¿Es correcto decir, “si hubiera orado, él podría haber sido salvado”?

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English: Is It Right to Say, “If I’d Prayed, He Might Have Been Saved?”

© Desiring God

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Por John Piper sobre el Evangelismo
Una parte de la serie Taste & See

Traducción por Juan Pablo Molina Ruiz


Algunas cosas no suceden porque otras no pasan. El clavo no penetra en la tabla porque no lo golpeo con un martillo, la flecha no vuela porque no jalo la cuerda, el auto no enciende porque no giro la llave, etcétera. Parece obvio, pero hay algo importante en esto que decimos con respecto a la relación entre los decretos de Dios y la causalidad humana, y particularmente entre la oración, el evangelismo y las conversiones.

Santiago 4:2 dice: “No tenéis, porque no pedís”. Es decir que algunas cosas no pasan porque no oramos para que pasen. Esto significa que por lo menos algunas de estas cosas habrían sucedido si hubiéramos orado por ellas, como deberíamos.

Ahora bien, ¿qué decreta Dios?, ¿qué hay de la predestinación? Si decimos que algo no sucedió porque no oramos por ello, ¿significa que las cosas predestinadas no suceden? No, eso sería contradecirse. Si algo no sucede es porque no fue predestinado por Dios. Por lo tanto, si no ocurre un acontecimiento y la razón que se da es que no oramos para que eso sucediera, entonces la ausencia de la predestinación y la ausencia de la oración siempre coinciden.

Santiago 4:15 dice: “Si el señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello”. Es decir que la oración en ocasiones es la razón por la que algo ocurre, y “la voluntad de Dios” siempre es la razón por la que las cosas pasan. Lo cual significa que a veces cuando Dios quiere hacer algo, él no sólo predestina ese algo, sino que también predestina la oración para ese algo.

Por esencia, esto es lo mismo que decir que cuando Dios predestina que un clavo penetre en una tabla con los golpes de un martillo, él también predestina que el martillo golpee el clavo. Y es correcto decir que el clavo no entró porque el martillo no ejecutó el golpe. También es correcto decir que el clavo no entró porque Dios no predestinó que entrara. Cuando él predestina el efecto, por lo general predestina la causa humana.

Por consiguiente, no es contradictorio con la soberanía de Dios decir: una persona que pereció podría haber sido salvada, si hubiéramos orado por ella; o: una persona que pereció sin Cristo en Arabia Saudita podría haber sido salvada si alguien le hubiera compartido el evangelio. La predestinación no se puede usar para escapar de la responsabilidad de la salvación de los desorientados o perdidos –mediante la oración y la predicación–. Decir que alguien que pereció podría haber sido salvado si le hubiéramos compartido el evangelio no es una contradicción de la predestinación, al igual que decir que el clavo podría haber perforado la tabla si lo hubiera golpeado de lleno.

¿Por qué las personas creen que la doctrina bíblica de la predestinación se compromete al decir “los perdidos podrían haber sido salvados si hubiéramos dialogado con ellos”? Es una decepción darnos cuenta de que tan pronto como recreamos una “situación de lo que podría haber sido”, al preguntarnos “¿Y si hubiera orado?” o “¿Y si hubiera dado testimonio?” también recreamos los decretos de Dios que determinaron la “situación de lo que podría haber sido”. Si recreamos los decretos de Dios en la mitad de la situación no podemos imaginar que los demás decretos relacionados con los recreados no cambien. Así que si vamos a suponer que Dios decreta una predicación y una oración diferente, debemos suponer también la posibilidad de que Dios decrete un resultado diferente de esa predicación y oración, a saber, la salvación en lugar de la destrucción.

Aprendamos a orar y a evangelizar como si la eternidad dependiera de ello (la eternidad depende de ello),

Pastor John


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