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English: Hope in Eternal Purity, Aim at Daily Purity

© Desiring God

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Por John Piper sobre Regeneration (New Birth)
Una parte de la serie Ask Pastor John

Traducción por Carlos Diaz


Transcripción de Audio

¿Cómo sabemos si en verdad hemos experimentado la realidad espiritual del nuevo nacimiento? ¿Cómo sé si Dios ha actuado en mi vida? Esta es una pregunta de vital importancia en nuestras vidas, y de entre todos los lugares, John Piper la abordó en un sermón navideño del año 2007. Enlazamos en el punto en que John Piper cita 1 Juan 5:12:

“El que tiene al Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida”.

Juan 1:14, 16, “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Pues de su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia”. De allí es de donde proviene nuestra vida. El Hijo, el verbo hecho carne, es nuestra vida. Éste es el testimonio.

¿Cómo sabemos que somos hijos de Dios? Bueno, ¿cómo sé que John Piper está vivo? ¿Es por mi certificado de nacimiento? ¿Alguien cree que está vivo porque tiene archivada su acta de nacimiento? No es por eso. Es porque respiramos.

Es exactamente lo mismo con Jesucristo. Sabemos que somos hijos de Dios porque respiramos. Estamos vivos. Le vemos por quien es Él. Le amamos por quien es Él. Confiamos por quien es Él. Le recibimos por quien es Él. Así es como sabemos que estamos vivos. El testimonio está dentro de nosotros. Y, de nuevo, ¿qué es el testimonio? 1 Juan 5:11, “Y el testimonio es éste: que Dios nos ha dado vida eterna”. Así es como lo sabemos. Estamos vivos en Él — vivos en Dios — y muriendo al pecado.

El objetivo del nuevo nacimiento es despertar la fe en el Hijo de Dios crucificado y encarnado. Y si no hubiera Hijo de Dios crucificado y encarnado, entonces no se llevaría a cabo el nuevo nacimiento, porque su propósito no sería posible. La encarnación del Hijo de Dios es necesaria porque la vida que tenemos en el nuevo nacimiento en unión con Él es la vida del Hijo, el Cristo encarnado.

Llego ahora al cierre con la justificación y la purificación. O, si se quiere, la antigua santificación. Pero la pureza es lo que se usa en este texto. Voy a utilizarla. 1 Juan 3:4–5, “Todo el que practica el pecado, practica también la infracción de la ley, pues el pecado es infracción de la ley. Y vosotros sabéis que Él se manifestó a fin de quitar los pecados, y en Él no hay pecado”.

Juan dice: Si han experimentado el nuevo nacimiento y, por tanto, sus corazones se han despertado con la esperanza en Jesucristo y no pueden esperar hasta que aparezca, porque todos sus pecados serán alejados y no estarán batallando nunca más en internet, ni con el orgullo, ni con el egoísmo ni con la amargura y el enfado en sus vidas, entonces serán libres y como Él — si esa es la pasión de sus vidas. 1 Juan 3:2–5 lo dice explícitamente: Si la pasión de sus vidas es ser purificados de todo pecado en presencia de Cristo en el futuro, sólo se están engañando a si mismos — si no desean que la pureza ocurra en sus vidas justo ahora. “Él va a mostrarse algún día, y entonces desearé ser puro de verdad”.

Solía jugar a esos juegos cuando era un niño. “Seré salvo cuando esté viejo, porque es aburrido ser salvo. Así que hazte salvo cuando seas viejo”. No. No sucederá. La dureza acabará cubriéndonos y perderemos toda capacidad para conocerle, verle y amarle — y Dios se retirará y pereceremos pensando que podemos arrepentirnos sobre nuestro lecho de muerte. Seremos como Esaú, rogando por arrepentimiento, y no será otorgado. No juguemos a ese juego. No lo hagamos si tenemos 30 años. No lo hagamos si tenemos 40, o 50 años. Y, desde luego, no lo juguemos si tenemos 60. No juguemos a ese juego.

Nos purificaremos a nosotros mismos, es decir, lucharemos. Nadie en esta sala es perfecto. Nadie será perfectamente puro antes de morir. La pregunta es: ¿Quién está luchando? ¿Quién está luchando? ¿Quién dice: “Sí, quiero que Jesús regrese”. “Quiero ser perfectamente como Él. Me entristece no ser más como Él de lo que lo soy. Voy a luchar contra el pecado ahora”? ¿Quién dice eso? Eso lo dicen los hijos de Dios. No me importa cuántas veces caigan, si se levantan hablando así, son hijos de Dios.


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