Por el amor de Dios, volumen 1/28 de julio

De Libros y Sermones Bíblicos

28 DE JULIO

Jueces 11, Hechos 15, Jeremías 24, Marcos 10

AQUÍ TRATARÉ DE COMPRIMIR DOS MEDITACIONES SEPARADAS en este espacio, uno en cada uno de los pasajes principales.

En Hechos 15, es muy importante entender cuál fue el conflicto acerca de lo que convocó lo que se ha conocido como “el Concilio de Jerusalén”. Algunos hombres judíos viajaron desde Judea a Antioquía y comenzaron a enseñar a los creyentes de allí que a pesar de creer en Jesús no podrían salvarse a menos que fueron circuncidados en el cumplimiento de la ley de Moisés (15:1). Más tarde, la historia ha dado a estas personas el nombre de los judaizantes.

Desde la perspectiva de los judaizantes, Jesús era el Mesías Judío, y uno no podía seguir este Mesías sin convertirse en judío. Sin duda, algunos judíos se sintieron amenazados por esta afluencia de gentiles no circuncidados en la iglesia. La propia identidad judía se encontraba en grave peligro de diluirse y aun perderse. Sin embargo, si estos gentiles se convirtieran todos en judíos, como ha sido señalado por la circuncisión, ese peligro se disolvería.

Sin embargo, el problema es más profundo que la cuestión de la identidad judía. Por último, se convierte en la cuestión de cómo toda su Biblia se forma. Los judaizantes elevan la ley de Moisés por encima de Jesús. Jesús podría ser aceptado como el Mesías, sólo si el resultado fuera un grupo de personas aún más devotamente comprometidas a obedecer la alianza de Moisés, las leyes alimentarias, la circuncisión, el culto del templo y todo lo demás. Por el contrario, los líderes señalan en otra dirección. La ley nunca fue bien obedecida por los judíos (15:10), ¿por qué imponerlo a los gentiles? Más importante aún, la revelación reflejada en la antigua alianza señala a Jesús. Él es su objetivo, no su siervo. Pedro recuerda a la multitud reunida que en el episodio de Cornelio, Dios derramó su Espíritu sobre los gentiles sin que hubieran sido circuncidados (15:7-8). El problema es, finalmente, la libertad de la gracia de Dios (15:11).

Los informes de Pablo y Bernabé son útiles. Santiago, el medio hermano del Señor Jesús, al parecer el jefe principal de la iglesia de Jerusalén, ofrece una exposición elocuente de un texto del Antiguo Testamento y su propio juicio pastoral (15:13-21). La combinación gana la batalla, aunque el argumento se aviva varias veces durante las próximas décadas. Comprenda estos problemas correctamente, y la Biblia toma forma.

Jueces 11:30-31, 34-40 es un muy buen ejemplo de una promesa que no se debiera haber hecho, y una promesa de que no se debe haber cumplido. A pesar de la fuerte insistencia bíblica que hay que guardar sus promesas, la promesa de hacer algo malo no se debe mantener, sino uno de debe arrepentirse de ella, para no cometer dos pecados en lugar de uno. Además, hay una prueba más del descendimiento en picada de la estupidez teológica y moral de Israel en los tiempos de los jueces.