El Siervo del Señor II

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English: Servant of the Lord II

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Por Ligonier Ministries Staff sobre Jesucristo
Una parte de la serie Tabletalk

Traducción por Javier Matus


“Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5).
- Isaías 53:4-11

Hoy vamos a continuar nuestra discusión de Isaías 53. Este pasaje revela el significado del nombre “Siervo del Señor”, el cual es uno de los muchos nombres de Jesús.

En Isaías 53:4 tenemos una explicación de por qué Jesús es un “varón de dolores” y “experimentado en quebranto” (v. 3). Se nos dice que Él conoce el quebranto, porque Él lleva nuestros quebrantos y dolores. Él es “herido por Dios” por nuestras rebeliones y “molido por nuestros pecados” (v. 5). Note que no es algún pecado en Jesús que causa este castigo. Más bien, el Padre castiga al Hijo por los pecados que hemos cometido, los pecados que se le imputaron en la Cruz.

El versículo 5 nos dice también que somos sanados por las llagas de este Siervo. Las llagas se refieren a las palizas horribles que Jesús recibió como parte de Su crucifixión (Marcos 15:15). Notemos que la sanidad que proviene de la crucifixión no es sólo una sanidad espiritual. Para estar seguros, ciertamente recibimos el perdón de los pecados y la vida eterna como un resultado de la muerte de Cristo. Pero todo el cosmos también será renovado, y toda muerte, putrefacción y heridas serán eliminadas como un resultado de la muerte de Jesús. Por lo tanto, la sanidad física también fluye de la Cruz. Sin embargo, aunque deberíamos pedirle a Dios que nos sane físicamente, no podemos exigir o esperar que Dios siempre nos vaya a restaurar físicamente en esta vida. Porque sólo cuando Cristo regrese a consumar su Reino la salud física será una realidad eterna y permanente (Apocalipsis 21:1-4).

Los versículos 6 y 7 del pasaje de hoy nos dicen que todos éramos como ovejas que son propensas a descarriarnos sin la mano de un pastor que nos guíe. Pero Jesús, como el Siervo del Señor, llevó el castigo que merecíamos, convirtiéndose en un cordero en nuestro lugar. Se identificó con nuestra condición para que no tuviéramos que sufrir el castigo eterno.

Aunque el Siervo del Señor se sometió voluntariamente a esta humillación, fue sólo un sufrimiento temporal. Aunque Él fue muerto junto con hombres malvados, Su historia no termina ahí. Más bien, como nos dice el versículo 9, el Padre comenzaría a exaltar a Su Siervo dándole una sepultura con los ricos. Por otra parte, aunque fue la voluntad del Padre molerlo, el Padre no lo dejaría muerto. Más bien, el Siervo del Señor se levantaría de nuevo a la vida para que pudiera ver que su sufrimiento no fue en vano (vv. 10-11a).

Coram Deo

La expiación de Cristo nos ha sanado espiritualmente y físicamente. Aunque muchos de nosotros sufrimos de varias dolencias, el Siervo del Señor, Jesucristo, ha asegurado nuestra salud completa en Su sacrificio perfecto. Mientras anticipamos el regreso de Cristo, debemos regocijarnos en la verdad de que Dios nos sanará completamente.

Pasajes para Estudio Adicional

Ex. 15:26
Sal. 31:16
Mat. 9:27-31
Santiago 5:14-15



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