Detrás de la imagen heroica
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Liderazgo Espiritual
Una parte de la serie Taste & See
Traducción por Faudy Gonzalez
¿Existe alguna virtud en descubrir la maldad de grandes hombres? De seguro, nada gratificante, pero sí de alertar. Sé en mi cabeza que los papeles serán cambiados algún día –los últimos serán los primeros. “Lo que es exaltado entre los hombres es abominación para Dios.” Será claro al final. Cualquier cosa para hacerlo más claro ayudará.
Bueno, vamos a profundizar y tomar algunos ejemplos. Robert Lowell ganó premios Pulitzer por colecciones de su poesía en 1946 y 1973. Una biografía reciente hace memoria que Lowell estuvo hospitalizado en repetidas ocasiones por ataques de ira y depresión en su adultez temprana. Derek Walcott dijo en la Revisión de Libros de Nueva York que Lowell podía tiranizar amigos y enemigos de la misma forma, con un comportamiento que era cruel e impredecible. Fue infiel a sus esposas y las amantes que ocasionalmente las reemplazaban.
John Berryman, un poeta y crítico en la facultad de la Universidad de Minnesota, batalló con el alcohol y la decepción a lo largo de su adultez, y eventualmente, saltó de un puente en el invierno de 1972.
Delmore Schwartz (1913-66), otro poeta americano, sufrió de paranoia y estaba convencido de que Nelson Rockefeller abandonó secretamente a su segunda esposa. Murió en el corredor del hotel Dixie en la ciudad de Nueva York, donde su cuerpo reposó sin ser reclamado por dos días.
La enciclopedia de Columbia dice que W. H. Auden “se posiciona entre las mayores figuras literarias del siglo 20.” En sus últimos años, Auden gastó mucha de su energía en borracheras y homosexualismo. Cuando él descubrió que Chester Kallman, su pareja homosexual de toda la vida, le estaba engañando con otra persona, estuvo a punto de asesinarlo, tiempo después se lo confesó a Kallman.
La razón por la que me he referido a los poetas es simplemente porque recientemente leí un artículo de Roger Lundin que se enfocaba en poetas. Pero no se mencionaba nada sobre sus vicios. El famoso teólogo suizo Karl Barth tuvo un sostenido romance con su secretaria. Y Hannah, la esposa de Paul Tillich, explica como poco después de la muerte del famoso teólogo, descubrió su colección de pornografía y recuerdos de sus conquistas amorosas. “Abrí sus cajones. Todas las fotos de mujeres cayeron al suelo, cartas y poemas, con conversaciones apasionadas y de disgusto”
Tres lecciones: 1) Escoja sus héroes con sumo cuidado. 2) La grandeza en los ojos de Dios es algo muy diferente a la grandeza en los ojos del hombre. 3) “El que piense que está firme, mire que no caiga”
Atento con usted,
Pastor John
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