Tres regalos que necesitamos, pero odiamos recibir

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English: Three Gifts We Need, But Hate to Receive

© Desiring God

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Por Christina Fox sobre Sufrimiento

Traducción por Laura


Antes de cada fiesta de cumpleaños o antes del caos de la mañana de Navidad, siempre preparo a mis hijos para lo que deben decir al abrir un regalo. Les digo que independientemente del regalo que abran - les guste o no - deben dar las gracias a quien se los regaló.

No importa que tan grandes seamos, siempre es divertido recibir regalos. Sin embargo, como adultos sabemos que aunque algo puede tener una envoltura muy linda, el contenido puede no serlo. Mientras que otros regalos, como los que nuestros hijos envuelven para nosotros, pueden verse arrugados, torcidos, gastados, contienen las creaciones manuales más adorables y preciadas.

Como hijos adoptivos de Dios recibimos muchos regalos de él. Nuestra salvación es un regalo de la gracia de Dios, la cual apreciamos y celebramos cada día. Nunca es amarga. Pero la salvación no es el único regalo que nos concede Dios. También nos honra en nuestra santificación. Es un regalo que con frecuencia no está envuelto con un lazo hermoso. A veces este regalo es el que tratamos como si fuese un suéter de Navidad no deseado o un bien intencionado pastel navideño de frutas. Puede que ni siquiera lo consideremos un regalo.

Hasta que lo vemos más de cerca.

A continuación aparecen algunos de esos regalos que estamos propensos a pasar por alto, pero que deberíamos valorar tanto como otros.

1. Los obstáculos

Por tanto, he aquí, cercaré su camino con espinos, y levantaré un muro contra ella para que no encuentre sus senderos. Y seguirá a sus amantes, pero no los alcanzará; los buscará, pero no los hallará. Entonces dirá: “iré y volveré a mi primer marido, porque mejor me iba entonces que ahora.” (Oseas 2:6-7)

Aquí Dios se refiere a su novia obstinada, Israel, quien dejó a su Esposo en busca de amantes y dioses falsos. Como sabemos, Dios la envió al cautiverio. Fue un acto de gracia para que se arrepintiera y regresara a su verdadero amor.

Al igual que los israelitas, nosotros también tenemos corazones obstinados. También perseguimos ídolos y amantes falsos. Buscamos experiencias, cosas y placeres temporales que pensamos satisfarán nuestros deseos. Intentamos encontrar nuestra razón de ser, esperanza y felicidad en cosas creadas en vez de en el Creador. Aunque no idolatramos ídolos grabados en madera o piedra, idolatramos el dinero, la familia, el trabajo, el éxito, la comodidad y el control. En gracia, Dios tiende a colocar obstáculos en nuestro camino para hacerlo más difícil. No son una forma de castigo, sino de disciplina de un Padre afectuoso. Estos obstáculos intentan detenernos, con amor, para que nos arrepintamos y regresemos a casa con Él.

Uno de estos obstáculos puede ser la eliminación de cosas que idealizamos. Puede ser alguna traba en nuestros planes. Pueden ser conflictos o circunstancias que nos detienen. Con frecuencia, no vemos estos obstáculos como lo que son, obras de la gracia de Dios, y reaccionamos con frustración y rabia. Incluso podemos dudar de la bondad de Dios. Podemos buscar a nuestros ídolos aún más. Pero Dios no se conforma con dejarnos como estamos. Él busca a quienes ama y hará todo lo posible, colocará los obstáculos que sean necesarios para que volvamos a donde pertenecemos.

2. El sufrimiento

Pablo dice, “Porque a vosotros se os ha concedido por amor de Cristo, no solo creer en Él, sino también sufrir por Él” (Filipenses 1:29).

En este texto, la palabra “concedido” significa “dotado.” La salvación no solo es nuestro regalo, nuestro sufrimiento también es una manifestación de la gracia de Dios. Casi siempre ignoramos este regalo. Simplemente queremos “devolverlo al remitente” sin abrirlo siquiera. Pero las Escrituras nos enseñan que Dios nos concede gracia con pruebas y períodos de sufrimiento para su gloria y para nuestro propio bien. Es en las pruebas donde somos transformados a semejanza de Cristo.

Dios está decidido a lograr nuestra transformación completa. Su meta no es nuestra comodidad y facilidad en esta vida, sino prepararnos para la eternidad. Puede que por eso Santiago escribiera, “Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada” (Santiago 1:2-4)

3. Los inconvenientes cotidianos

Otro regalo de la gracia de Dios que ignoramos con frecuencia son los inconvenientes cotidianos de la vida. Cuando el semáforo cambia a rojo justo cuando llegamos, cuando la fila para pagar en la tienda es larga, cuando alguien ignora nuestra señal de cruce y se estaciona en el lugar que queríamos, cuando los niños saltan por las paredes y no se van a dormir y cuando perdemos las llaves por tercera vez en una semana, Dios está bendiciéndonos con oportunidades para confiar en él, para amarlo y obedecerle.

Este regalo en particular es el que, generalmente, no notamos. Vemos estos inconvenientes como algo que debemos superar. Culpamos a los demás por estos momentos de frustración. Pensamos que nuestro día pudo haber sido mejor si (llenen el espacio en blanco) no hubiese pasado.

Pero tal como nos lo recuerda Lamentaciones 3:37-38,

Dios ordena y reina sobre todas las cosas, incluso sobre los detalles más pequeños de nuestras vidas.

¿Quién es aquel que habla y así sucede, a menos que el Señor lo haya ordenado? ¿No salen de la boca del Altísimo tanto el mal como el bien?

No hay un momento desperdiciado en sus vidas; Dios utiliza todo para transformarlos, aun los inconvenientes cotidianos de la vida. Cada inconveniente es parte de un grupo de momentos mundanos de la vida en donde se nos da la oportunidad de buscarlo, confiar en él y obedecerle – momentos donde aprendemos a disfrutar y depender más y más de su gracia.



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