La necedad de Asa
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper sobre Figuras Bíblicas
Traducción por Maria Luisa Yudice
2 Crónicas 16
- "Porque todo lo que fue escrito en tiempos pasados, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que por medio de la paciencia y del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza" (Romanos 15:4).
La esperanza en Dios y la confianza en Él
El propósito de Dios al darnos el Antiguo Testamento con todas sus historias y enseñanzas es ayudarnos a tener esperanza en Él. Este es mi propósito hoy al ver la historia del rey Asa. Lo opuesto a la necedad de Asa es la esperanza en Dios. Si podemos ver por qué fue una necedad por parte de Asa tener esperanza en el hombre y no en Dios nos sentiremos fuertemente alentados a no confiar en nosotros mismos o en lo que el hombre pueda hacer por nosotros, y nos sentiremos fuertemente alentados a confiar en Dios y en lo que Él puede hacer por nosotros, y no solo en lo que puede hacer por nosotros, sino también en lo que desea hacer por nosotros.
Preparación del mensaje
Cuando me senté a preparar este mensaje, tenía muy presente en mi mente la necedad de Asa. Me detuve, incliné mi cabeza y dije:
"Señor, tengo un texto y una idea en mente, tengo manos, una computadora, salud, energía y un día disponible sin interrupciones. Si confío en estas cosas –estas buenas cosas que Tú Mismo me has dado–, lo que las personas recibirán el domingo a la mañana será cosas que el hombre puede producir. Señor, ellos no necesitan más cosas hechas por el hombre. Ellos viven durante toda la semana con cosas e ideas concebidas por el hombre. Lo que Tu pueblo necesita –lo que yo necesito– es algo superior a lo que el hombre pueda hacer. Algo sobrenatural proveniente de Ti.
Por tanto, renuncio a confiar en estas cosas. Sé que el texto es bueno y la idea es buena, al igual que mi mente, mis dedos, mi computadora, mi salud, mi energía y mi libertad. Sin embargo, renuncio a confiar en esas cosas y Te busco a Ti, y pido que en esas cosas buenas, bajo ellas, sobre ellas, alrededor de ellas y a través de ellas, Tú obres muy profunda y decididamente, y con tanta gracia que lo que yo diga el domingo no sea la obra de un simple hombre, sino la obra y la palabra de Dios".
Eso es lo que Asa no hizo cuando Baasa fue a atacarlo, pero es lo que Dios quiere que hagamos en más y más áreas de nuestra vida –que confiemos conscientemente en Él y no en nosotros mismos ni en nuestros recursos humanos–.
Viaje en bicicleta
No hablo únicamente de las áreas religiosas de nuestra vida. Usé el sermón como ejemplo porque soy predicador, pero hice lo mismo cuando empecé mi viaje en bicicleta el sábado a la mañana. Cuando asenté mi pie en el pedal dije:
"Señor, tengo mis piernas que me llevan a Minnehaha Falls y me ayudan a regresar; tengo ojos, brazos y oídos; tengo una bicicleta sólida, un casco, un inflador y una cámara extra. He hecho esto muchas veces, y puedo hacerlo; pero, Señor, renuncio a toda confianza en mis piernas, en mis brazos, en mis ojos y en mi bicicleta, y Te busco a Ti para hacer de este viaje más de lo que podría ser si solo confiara en mí. Acompáñame, protégeme y abre mis ojos para ver Tu gloria. Enséñame y fortaléceme para mi obra, y minístrame de maneras que yo ni siquiera sepa que necesite esta mañana. Todo proviene de Ti. Señor, confío en Ti. Vamos".
Mi objetivo en este mensaje –y creo que también es el objetivo de Dios en esta historia– es que hagamos eso –que confiemos en Dios y tengamos esperanza en Él– en más y más áreas de nuestra vida con más y más paz, libertad, valentía y poder.
La situación
Quiero analizar las dos razones mencionadas en este texto de por qué fue una necedad de Asa el no confiar en Dios. Pero primero expliquemos la situación.
De David a Asa
Mil años antes del nacimiento de Jesús, David era rey de Israel. Después de él, su hijo Salomón reinó en el reino unido. Sin embargo, cuando Salomón murió hubo conflicto y división, y el reino del sur, formado por las tribus de Judá y de Benjamín, se separó del reino del norte, formado por las otras diez tribus. El reino del sur es llamado usualmente el reino de Judá, y el reino del norte es llamado usualmente Israel. El primer rey de Judá fue Roboam. Cuando él murió, su hijo Abías reinó solo por tres años; y después de Abías, su hijo Asa se convirtió en rey de Judá.
Asa reinó por 41 años, y 35 años de su reinado transcurrieron casi totalmente en paz. Dios estaba con él y lo bendecía, lo protegía y lo ayudaba a prosperar de formas maravillosas. Pero durante aquellos años algo sucedió en la vida de Asa, y cuando los problemas llegaron, él dejó de confiar en Dios.
El asedio de Baasa y el recurso de Asa
El capitulo 16 describe lo que sucedió en el año 36 del reinado pacífico de Asa. El versículo 1 dice: "En el año treinta y seis del reinado de Asa, subió Baasa, rey de Israel, contra Judá y fortificó Ramá para prevenir que nadie saliera o entrara en ayuda de Asa, rey de Judá".
En ese momento Asa debió haberse detenido y debió haber clamado al Señor. No obstante, en lugar de acudir al Señor, recurrió inmediatamente a recursos humanos. El versículo 2 describe lo que hizo: “Entonces Asa sacó plata y oro de los tesoros de la casa del SEÑOR y de la casa del rey, y los envió a Ben-adad, rey de Aram”.
En otras palabras, Asa le pagó al rey de Siria (con dinero del templo) para que atacara a Israel desde el norte y para que apartara a Baasa. Ben-adad hizo exactamente eso. El versículo 4 describe la campaña de Ben-adad contra las ciudades de Israel, la cual funcionó. El versículo 5 dice: “Y sucedió que cuando Baasa lo oyó, dejó de fortificar Ramá, y abandonó su obra”. Asa demolió Ramá, y todo estaba bien –o eso parecía–. Judá estaba a salvo, había paz y Baasa había sido humillado.
La bendición que se perdió Asa y la adversidad que ocasionó
Hay una gran lección. Muchas veces, cuando confiamos en nosotros mismos y en nuestros recursos, todo parece ir bien por alguna razón. Sin embargo, las cosas no van bien cuando dejamos de tener esperanza en Dios y comenzamos a tener esperanza en lo que el hombre pueda hacer. Nos perdemos bendiciones enormes y nos ocasionamos adversidades innecesarias. Esta es la bendición que se perdió Asa, en el versículo 7b: “Por cuanto te has apoyado en el rey de Aram y no te has apoyado en el SEÑOR tu Dios, por eso el ejército del rey de Aram ha escapado de tu mano”. Dios no solo habría protegido a Asa de Baasa y de Israel, sino que también le habría entregado todo el ejército sirio en sus manos. Pero Asa desperdició esa bendición al confiar en el dinero y en intrigas en lugar de confiar en Dios.
La siguiente es la adversidad que entonces sobrevendría en su apacible vida. El versículo 9b dice: “Tú has obrado neciamente en esto. Ciertamente, desde ahora habrá guerras contra ti”. Sabemos por otros pasajes (por ejemplo, Romanos 8:28) que si nos arrepentimos de la incredulidad, Dios usa el castigo de las adversidades para nuestro bien, y las adversidades serán disciplina paternal y no condena. Sin embargo, parece que Asa nunca se arrepintió; él llevó su necedad hasta la tumba.
Asa nunca se arrepintió
Veamos el versículo 12: “En el año treinta y nueve de su reinado, Asa se enfermó de los pies. Su enfermedad era grave, pero aun en su enfermedad no buscó al SEÑOR, sino a los médicos”. Algo trágico había sucedido en la vida de Asa. Durante 35 años de bendiciones de Dios en su reinado, él se volvió gradualmente (eso parece) un humanista secular, 2.800 años antes de que este término fuera acuñado.
Cuando existe amenaza militar no pensamos en Dios, sino en el dinero de los fondos públicos, en alianzas políticas y en fuerzas armadas. Cuando existe amenaza a nuestra salud no pensamos en Dios, sino en el doctor y en medicinas. Sin duda, en las monedas de Asa aún decía “En Dios confiamos”; y sin duda, Asa aún asistía a los servicios del día de reposo en el templo. No obstante, Dios ya no estaba en su vida como una realidad amada y en la que confiara en todo momento. La confianza en Dios y la esperanza en Dios ya no eran parte de su vida.
Dos razones que explican por qué esto es una gran necedad
Dije que hay dos razones mencionadas en el texto que explican por qué esto es una gran necedad.
1- Lo que Dios había demostrado a Asa en el pasado
La primera razón es que Dios había demostrado a Asa en el pasado que cuando Asa confiaba en Él grandes cosas sucedían para su beneficio. El versículo 8 dice: “¿No eran los etíopes y los libios un ejército numeroso con muchísimos carros y hombres de a caballo? Sin embargo, porque te apoyaste en el SEÑOR, Él los entregó en tu mano”. Dios luchó por Asa cuando Asa confiaba en Él.
Veamos esta historia en el capítulo 14. El versículo 9 dice: "Y salió contra ellos Zera el etíope con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros"; Zera salió contra Asa. El versículo 10 dice: "Y Asa salió a su encuentro, y se pusieron en orden de batalla". Mas en el versículo 11 observamos la diferencia crucial:
- "Entonces Asa invocó al SEÑOR su Dios, y dijo: SEÑOR, no hay nadie más que tú para ayudar en la batalla entre el poderoso y los que no tienen fuerza; ayúdanos, oh SEÑOR Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos en tu nombre hemos venido contra esta multitud. Oh SEÑOR, tú eres nuestro Dios; que no prevalezca hombre alguno contra ti”.
Observemos lo siguiente: Asa tenía un ejército (así como yo tengo una computadora y una bicicleta), pero se postró sobre su rostro ante el Señor y expresó que los ejércitos no eran fundamentales, sino que el Señor era fundamental. No confiaron en su ejército, sino en Dios (por cierto, si visitamos al doctor, ese es el espíritu que Dios aprueba. Los doctores no son malos, tampoco los ejércitos son necesariamente malos, pero depositar nuestra esperanza en ellos y no orar de la forma en que oró Asa en 2 Crónicas 14:11 es una necedad).
Asa oró, se humilló y tuvo esperanza en Dios. El versículo 12 describe lo que sucedió: “Y el SEÑOR derrotó a los etíopes delante de Asa y delante de Judá, y los etíopes huyeron”. En 2 Crónicas 15:1 Dios envía un profeta a Asa para que le diga cómo entender lo que había sucedido. El versículo 2 dice: “Oídme, Asa y todo Judá y Benjamín: El SEÑOR estará con vosotros mientras vosotros estéis con Él. Y si le buscáis, se dejará encontrar por vosotros; pero si le abandonáis, os abandonará”.
Por tanto, la primera razón de que la confianza de Asa en el dinero, en el poder militar, en las alianzas políticas y en los médicos humanos sea una necedad es que Dios le había demostrado claramente en su reinado que Él haría grandes cosas por él si este simplemente confiaba en Él y no Lo abandonaba. La falta de confianza de Asa en Dios fue una necedad porque Dios había sido increíblemente bueno con él y lo había ayudado en el pasado simplemente por clamar y por confiar.
2- El deseo de Dios de ayudar a aquellos que confían en Él
La segunda razón dada en el texto que explica por qué la confianza de Asa en el hombre fue una necedad es que la naturaleza misma de Dios es Su deseo de mostrar Su poder a aquellas personas que confían en Él. Dios no ha mostrado Su poder únicamente en el pasado, por ejemplo, cuando Asa lo necesitó con los etíopes, sino que esa es Su esencia. Es lo que significa ser un Dios absolutamente omnisciente, omnipotente y omnisuficiente que desborda de poder y gloria. Dios –solo por ser Dios– adora mostrar Su poder a favor de los débiles que confían en Él.
Cito el versículo 9 de 2 Crónicas 16. Es uno de mis versículos favoritos de toda la Biblia. Espero que lo aprendan de memoria: “Porque los ojos del SEÑOR recorren toda la tierra para fortalecer a aquellos cuyo corazón es completamente suyo", es decir, a aquellos que confían completamente en Él; es lo que el contexto requiere.
Dios quiere que conozcamos hoy algo muy profundo de Él a partir de ese versículo. Dios desea que eso cambie nuestra vida para que no repitamos la necedad de Asa –para que tengamos más paz, libertad, valentía y poder en el nombre de Jesús–.
Ahora bien, ¿qué quiere Dios que veamos de Él? Consideremos lo siguiente. Si yo digo: “Los ojos de los agentes antinarcóticos recorren toda la ciudad para capturar a los narcotraficantes y para que no haya drogas en la comunidad", expreso que ese es su trabajo y que es lo que intentan hacer. Es parte de la naturaleza de los agentes antinarcóticos buscar atrapar a los narcotraficantes.
Si digo: "Los ojos de los cazatalentos de los departamentos deportivos de Big Ten recorren todas las instituciones secundarias de Estados Unidos para encontrar a los mejores deportistas", expreso que ese es su trabajo y que es lo que intentan hacer. La naturaleza de los cazatalentos es buscar y encontrar buenos deportistas e intentar ficharlos. Es el significado de "cazatalentos".
Pues bien, esta es la forma en que debemos leer el versículo 9: “Los ojos del SEÑOR (Dios, el Creador del universo) recorren toda la tierra para fortalecer a aquellos cuyos corazones confían completamente en Él” –para mostrar Su poder a las personas que confían en Él–. Cuando el profeta dice esto, expresa que ese es el trabajo de Dios y que es lo que Dios desea hacer realmente. Es la naturaleza misma de Dios que Él derrame Su poder divino en las vidas de las personas que confían en Él. Esta es la esencia de lo que significa ser Dios.
No es algo que Dios hace los fines de semana. No es algo que hace en la iglesia o en lugares santos. Tampoco es Su pasatiempo o actividad recreativa. Es lo que hace Dios todo el tiempo en todo lugar (cf. Zacarías 4:10). Los ojos de Dios recorren todos los lugares siempre; por tanto, Dios nunca desaprovecha ninguna oportunidad, en ningún momento y en ningún lugar, para demostrar Su poder a los débiles que confían en Él y no en el hombre. Por esta razón la incredulidad de Asa fue una necedad.
Este es el Dios y Padre de nuestro Señor Jesús, quien nos amó y se entregó por nosotros. Este es el Dios que escucha todas nuestras oraciones. Este es el Dios que creó el universo y lo sostiene. Este es el Dios que está presente en este lugar, en este instante, y que instruye a través de mi enseñanza y nos llama a confiar en Él y a recurrir a Él en toda necesidad que tengamos.
Citas bíblicas tomadas de LBLA.
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