificultades que inventa tu imaginación te impidan aceptar el perdón por medio de la fe en tu Señor y Salvador, perecerás una condenación bien merecida. No cometas suicidio espiritual por tener una pasión por discutir sutilezas metafísicas.

Preguntas de estudio para la Parte 13: La regeneración y el Espíritu Santo

“No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.” - Juan 3:7

No por el poder humano
1. Por favor vuelva a leer Juan 3:3, y Juan 3:14, 15, 18.

a. ¿Cuál es el punto clave de 3:3?
b. ¿Cuál es el punto clave de 3:14, 15, 18?
c. ¿Qué ‘contradicción’ aparente hay entre estos versículos?
d. ¿Cuál es la conclusión a la que llega Spurgeon?
e. ¿Comprende esto? Si no, ¿por qué no?

Obra del Espíritu Santo

2. Si un cambio de corazón que salva es la obra del Espíritu Santo, ¿es correcto negarse a creer y esperar que Dios obre? ¿Por qué?

Nota: Si no comprende todas las preguntas relacionadas con este capítulo, ¡no se preocupe! Spurgeon dice no esperqr a “creer hasta comprender todos los misterios”, sino ¡actuar creyendo que Dios ya le ha dado fe!

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