Cinco razones por las que el Padre silenciosamente dijo “No” al Hijo en Getsemaní

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English: Five Reasons the Father Silently Said “No” to the Son in Gethsemane

© The Gospel Coalition

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Por Thabiti Anyabwile sobre Salvación

Traducción por Misael Susaña


Una de las escenas más conmovedoras en todos los evangelios es la noche en la que el Señor del cielo y de la tierra cayó sobre su rostro con sudor como sangre, orando con agonía. Mateo 26:36-46 relata:

Entonces Jesús llegó con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí mientras yo voy allá y oro. Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse. Entonces les dijo: Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte; quedaos aquí y velad conmigo.

Y adelantándose un poco, cayó sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras.

Vino entonces a los discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Conque no pudisteis velar una hora conmigo? Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.

Apartándose de nuevo, oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si ésta no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad.

Y vino otra vez y los halló durmiendo, porque sus ojos estaban cargados de sueño. Dejándolos de nuevo, se fue y oró por tercera vez, diciendo otra vez las mismas palabras.

Entonces vino a los discípulos y les dijo: ¿Todavía estáis durmiendo y descansando? He aquí, ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. ¡Levantaos! ¡Vamos! Mirad, está cerca el que me entrega.

Tres veces el Hijo de Dios pide al Padre que pase la copa de la ira de Dios. Tres veces el cielo permaneció en silencio. Pero en el silencio del aire frío de la noche, un inconfundible “no” pudo escucharse. No, no fue posible pasar la copa y lograr la misión. No había otra manera.

Pero, ¿Por qué? ¿Por qué no hubo otra manera posible para un Dios omnipotente? ¿Por qué Jesús tuvo que beber la copa?

Cinco respuestas se presentan:

Contenido

1. El Padre responde “No” porque necesitamos un Sumo Sacerdote que pueda identificarse con nosotros.

“Porque ciertamente no ayuda a los ángeles, sino que ayuda a la descendencia de Abraham. Por tanto, tenía que ser hecho semejante a sus hermanos en todo, a fin de que llegara a ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote en las cosas que a Dios atañen, para hacer propiciación por los pecados del pueblo. Pues por cuanto El mismo fue tentado en el sufrimiento, es poderoso para socorrer a los que son tentados” (Heb. 2:16-18).

“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado” (Heb. 4:15).

2. El Padre responde “No” porque Jesús es el único posible mediador entre Dios y el hombre.

“ya que la mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo” (Rom. 8:7).

“Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre” (1 Tim. 2:5).

“Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos” (Hechos. 4:12).

3. El Padre responde “No” porque de otra manera no hubiera expiación por nuestro pecado.

“Por tanto, tenía que ser hecho semejante a sus hermanos en todo, a fin de que llegara a ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote en las cosas que a Dios atañen, para hacer propiciación por los pecados del pueblo” (Heb. 2:17).

“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados” (1 Juan. 4:10).

4. El Padre responde “No” porque no hubo otra manera de reivindicar su propia justicia.

“a [Jesús] Dios exhibió públicamente como propiciación por su sangre a través de la fe, como demostración de su justicia, porque en su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente, para demostrar en este tiempo su justicia, a fin de que El sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús” (Rom. 3:25,26).

5. El Padre responde “No” porque no hubo mejor manera de revelar la gloria mutua del Padre y del Hijo.

“Entonces, cuando salió, Jesús dijo: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en El. Si Dios es glorificado en El, Dios también le glorificará en sí mismo, y le glorificará enseguida” (Juan. 13:31,32).

“Estas cosas habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te glorifique a ti... Yo te glorifiqué en la tierra, habiendo terminado la obra que me diste que hiciera. Y ahora, glorifícame tú, Padre, junto a ti, con la gloria que tenía contigo antes que el mundo existiera” (Juan. 17:1,4,5).

¿Por qué me alegro de que el Padre permaneciera en silencio?

No debemos pensar que ninguna respuesta fue dada en esa asombrosa noche en Getsemaní. Ni debemos pensar que el silencioso “No” del Padre indicó abandono sin propósito, como si Dios el Padre fuera un Divino Padre cansado. Debemos entender que el único Padre perfecto encontró motivo de negar al único Hijo perfecto porque tal negación logró sólo los fines perfectos –un perfectamente calificado Sumo Sacerdote, reconciliación a través del único mediador Dios-hombre, expiación amorosa para los pecados de los hombres, la reivindicación de la justicia del Padre, y la siempre redundante gloria del Padre en el Hijo y del Hijo en el Padre–. ¡La respuesta silenciosa del Getsemaní será escuchada eternamente en las alegres alabanzas del universo!

Porque el Padre respondió “No”, los pecadores tienen un Sumo Sacerdote perfectamente compasivo en todas sus debilidades, misericordioso y fiel. Tenemos a Uno al cual podemos acercarnos para hallar gracia. Porque el Padre respondió “No”, tenemos a Uno que permanece entre nosotros en todas nuestras impiedades y Dios en toda su santidad, para reconciliarnos y reunirnos como amigos en vez de rebeldes. Porque el Padre respondió “No”, aquellos que tienen fe en Cristo nunca necesitan temer la ira del Padre otra vez; Su ira ha sido completamente satisfecha en la expiación del Hijo. Porque el Padre dijo “No”, estamos seguros de que nuestra aceptación ante Dios descansa sobre fundamentos completamente legítimos –sin trucos, sin lagunas, sin ficción jurídica, sin injusticia que amenace o cuestione el intercambio de nuestro pecado por la justicia de Jesús–. Porque el Padre respondió “No”, disfrutaremos para siempre y compartiremos la gloria del Padre y del Hijo en los interminables y eternos años venideros.

Me alegro mucho de que el Padre dijera “No”.



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