La Admiración Nos Pone En Nuestro Lugar
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Paul Tripp sobre Ministerio Pastoral
Traducción por Manuel Bento Falcón
Es difícil exagerar la importancia de la admiración funcional de Dios en tu ministerio. La admiración a Dios es algo que evitará que una iglesia descarrile y sea distraída por los muchos asuntos que pueden desviar a cualquier congregación.
La admiración a Dios pone a la teología en su lugar. La teología es de vital importancia, pero nuestra admiración a la teología es peligrosa si no produce una admiración práctica a Dios. La admiración a Dios coloca las estrategias ministeriales de la iglesia en su adecuado lugar. No ponemos nuestra confianza en las estrategias, sino en el Dios de gloria impresionante que es la cabeza de la iglesia. La admiración de Dios pone los dones y experiencia ministeriales en el lugar adecuado. No puedo volverme más arrogante y presumir sobre mis dones, porque a menos que esos dones estén siendo alimentados por la gloriosa gracia del Dios que sirvo, no tienen poder para rescatar o cambiar a nadie. La admiración de Dios coloca nuestra música y liturgia en el lugar adecuado. Sí, deberíamos querer dirigir a la gente en adoración lo cual es tanto bíblico como atractivo, pero no tenemos poder para atraer de verdad el corazón sin la impresionante presencia del Espíritu Santo que impulsa y aplica todo lo que queremos hacer. La admiración a Dios pone a nuestros edificios y propiedades en el lugar adecuado. El como un edificio se construye, se mantiene, y se utiliza es muy importante, pero los edificios nunca han llamado o justificado a nadie---solamente un Dios de impresionante gracia soberana puede hacerlo. La admiración de Dios pone nuestra historia y tradiciones en el lugar adecuado. Sí, deberíamos ser agradecidos por las formas en que Dios ha obrado en nuestro pasado, y debemos buscar el retener las cosas que son una expresión propia de lo que él dice que es importante. Pero no descansamos en nuestra historia---solamente en el Dios de gloria que es el mismo ayer, hoy y para siempre.
Nuestra generación debe estar comprometida a encomendar la obra de Dios a la generación siguiente de forma que puedan ser rescatados y motivados por una gloria mayor que el típico catálogo de glorias que escogerían para ellos mismos.
Esperanza Para los Entumecidos a la Admiración
Es muy difícil predicar y moldear el ministerio de la iglesia de esta forma si la familiaridad ha producido una ceguera que te quita de forma efectiva la admiración a Dios. Es muy difícil dar lo que tú mismo no posees. En maneras en las que no siempre te das cuenta, tu ministerio está siempre siendo moldeado por lo que funcionalmente controla tu corazón. Si estás más motivado por la experiencia inspiradora de asombro de tener la estima y el respeto de la gente que te rodea, ministrarás de alguna forma que esté estructurada para obtener ese respeto, incluso aunque probablemente no te des cuenta de ello. Si tu corazón está gobernado por el impresionante poder que da el controlar las personas y situaciones a tu alrededor, trabajarás en tu ministerio por tener el control. Si tu corazón está más gobernado por el temor del hombre que por el temor de Dios, construirás un ministerio que levante muros de protección y un foso entre tu persona pública y tu vida privada. Si tu corazón se mueve más por la experiencia estimuladora de admiración de tener la razón teológicamente que por una admiración de Dios que vive en el centro de toda esa teología, serás un guardián teológico de la puerta que no pastorea bien a la gente problemática. Si tu corazón está gobernado por la envidia al ministerio inspirador de admiración de otro, ministraras desde una insatisfacción debilitante por la situación y lugar de tu llamado.
Recuerda, tu ministerio nunca es moldeado solamente por tus dones, conocimiento, habilidad y experiencia. También es moldeado por el estado de tu corazón. Por eso es importante reconocer que el ministerio local de la iglesia es una gran guerra de gloria. En toda situación, lugar, y relación de tu ministerio, hay una guerra luchándose por cual gloria atraerá tu corazón, y por tanto, cual dará forma a tu ministerio. Hay una guerra luchándose entre la admiración a Dios y todas las cosas que inspiran admiración creadas por Dios. La admiración a Dios te capturará a ti y a tu ministerio, o serán capturadas por algún tipo de admiración creada. A toda cosa gloriosa en la creación le fue dada su gloria por Dios de forma que funcionase como un dedo, apuntando a la única gloria que debería gobernar tu corazón---él.
Muchos pastores se vuelven entumecidos a la admiración, confundidos a la admiración, o secuestrados de admiración. Muchos pastores miran a la gloria y no ven más la gloria. Muchos pastores simplemente funcionan semanalmente porque no saben que más hacer. Muchos pastores predican un evangelio aburrido, falto de inspiración que hace que te preguntes por qué la gente no se duerme a través de él. Muchos pastores son mejores al discutir finos puntos de doctrina que en estimular una admiración divina en ti. Muchos pastores parecen estimularse más por la siguiente visión ministerial o el siguiente paso en un plan estratégico que en la impactante gloria de la gran intervención de la gracia en los corazones quebrantados por el pecado. Las glorias de tener la razón, de tener éxito, del control, de la estima, y la seguridad a menudo se vuelven más influyentes en el ministerio que las impresionantes realidades de la presencia, soberanía, poder y amor de Dios. Muchos pastores han perdido su admiración y o bien no lo saben o no saben como recuperarla. ¿Y tú?
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