Donde están las cosas salvajes
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Greg Morse sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Ian Bepmale
Sin bueyes el granero está vacío; Mas por la fuerza del buey hay abundancia de pan. (Proverbios 14:4)
Lo creas o no, este texto nos enseña sobre la crianza de los hijos. Habla del hogar.
Específicamente, puede servir como versículo de vida para algunas madres con niños pequeños. Cuanto más vivaces y coloridas sean las personalidades de tus hijos, o cuanto más alérgicos sean al orden y al juego sedentario, más oportuno llega este versículo a tu alma. Madres que viven en el callejón sin salida donde se agota el ingenio, quizás con varios preciosos varoncitos, ustedes ya saben quiénes, dejen que la palabra de Dios corte las expectativas poco realistas y les otorgue paz. Podemos reescribir el principio así: "Donde no hay niños, la casa está limpia".
El hogar menos limpio
Donde no hay bueyes, el pesebre está limpio. Donde ninguna bestia frecuenta el establo, el establo permanece prístino. Cuando las perreras no tienen mascotas, cuando los nidos no tienen pájaros, cuando las habitaciones no tienen niños, la limpieza no requiere esfuerzo. Administrar un hogar es más fácil cuando aquellos bajo tu responsabilidad no pasan parte del día deshaciendo lo que tú haces.
Cuando consideramos solo el orden de la casa, los niños pequeños son amotinadores, conspiradores y saboteadores. Su creatividad rara vez se despliega tan plena, constante e impresionante como cuando inventan nuevos planes para desordenar lo que antes estaba limpio. En un abrir y cerrar de ojos, colorean las paredes y el techo como la Capilla Sixtina. Con precisión militar, dejan Legos esparcidos por el suelo como minas terrestres para ser descubiertas en la oscuridad de la noche. Pegan cosas que Dios nunca quiso unir. Y coordinan sus ataques, jamás son tan buenos amigos como cuando siembran caos. Si todas las madres sueñan con salas de estar impecables, cocinas ordenadas y baños brillantes, ningún niño comparte este sueño.
Donde no hay niños, la casa está limpia. Donde no hay cositas salvajes, la camioneta tiene mejor valor de reventa, el jardín no está decorado con juguetes, los asientos del inodoro requieren poco mantenimiento, y la casa no está perpetuamente en estado de “usado”. El principio asume que donde estas pequeñas criaturas de alegría andan, la casa estará menos ordenada. Hay más trabajo en una casa llena, especialmente cuando los niños son pequeños y están cercanos en edad. Les disciplinamos, les enseñamos a limpiar y les damos límites que no deben ser cruzados, pero todavía son niños. Hacen desorden con mayor eficiencia de la que la mayoría de nosotros puede ordenar.
Así que hablemos de ello: tus expectativas para tu hogar. Perfeccionistas, ¿estamos teniendo en cuenta quién vive en nuestra casa? Donde no hay bueyes, el pesebre está limpio; donde hay muchos bueyes, está, bueno, menos limpio. El problema surge cuando quienes tienen bueyes en su hogar mantienen estándares de limpieza como si no los tuvieran.
Oh, Martas, están ansiosas por muchas cosas. Y con cada nuevo hijo, nuevas ansiedades acechan a la puerta. Su deseo es dominarte. Tienes nuevas responsabilidades y menos tiempo para mantener las anteriores. Muchas de ustedes son mujeres dignas, “la mujer sabia edifica su casa” (Proverbios 14:1). Pero respira, querida hermana, querida madre. Con niños pequeños, la casa no puede estar lista para una sesión de fotos.
No pretendo entrometerme. Habla con tu esposo y conversen sobre expectativas. Mi esposa y yo nos beneficiamos de discutir cuáles deberían ser nuestros estándares para nuestro hogar en esta época de la vida. En esta época de la vida es clave.
En mi pequeña encuesta, parece que una esposa a menudo trabaja bajo un estándar que supera con creces el de su esposo, tal vez con la vista puesta en otras mujeres que la visitan. De ahí el alivio del proverbio. La sabiduría presume lo que es obvio: más criaturas en el establo significa más desorden, lo que significa más trabajo, lo que significa menos capacidad para mantener las cosas intactas. La estética del hogar es parte del "costo" de los pequeños tesoros. Pero cuando surge la tentación de vivir según ideales de Pinterest, el proverbio recuerda que esos pequeños desordenadores valen la pena.
El hogar abundante
Sin bueyes el granero está vacío; Mas por la fuerza del buey hay abundancia de pan. (Proverbios 14:4)
Madres abrumadas, están cansadas porque ser madre es difícil, pero recuerden su bendición. Las bancas están llenas de mujeres jóvenes, de mediana edad y mayores que desearían estar en su lugar. Cambiarían camas tendidas por bebés en un instante. La casa silenciosa y ordenada puede ser para ellas una tristeza. Sus nidos ya se han vaciado, solo quedan hermosos recuerdos del desorden, o sus nidos nunca tuvieron pajaritos.
Cómo anhelan volver a escuchar el canto. Madres jóvenes, tengo buena autoridad para decirles que, si viven lo suficiente, extrañarán estos días de bendita ineficiencia. Mantengan perspectiva en medio de la neblina.
El énfasis está en la segunda parte del proverbio: sí, los bueyes traen desorden y trabajo duro, pero también traen abundante cosecha. La vida puede ser más desordenada, pero nuestras vidas son más poderosas. Los hijos, como los bueyes, añaden fuerza después de muchos años de inversión. A medida que los formamos en el temor del Señor, y él mismo también los forma, se convierten en miembros productivos del hogar y de la sociedad. Siempre nos agregaron alegría; ahora añaden incremento. Con mucho gusto sacrificamos la comodidad y los hogares impecables por el tesoro mucho mayor de tener hijos, no bueyes, sino almas inmortales.
Muchos en la generación joven no creen que los hijos sean un activo. Los ven como un pasivo; los hijos asesinan el tiempo libre y desordenan la vida. El perro es menos exigente, razonan; su jaula es más fácil de limpiar y su vida menos demandante. Y los perros viven menos y son más simples de reemplazar. Así, parejas fértiles crían a su “hijo-perro” como miembro de la familia en lugar de tener hijos. Pero, como agrega la Biblia de Estudio Diario Vivir : “La única manera de mantener tu vida libre de problemas con personas es mantenerla libre de personas. Pero si tu vida está vacía de personas, es inútil; y si vives solo para ti, tu vida pierde su sentido... ¿Está tu vida limpia pero vacía?”
Nuestras vidas serán más desordenadas. Nuestros planes se descarrilarán; nuestras noches serán devoradas inesperadamente. A menudo pagaremos el costo con amistades inseparables, el tiempo libre y las noches que pasamos solo con nuestro cónyuge. Pero vale la pena. Los hijos son una inversión que conduce a la abundancia.
=El hogar del Padre
Estos días también pasarán, me dicen. Llegarán días cuando los niños podrán subirse solos al auto y prepararse el desayuno. Podrán ir al baño durante el sermón y ordenar sus cuartos sin añadir confusión al caos. Y en ese día, cuando podamos reunirnos alrededor de la mesa sin cunas, sillitas altas ni baberos, podremos testificar de la bondad y fidelidad del Señor que nos dio los unos a los otros.
En esos días de independencia, miraremos atrás con cariño a sus tiempos de dependencia. Y, por la gracia de Dios, daremos gracias por temporadas que se sintieron como trabajo desagradable, porque produjeron cosecha. El incremento y la abundancia embellecerán el recuerdo del desorden. Hasta entonces, el pesebre, la casa y el auto estarán menos limpios de lo que quisiéramos.
Como pensamiento final, considera nuestro tema a la luz del corazón de Dios, que lo movió a hacer de este mundo caído su hogar. Él podría haber evitado todo este desorden de pecado, muerte y redención; podría haber librado a su Hijo y poblado la tierra solo con cachorros, si hubiera decidido no hacernos. Pero nos hizo. La tierra podría haber permanecido limpia de guerras, de fealdad y de contaminación si él hubiese terminado todo con el diluvio. Donde no hay personas ni ángeles caídos, la tierra es tan limpia como el cielo.
Pero Dios soportó, venció y trajo abundancia eterna. Cristo tomó sobre sí nuestro pecado para que pudiéramos tomar sobre nosotros su perfecta pureza. A su manera, nuestra alegre crianza en un reino menos limpio de lo que debería ser, de lo que será algún día, entra como un tenue eco de esa perfecta historia.
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