Tres puntos fundamentales para la educación cristiana de los hijos

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English: Three Essentials for Christian Parenting

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Por Leslie Schmucker sobre Crianza de los Hijos

Traducción por Pamela Amaranti


Para la clase de latín, le pedí a mis estudiantes de secundaria que memorizaran el Credo de los Apóstoles como tarea. Lo que para ellos era una tarea, para mí fue un verdadero placer. Los oí repetir una y otra vez la presentación sistemática del evangelio de Jesucristo.

Ahí fue cuando me di cuenta que algunos de los alumnos, la mayoría de los cuales había pasado toda su edad escolar en un colegio cristiano, no conocía el evangelio. Y no solo no lo conocían; parecía que los aburría muchísimo. No entendían la enormidad y belleza del evangelio de Jesucristo mientras pasaban con dificultad por la tarea de memorizar la verdad más profunda del universo.

La nuestra es una época en la que hay una lluvia de cosmovisiones compitiendo, la falta de verdad nos inunda rápidamente, y la casa que anhelamos construir para nuestros hijos podría venirse abajo. ¿Podrá ser que nosotros como padres y profesores cristianos, aunque sin querer, no estemos edificando la fe de nuestros hijos en el fundamento sólido del evangelio de Jesucristo (Mateo 7:24-27)?

Tres puntos fundamentales para la educación cristiana de los hijos

La contienda por los corazones de nuestros hijos es real, literal y constantemente encarnizada. El enemigo no duerme. Trabaja con genialidad maquiavélica. Debemos actuar de manera deliberada, constante y confiada para lograr nuestro objetivo de Deuteronomio 11:19 (LBLA): “Y enseñadlas a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes”. No adoctrinar a nuestros hijos en la verdad del evangelio es lo contrario a amarlos.

Nuestro adversario tiene una forma astuta de mostrar el pecado de manera atractiva. ¿Qué se puede hacer, entonces, para convencer a los niños que Dios es más interesante que cualquier cosa que el mundo ofrezca?

1. Sumérgete en la sólida doctrina.

Antes de que nosotros como padres y profesores enseñemos la verdad, es mejor que nos aseguremos de tenerla nosotros mismos. El ministerio Ligonier realizó una encuesta en la que se pedía a personas que profesaban ser evangélicos calificar en una escala de Likert su conformidad o disconformidad con doctrinas fundamentales del cristianismo. Los sombríos resultados llevaron a los encuestadores de Ligonier a concluir:

Muchas personas que autoprofesan ser evangélicas rechazan creencias evangélicas fundamentales. Los resultados de la encuesta revelan que la cosmovisión bíblica de quienes profesan ser evangélicos se está fragmentando. Aunque las iglesias evangélicas en EE.UU. surgieron en el siglo XX con sólidas convicciones teológicas, muchos de quienes se identifican como evangélicos hoy en día no tienen esas convicciones.

En su libro Almost Christian [Casi cristiano], Kenda Creasy Dean señaló: “Si los adolescentes no tienen una fe clara, puede deberse a que la fe que les mostramos es demasiado débil y no merece ser tema de conversación”. Eso duele, pero es cierto.

Esta generación lamentablemente no conoce la doctrina sólida. ¿Cómo puede, entonces, evitarse esta “debilidad”? Evalúa tu manejo del tiempo cuando se trata de darle prioridad a Cristo. Haz de tu lectura diaria de la Biblia un hábito. Sigue a maestros fieles. Tu teléfono puede ser un instrumento para perder tiempo o una herramienta para aprender doctrina sólida. Lee obras edificantes y estudia junto a otros fieles creyentes. Hazle caso a Efesios 5:15–17 y a Salmos 90:12. Si quieres que Cristo sea el primer amor de tu hijo, debes hacer que sea el tuyo.

2. Haz que tu gozo en Cristo sea visible para tus hijos.

Cuando mis hijos eran pequeños, me aseguré de mostrarles la resplandeciente e impresionante creatividad de Dios. Desde un magnífico atardecer o una hermosa vista a un fascinante animal en el zoológico, o simplemente con un imponente árbol o una bella flor en nuestro jardín, yo alegremente les preguntaba: “¿Qué es Dios?”, a lo que ellos respondían festivamente: "¡Un buen artista!"

Quería asegurarme de que reconocieran la obra de Dios y le glorificaran por su maravillosa creatividad, ingenio y belleza. Cuando Dios te dé razones para regocijarte, ¡compártelas con tus hijos! Y no lo hagas solo cuando pases por un buen momento. Asegúrate de recordarle a tus hijos la gracia de Dios y de glorificar su bondad también cuando pases por situaciones difíciles. No pierdas un momento de mostrar a nuestro buen Dios en todas las circunstancias. Tu entusiasmo y amor por Cristo dejarán una impresión en tus hijos.

3. Presenta el evangelio todos los días de distintas maneras.

En su charla en la conferencia para mujeres de la Coalición por el Evangelio de este año, Kristie Anyabwile habló de su abuela, quien fielmente aprovechó cada oportunidad para hablarle de Dios, no a través de tiempos de devoción formales, o con un plan de estudios o fórmula, sino viviendo sus convicciones de manera simple y constante frente a su nieta y hablándole la verdad.

Los niños no aprenderán el evangelio sin oírlo. No solo los domingos, sino que cada día. En Romanos 10:14, Pablo pregunta: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?” (LBLA).

No te relajes ni caigas en la mentira de que tu día es demasiado ocupado para compartir el evangelio con tus hijos de manera regular. Cuando los lleves a jugar fútbol, los arropes para dormir, camines con ellos por el centro comercial o esperes en la fila para comprar comida rápida, actúa de manera deliberada y aprovecha toda oportunidad para enseñarle a tus hijos doctrina haciendo que oigan regularmente las Escrituras, los catecismos, los credos y música doctrinalmente sólida. Aprovecha todo momento de su atención para enseñarles de Cristo.

Los niños en la burbuja cristiana

Algunos acusan a los cristianos de mantener a sus hijos en una burbuja, escondidos de la realidad y del mundo. Pero se está volviendo cada vez más claro que es exactamente en la denominada “burbuja cristiana” donde algunos niños necesitan estar. No hay que sacarlos del mundo, sino enseñarles a vivir como seguidores de Cristo en el contexto del mundo. La burbuja debe ser una buena comunidad de creyentes que viva y enseñe la verdad absoluta de su fe.

Solo Jesucristo tiene “palabras de vida eterna” (Juan 6:68, LBLA). Solo Jesucristo puede satisfacer lo que todos anhelamos. Solo Jesucristo puede salvar a nuestros niños de una eternidad separados de Dios. Estos son tiempos frenéticos. Nunca debemos titubear en nuestro esfuerzo de enseñar a nuestros hijos que vale la pena seguir a Cristo, a pesar de lo seductor y atrayente del mundo. Esto debe comenzar y terminar con el evangelio.



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