¿Tengo que orar cada día?
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Olan Stubbs sobre Oración
Traducción por Javier Matus
¿Tengo que orar cada día? Muchos de nosotros luchamos de alguna forma con esta pregunta a lo largo de nuestras vidas cristianas. Si pedimos por deber para ganar las bendiciones de Dios, la respuesta es No. Los cristianos deberíamos quitar las palabras ganar, mérito y merecer de nuestro vocabulario cuando hablamos de nuestra aceptación en Cristo.
Si pedimos en desesperación, queriendo experimentar la presencia de Dios para fortalecer nuestra fe, capacitarnos para obedecer y profundizar nuestro gozo en Él, la respuesta es Sí. No preguntamos: “¿Es mi deber respirar cada día?”. ¡Respiramos cada día para sobrevivir! Hay un lugar para el deber en la vida cristiana, pero eso no debería ser lo que nos impulse a orar. Una relación íntima con Dios nunca prosperará en una atmósfera dominada por el sentido del deber.
Si las cosas principales que deseamos en la vida son salud, riquezas y niños atractivos, entonces no nos sentiremos espiritualmente desesperados. Si anhelamos amar a Dios con todo nuestro corazón y experimentarlo y crecer en semejanza a Cristo, debemos sentir la desesperación diaria impulsándonos a orar.
No conozco muchos ejemplos mejores de una oración desesperada y ferviente que David en el Salmo 63, donde vemos su conocimiento mental de Dios convertido en una experiencia del corazón.
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La oración implica sed
Esto probablemente fue escrito mientras David huía por su vida de su rey o de su propio hijo Absalón. A menudo se necesitan dificultades en la vida para exponer nuestra necesidad espiritual. En el Salmo 63, David ora en medio de estas circunstancias. Pero la rutina de la oración simplemente no es suficiente para David. Él no está satisfecho diciendo: “Hoy marqué la casilla de tener mi tiempo diario con Dios”. Hay una sed en su oración para conectarse con Dios, comparable a la de un hombre sediento que vive en un desierto seco anhelando conectarse con el agua. ¿Es así como clamamos a Dios en oración?
Él recuerda que hubo ocasiones en las que adoró a Dios tan intensamente que pudo “ver” la gloria de Dios con los ojos de fe. Él medita en oración sobre el carácter y las obras de Dios.
David entonces recuerda que el amor salvador de Dios es mejor que la mejor vida que él pueda imaginar. Preferiría estar en una cueva y conocer el amor de Dios que en un palacio y estar lejos de Dios. Es interesante que, en toda esta oración, David no pide ninguna bendición física (aunque eso no tenga nada de malo). Él no pide ser restaurado a la ciudad de Jerusalén o tener paz física o prosperidad. Solo quiere adorar al Señor y sentirlo. Estos son los deseos en primer plano de su mente y corazón. ¿Es eso cierto de nosotros?
La oración implica satisfacción
Cuando David comienza a recordarse a sí mismo de la estabilidad y la firmeza del amor de Dios, empieza a alabar a Dios de nuevo. En el Salmo 63:5 David dice que enfocarse en Dios en oración hasta que nuestro corazón comienza a adorar es en realidad como comerse una chuleta con toda su sabrosa grasa. Cuando no puede dormir por la noche, recurre a la adoración en vez de preocuparte para que su corazón se llene de gozo.
Él se recuerda a sí mismo de los tiempos de liberación pasada. Se siente como un pollito, cálido y seguro, que se esconde bajo las alas de su madre. David tiene un sentido de cercanía y protección de Dios, no solo un conocimiento académico de ello. Este es uno de los mayores gozos de toda la vida. Vale la pena perseverar diariamente en la oración para experimentar más de ello.
La oración implica aferrarse
Muchos de nosotros pensamos en la salvación de una manera estática: Confié en Jesús. No puedes perder tu salvación. Es el trabajo de Dios bendecirme. Trataré de no meterme en ningún pecado “mayor”. Ahora puedo dejar mi vida espiritual en piloto automático. Todo estará bien. La Biblia nunca enseña esto.
Más bien, Dios nos exhorta a una fe viva y activa. Él espera que tengamos una vida de oración desesperada y aferrada. Esto no implica una vida de oración mediante la cual trabajamos duro con nuestras propias fuerzas para torcer el brazo de Dios para que nos bendiga. Nada podría estar más lejos de la verdad. Su sostén mantiene nuestro aferramiento.
La oración implica la cruz
A menudo podemos sentir que la oración diaria desesperada se trata de un deber que tenemos que mantener para elaborar un currículum espiritual a fin de que Dios sea bueno con nosotros. Bíblicamente, debemos vernos a nosotros mismos como débiles, necesitados y todavía llenos de mucho pecado que mora en nosotros (Romanos 7:15). Si esto es cierto, no debemos tener confianza en nosotros mismos con respecto a que vamos a vivir fieles a Cristo cada día. Debemos despertar y rogarle que nos llene del Espíritu Santo.
El objetivo no es orar “lo suficientemente fuerte” para que Dios se condescienda a contestar nuestras oraciones. Más bien, el objetivo es permanecer en la oración lo suficiente para predicarnos la verdad a nosotros mismos acerca de la fortaleza y la salvación de Dios. La mejor manera de fortalecer nuestro agarre a Cristo es enfocarnos en cuán estrechamente Cristo nos ha agarrado en la cruz.
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