El Camino es duro, pero Él es fuerte
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Jon Bloom sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Adriana Blasi
«El camino es duro», dijo Jesús (Mateo 7:14)
En nuestra época pensábamos que conocíamos el significado de «duro». El significado sería riguroso, demandante o extenuante. Jesús nos indicó que el camino sería duro y junto con Santiago y Juan respondimos (quizás no en palabras, pero sí con atrevimiento), «podemos» (Mateo 20:22).
Pero al igual que Santiago y Juan, no sabíamos en verdad a lo que nos exponíamos. Al igual que los novatos estábamos convencidos que entendíamos en qué consistía la guerra. La guerra es dura. La guerra es un infierno. En especial cuando luchas contra el infierno.
No comprendimos qué implicaba luchar contra el infierno hasta que nos vimos involucrados. Entonces se desató un infierno y descubrimos que el caos de la guerra es una experiencia muy diferente que aquella que se estudia.
Los demonios no conocen la galantería. Son crueles y esconden su crueldad dentro de un caballo de Troja del placer y el confort, ofreciendo «sabiduría» y «seguridad», pero en realidad ofrecen adulación y vergüenza. Ellos ofrecen una guerra de guerrilla y espionaje. Ellos ofrecen una guerra psicológica y de seducción. Lo de ellos es una guerra biológica y un chantaje.
El objetivo primario del infierno
El objetivo primario del infierno es destruir la fe en Dios. Todas sus estrategias complejas y todas sus energías diabólicas se enfocan una sola cosa: quebrantar el poder de la palabra del Señor, minando nuestra confianza en ella. El universo fue creado y se mantiene por la Palabra de Dios (Juan 1:3; Hebreos 1:3), de manera que el infierno deberá quebrantar el poder de la Palabra de Dios si quiere triunfar.
Por tal motivo, nos encontramos luchando contra un enemigo que constantemente procura alterar nuestra percepción de la realidad. Esta es la razón por lo cual esta lucha es una experiencia tan surrealista y por momentos terrible.
El infierno libra una guerra de distorsión. Procura que las cosas más destructivas sean seductoras. Procura que las cosas más geniales parezcan por demás aburridas. Procura que las cosas de mayor confianza parezcan poco confiables. Procura mostrar que, la única fuente verdadera es la felicidad, parezca una fuente seca; y una cisterna rota, parezca una fuente de refrigerio. El infierno procura mostrar que el mismo infierno es entretenido.
El infierno libra una guerra de desorientación. A través de la tentación, condenación, intimidación, desaliento, desánimo, duda, enfermedad, debilidad y agotamiento, los poderes espirituales del mal apelan a nuestro orgullo y vergüenza para mantenernos confundidos y cambiar nuestra voluntad. De manera que, si cambiamos nuestro foco en la verdad, perdemos nuestra confianza y podríamos perder nuestra fe.
El infierno libra una batalla de desconfianza Una de las maneras más dolorosas de la vida espiritual, es la manera en que el infierno se infiltra en nuestras relaciones. Busca corromper la confianza, que es la manera en que opera. Los matrimonios se separan, las familias se distancian, las amistades se quebrantan, las iglesias se dividen y los movimientos se descarrilan a medida que el pecado los contamina y siembran desconfianza para continuar cosechando estas divisiones. Y una vez en el horno, normalmente perdemos noción de quién es el enemigo, y terminamos peleando contra sangre y carne.
La Palabra por encima de todos los poderes terrenales
Jesús tenía razón: El camino es duro — más duro de lo que imaginamos.
Pero Jesús también tenía razón acerca de algo más: «las puertas del Hades no prevalecerán» (Mateo 16:18). El camino es duro, pero es seguro. Esto es porque el Camino (Juan 14:6) es la Palabra (Juan 1:1).
Y la Palabra es insondable.
Todas las fuerzas del infierno, con todas las distorsiones que puede fabular, junto con la confusión que crea y la desconfianza que siembra, no pueden quebrantar la Palabra de Dios. Martin Luther tenía razón acerca del diablo: «una pequeña palabra hará que caiga». Pero esa palabra no es tan pequeña. Porque la Palabra es Dios mismo (Juan 1:1).
Y la Palabra vino a destruir la labor del enemigo (1 Juan 3:8).
¡Qué paradoja! La Palabra de Dios destruyó la obra del enemigo al quebrarse. Sí, toda la cólera del infierno se manifestó sobre la Palabra de Dios desde Getsemaní hasta el Calvario, y la Palabra se quebró. Pero no se quebró de la manera que el infierno procuró quebrantarla. El infierno trató de comprometer la Palabra, pero la Palabra se mantuvo fuerte al quebrarse. Porque al quebrarse, la Palabra de Dios mantuvo inquebrantable la palabra de Dios, el Gran Pacto de Dios, y la justicia cósmica se sostuvo para que Cristo manifestara su justicia «y de este modo es justo y, a la vez, el que justifica a los que tienen fe en Jesús». (Romano 3:26).
La Palabra está por encima de todos los poderes terrenales, y choca con las puertas del infierno.
El camino puede ser difícil para nosotros. Pero el Camino enfrentará al infierno.
La llave para obtener claridad ante la distorsión del infierno, nuestro foco frente a la desorientación que genera es la perseverancia y el amor sacrificial, es escuchar la Palabra de Dios y apropiarnos de las palabras de Dios en la Biblia. La Palabra es nuestro refugio (Salmo 18:30), la Palabra es nuestra paz (Hechos 10:36; Filipenses 4:7) y la Palabra es nuestra espada (Efesios 6:17).
Debemos recordar que el infierno está detrás de una sola cosa: nuestra fe. Y debemos recordar que venceremos al infierno a través de una sola cosa: nuestra fe (1 Juan 5:4). Jesús resumió nuestra defensa suprema contra el infierno en esta declaración: «Cree en Dios; cree también en mí» (Juan 14:1).
Por lo tanto, hoy:
Sé prudente, vigilante. Tu adversario el diablo acecha y como león rugiente, busca a quien devorar. Resístelo, firme en tu fe, sabiendo que tus hermanos alrededor del mundo están experimentando el mismo sufrimiento. Después que hayas padecido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Cristo, él mismo nos perfeccione, afirme, fortalezca y establezca (1 Peter 5:8–10).
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