Por el amor de Dios, volumen 1/23 de julio
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 206 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1
Traducción por Arturo Valbuena M.
23 DE JULIO
Jueces 6, Hechos 10, Jeremías 19, Marcos 5
EL RELATO DE LA CONVERSIÓN de Cornelio ocupa mucho espacio en el libro de los Hechos. A medida que el Evangelio se mueve hacia fuera de sus confines judíos, cada paso es cuidadosamente trazado. Primero fueron los samaritanos, una raza mixta, con una visión peculiar de las Sagradas Escritura. (Se aceptan sólo el Tora, lo que llamamos el Pentateuco). Después fue el eunuco etíope, quién no podría ser un prosélito total pero, se podría decir, tal vez habría sido si no hubiera sido mutilado. Luego viene la conversión del hombre que va a ser el apóstol de los gentiles (ver 9:15). Aquí, en Hechos 10, es la conversión de un hombre temeroso de Dios, un gentil muy apegado a las Sagradas Escrituras y a la sinagoga judía, y quién habían optado por no ser circuncidado y por lo tanto un prosélito incondicional, un converso, al judaísmo.
El apóstol que Dios prepara para ir a Cesarea, y predica el evangelio a Cornelio y su familia es Pedro. La repetida visión de Pedro se refiere a la comida impura. Tres veces se le dice que sacrifique y coma animales impuros, tres veces se niega, viéndose a sí mismo dentro de las prohibiciones alimentarias de la Ley. Muchos se han preguntado como Pedro pudo haber sido tan terco, teniendo en cuenta el hecho de que, de acuerdo con Marcos 7:19, Jesús ya había pronunciado una frase declarando puros todos los alimentos. Pero no está muy claro que sus discípulos entendieron las ramificaciones de lo que expresó Jesús en ese momento. Marcos escribe más tarde, alrededor del año 60 A. C., mucho después del episodio de Cornelio, y, reflexionando sobre lo que dijo Jesús, Marcos percibe las implicaciones de las palabras de Jesús que no fueron entendidas en ese momento. Incluso la misión de llevar el Evangelio por todas partes, o la insistencia de Jesús de que la gente viniera de todas partes del mundo y unirse a los patriarcas en el reino de los cielos (Mateo 8:11), no concretó todo para los apóstoles. No es de extrañar, entonces, de que Pedro a esta etapa todavía está arreglando cosas.
Así que se despierta y se pregunta cuál es el significado de la visión. Un incidente providencial aclaró ese punto. Los judíos kosher siempre estaban nerviosos en casa de un gentil, pero aquí Dios envía a Pedro, no sólo a visitar una casa de gentiles, no kosher, sino a predicar el Evangelio allí. Al principio, nadie está más sorprendido que Pedro (10:28 - 29, 34), pero no pasa mucho tiempo antes de que cambia a una presentación completa del Evangelio a estos gentiles. Incluso mientras que Pedro está hablando, el Espíritu Santo descienda sobre este hogar de gentiles como él había descendido a los judíos durante Pentecostés, y nadie está más sorprendido que Pedro y los judíos que viajaban con él (10:45-47).
El impulso inicial a cruzar las líneas de raza y patrimonio con el Evangelio de Jesucristo no surgió de un comité planificando la evangelización del mundo, sino de Dios mismo.
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