El Sentir de Cristo: Buscando el Interés de Otros

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Sobre esta Traducción
English: The Mind of Christ: Looking Out for the Interests of Others

© Desiring God

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Por John Piper sobre Amando a los otros

Traducción por Desiring God


En el mensaje que expuse justo antes de salir de vacaciones, enfoqué mi esperanza en un tipo de cultura relacional en Bethlehem que diera lugar a la sabiduría, el tipo de sabiduría que nos ayudara a discernir cómo franquear temas complejos como la relación entre el bautismo y la membresía eclesiástica.

Contenido

La Sabiduría: Un Logro Relacional y Corporativo

Argumenté, a partir de Colosenses 3:16 y Santiago 3:13-18, que la sabiduría está caracterizada por la humildad, y la libertad de la ambición egoísta, del celo amargo, de la jactancia. En otras palabras, la sabiduría surge en las relaciones de humildad, amor, y servicio, no en donde hay celos y egoísmo. La sabiduría no es un logro solitario. Es un logro corporativo y relacional. Los solitarios no son sabios. La sabiduría es dada, encontrada, y forjada en el fuego de las relaciones comprometidas.

Esta es una definición de sabiduría que considero bíblica: la sabiduría es la habilidad del alma para percibir las formas de vivir que glorifican a Dios, exaltan a Cristo, apasionan con el evangelio, ayudan a las personas, con el conocimiento que Dios da. La sabiduría no es la habilidad de memorizar reglas bíblicas específicas del comportamiento. La sabiduría es necesaria porque muchas de nuestras decisiones no están explícitamente reguladas por una regla bíblica específica.

Vea tres ejemplos: las prioridades personales, la paternidad, y la política.

La Sabiduría en las Prioridades Personales, en la Paternidad, y en la Política

¿Cómo decide aplicar sus prioridades personales en lo que hace en cada minuto del día (comer, trabajar, ejercitarse, dormir, leer, entretenerse, conversar, evangelismo, orar)? No hay reglas específicas en la Biblia que dicten la proporción del tiempo que debe dedicarse a estas cosas.

¿Y en la paternidad? Me atrevo a decir que el 95% de las decisiones diarias específicas que enfrentamos en la paternidad no están expuestas para nosotros en las Escrituras. Pero tenemos que decidir. Los padres no podemos darnos el lujo de posponer cómo pensamos que debe educarse un niño. En cada hora estamos tomando decisiones en ese sentido.

¿Y en la política? Aquí no solo me refiero a cómo usted vota. Me refiero a cómo piensa acerca de tener su ciudadanía determinante en los cielos, no en Norteamérica ¿Cómo puede vivir en la tierra cuando su vida está oculta con Cristo en Dios (Colosenses 3:3), cuando es extranjero y peregrino en esta tierra (1ra de Pedro 2:11), y sin embargo se le llama a someterse a las autoridades existentes (Romanos 12:1), y a amar a su prójimo (Mateo 22:39), y a conducirnos honradamente (1ra a los Tesalonicenses 4:10-12), y a sojuzgar la tierra (Génesis 1:28)? ¿Cómo podemos estar en el mundo y no ser del mundo (Juan 17:15)? Este es un llamado a tener una extraordinaria sabiduría espiritual. Es un llamado para mí y para todos los ancianos: ¿Cómo ayudarán a Bethlehem a crecer así?

Nuestra Cultura Relacional

Así que hoy vuelvo al asunto de la cultura relacional de nuestra iglesia, un tipo de atmósfera relacional donde Dios se plazca en darnos sabiduría para nuestras prioridades personales y para nuestra familia, y para nuestra ciudadanía, en formas que le glorifiquen, exalten a Cristo, apasionen con el evangelio, y ayuden a las personas.

Les invito a leer conmigo la carta de Pablo a los Filipenses, capítulo 2. Lo que estoy a punto de mostrarles se lo he mostrado al liderazgo pastoral en nuestro Retiro de Oración y Planificación del 28 de Junio, y al personal de Desiring God el 25 de Junio, y a Noël y a Talitha mientras estudiábamos a Filipenses en las vacaciones. Se ha convertido en mi oración más implacable para mí en los últimos dos meses. Y creo que se acerca a lo que expresamos cuando hablamos de cultura relacional.

Está más claramente expresado en el versículo 4, y luego es ilustrado en las vidas de Jesús, Pablo, Timoteo, y Epafrodito. No digo que sea ilustrado incidentalmente, digo que Pablo ilustra intencionalmente el versículo 4 al mencionar a Jesús, a sí mismo, a Timoteo, y a Epafrodito. Así que esto es lo que haremos. Veremos el versículo 4, y luego veremos, en Filipenses 2, cuatro formas en que es representado en cuatro vidas diferentes. Mi oración es que ustedes se unan a mí al hacer que esta sea nuestra oración: “Señor obra tan profundamente en mi corazón que yo sea liberado de las ataduras del egocentrismo y me disponga a buscar no solo mi propio interés, sino el interés de otros”.

Buscando el Interés de Otros

Vea el versículo 4: “no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás”. La palabra intereses es un relleno. En el original es un final abierto. Solo se especifica “lo suyo (algo)” o “lo de otros (algo)”. Así que pudiera ser: «no buscando cada uno sus propias ganancias financieras, o sus propia propiedad, o su propia familia, o su propia salud, o su propia reputación, o su propia educación, o su propio éxito, o su propia felicidad, no solo piensen en eso, no solo tengan deseos en ese sentido, no solo planifiquen en ese sentido, no solo busquen eso; busquen la ganancia financiera, y la propiedad, y familia, y la salud, y la reputación, y la educación, y el éxito, y la felicidad de otros».

En otras palabras, el versículo 4 es una forma de expresar las palabras de Jesús: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39). Es decir, hagan que otros sean el centro de su interés, planificación, y trabajo. Encuentren gozo en dar gozo a otros. Si está mirando televisión y su hijo dice: «¿jugarías conmigo?» No piense en cuán cansado está. Por medio de una voluntad apasionada con el evangelio y que exalta a Cristo, ponga el interés del niño antes del placer de su descanso.

Dando Más Importancia a Otros

Uno de los secretos de este modo de vida radical está en la segunda mitad del versículo 3: “Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo” (Filipenses 2:3). O como dice la Reina Valera: “estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”. Recuerdo cuando estaba en noveno grado pensando que eso era imposible. Mi hermana podía leer, me parecía, diez veces más rápido que yo. Yo estaba simplemente sorprendido de que ella pudiera leer toda la novela de los Gemelos Bobbsey en una noche (como 150 páginas). No hay manera, pensaba, que ella me pueda estimar a mí superior que a sí en su lectura. Pero obtuve un A en Álgebra, y mi hermana tuvo problemas. Así que no había manera en que yo pudiera estimarla a ella como superior en Álgebra.

Pero yo no comprendía el punto. La idea no era que otros son. La idea es estimar como. Y el enfoque no está en cómo ellos leen, o hacen matemáticas, o alguna otra habilidad o característica. La idea es: ¿Los estimarás como dignos de tu ayuda y ánimo? ¿No son dignos? ¿Pero los estimarás como dignos? ¿Serviré a mi hermana? ¿Buscaré no solo mis intereses sino los de ella? ¿Le animaré y tomaré tiempo para ayudarle y fortalecerla? ¿Dejaré de lanzar obstáculos a la autopista y mostraré interés en ella?

La Humildad y su Fuente, la Cruz

¿Y de dónde proviene el compromiso orientado hacia otros? El versículo 3 dice: “con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo”. Proviene de la humildad. Literalmente de la modestia. Este es el gran antónimo de la sensación de privilegio o derecho. La humildad es lo contrario a «estás en deuda conmigo, estás obligado conmigo». Pablo dijo: “Tengo obligación tanto para con los griegos como para con los bárbaros, para con los sabios como para con los ignorantes” (Romanos 1:14). En otras palabras, ellos no tenían una obligación con él. Él tenía una obligación con ellos.

¿Por qué? ¿Por qué los cristianos viven con una humilde sensación de que debemos un servicio a los demás, en lugar de que nos lo deban a nosotros? La respuesta es que Cristo nos amó y murió por nosotros y nos perdonó y nos aceptó y nos justificó y nos dio vida eternal y nos hizo herederos del mundo cuando en nada estaba obligado con nosotros. Nos trató como dignos de su servicio, cuando no éramos dignos de su servicio. No solo tuvo en cuenta sus propios intereses, sino los nuestros. Nos consideró mayores que a sí mismo: “¿cuál es mayor [dijo], el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No lo es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, entre vosotros yo soy como el que sirve” (Lucas 22:27).

De ahí proviene nuestra humildad. Nos sentimos sobrecogidos por la gracia de Dios: la gracia demostrada en la cruz, y la gracia entregada en cada momento por la promesa de nuestro eterno futuro. Los cristianos están estupefactos en la gracia. Hemos sido gratuitamente servidos, gratuitamente servimos.

Así que la característica fundamental de la cultura de nuestra iglesia debiera ser Filipenses 2:4: “no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás”. Este es el sentiro sentimiento que debiéramos tener al vivir juntos. Es la atmósfera relacional donde Dios dará sabiduría para la difícil obra de vivir en este mundo.

Cuatro Ejemplos del Sentir de Jesús

Ahora vea rápidamente cuatro ejemplos de este modo de pensar. Solo podremos vislumbrarlo. Pero después puede, teniendo este versículo en mente, leer más lentamente este capítulo, y verá, en la manera en que cuatro veces lo ilustra, cuán importante es para el propósito de Pablo.

1. Jesús

Primero está Jesús mismo. Versículos 5-9:

Haya, pues, en vosotros esta actitud [¡la actitud del versículo 4!] que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo [literalmente se vació de sí mismo] tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. 8 Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo [se deshizo de todos sus privilegios legítimos], haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

Si alguna vez batalla con la humildad o la abnegación o el servicio a aquellos que son difíciles de amar, piense en esta imagen de Cristo. Esto es lo que él hizo por usted. Él es el gran ejemplo del versículo 4: “no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás”. Esto es lo que hizo cuando vino a morir en nuestro lugar.

Para estar seguros, los versículos 9-11 muestran que él fue gloriosamente recompensado por este servicio en que se despojó aun hasta la muerte: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, 10 para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:9-11). Y también será cierto para usted: “Y cualquiera que se ensalce, será humillado, y cualquiera que se humille, será ensalzado” (Mateo 23:12).

2. Pablo

En segundo lugar está el ejemplo de Pablo mismo. Versículos 17-18:

Pero aunque yo sea derramado como libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me regocijo y comparto mi gozo con todos vosotros. 18 Y también vosotros, os ruego, regocijaos de la misma manera, y compartid vuestro gozo conmigo.

Pablo amaba a su iglesia. Amaba a todas las iglesias. Y cada murió día para servirles: “cada día estoy en peligro de muerte” (1ra a los Corintios 15:31). Comparó su vida a una libación derramada en sacrificio por su fe. En otras palabras, él no solo se preocupaba por sus propios intereses; se preocupaba por la fe de ellos y estaba dispuestos negarse una y otra vez, y a morir al final, para que fuera fuerte la fe de ellos.

3. Timoteo

En tercer lugar está el ejemplo de Timoteo. Y aquí las palabras hacen una alusión explícita al versículo 4. Vea cómo Pablo contrasta a Timoteo con otros. Versículos 19-22:

Mas espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo, a fin de que yo también sea alentado al saber de vuestra condición. 20 Pues a nadie más tengo del mismo sentir mío y que esté sinceramente interesado en vuestro bienestar [literalmente: interés, cosas]. 21 Porque todos buscan sus propios intereses [así es exactamente como habla en el versículo 4], no los de Cristo Jesús. 22 Pero vosotros conocéis sus probados méritos, que sirvió conmigo en la propagación del evangelio como un hijo sirve a su padre.

Oh cuánto oro para que este sentir de Cristo (preocuparse no solo por los intereses propios, sino por los intereses de otros) no sea tan raro en Bethlehem como lo fue en la experiencia de Pablo: “todos buscan sus propios intereses”; “a nadie más tengo del mismo sentir mío” ¿Se me uniría usted, con todo su corazón, para orar por esto y buscar y desearlo en el poder del Espíritu de Dios? Que esta sea la característica de la cultura relacional de nuestra iglesia.

4. Epafrodito

Finalmente, veamos el ejemplo de Epafrodito. Versículos 25-30:

Pero creí necesario enviaros a Epafrodito, mi hermano, colaborador y compañero de milicia, quien también es vuestro mensajero y servidor para mis necesidades; 26 porque él os añoraba a todos vosotros, y estaba angustiado porque habíais oído que se había enfermado [vea cuán sorprendente le dominaba los intereses de ellos: no estaba angustiado por estar enfermo, ni estaba angustiado por que ellos no sabían que él estaba enfermo, como la mayoría de nosotros que queremos que los demás sepan si estamos enfermos; ¡él estaba angustiado porque ellos oyeron que él estaba enfermo! ¿Estarían demasiado preocupados? ¿Temerían que muriera? En su corazón estaban los intereses de ellos]. 27 Pues en verdad estuvo enfermo, a punto de morir; pero Dios tuvo misericordia de él, y no sólo de él, sino también de mí, para que yo no tuviera tristeza sobre tristeza. […] 29 Recibidlo, pues, en el Señor con todo gozo, y tened en alta estima a los que son como él; 30 porque estuvo al borde de la muerte por la obra de Cristo, arriesgando su vida para completar lo que faltaba en vuestro servicio hacia mí.

La Belleza de Velar por el Interés de Otros

Aquí tiene cuatro ilustraciones de que lo que anhelo ser, y lo que deseo que sea nuestra iglesia. Llámenle ‘el sentir de Cristo’. Llámenle ‘el factor dos-cuatro’ (Filipenses 2:4). Llámenlo como deseen. Es hermoso.

Y será hermoso en nuestras prioridades personales y familias y política cuando Dios haga que su reino crezca entre nosotros donde está tan vivo el sentir de Cristo. Señor, hazlo. Por amor de Cristo. Amén.


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