La fe y la razón

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English: Faith & Reason

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Por Keith Mathison sobre el Evangelismo

Traducción por Hannah Henderson


Se ha dicho que el que define los términos gana el debate. Los escépticos lo saben y se aprovechan de ello. Veamos algunas de las definiciones famosas de "fe" proporcionadas por no creyentes. Mark Twain, por ejemplo, dijo en broma: "La fe es creer lo que sabemos que no es cierto". Más cerca de nuestros días, el autor ateo Sam Harris define la fe como "la licencia que las personas religiosas se dan para seguir creyendo cuando fallan las razones". Richard Dawkins, quizás el ateo más famoso de nuestra generación, afirma: "La fe es el gran pretexto, la gran excusa para evadir la necesidad de reflexionar y de evaluar las pruebas. La fe es la creencia pese a la falta de pruebas, e incluso tal vez debido a la falta de pruebas".

Lo único que todas estas definiciones tienen en común es la idea explícita o implícita de que la fe está en conflicto con la razón. Por desgracia, algunos cristianos en la historia de la iglesia han dicho cosas que han prestado apoyo a este punto de vista de la relación entre la fe y la razón. Martín Lutero, por ejemplo, hizo muy fuertes declaraciones negativas acerca de la razón, muchas de las cuales son citadas por los escépticos en sus intentos de demostrar que el cristianismo es inherentemente irracional. Lutero dijo que la razón es "la más grande ramera del diablo". En varios contextos distintos dijo que la razón debe ser destruida. El contexto es de suma importancia porque en esos casos Lutero estaba hablando de la arbitrariedad de la razón humana para discernir las cosas divinas por sí sola. Sin embargo, la tendencia de Lutero a la hipérbole ha beneficiado a los escépticos.

La gran mayoría de los cristianos a lo largo de la historia, sin embargo, no ha rechazado el uso correcto de la razón. Esto se debe a su intento de ser fiel a la enseñanza de las Escrituras, que proporcionan razones para creer. Juan escribió su Evangelio entero para proporcionar razones para creer que Jesús es el Cristo (Juan 20:30-31). Juan, Pedro y Pablo se basan en la evidencia de sus afirmaciones (1 Corintios 15:5-6; 2 Pedro 1:16; 1 Juan 1:1-4). Todos los seres humanos creen ciertas cosas según el testimonio de otros. Los cristianos basan sus creencias en el testimonio de los apóstoles. Tal fe es un don, pero no está separada de la razón.

Si deseamos entender mejor la relación entre la fe y la razón, debemos tener una comprensión más clara de estas dos palabras. La palabra "fe" es utilizada de varias maneras diferentes por los pensadores cristianos. Puede referirse a las creencias que los cristianos tienen en común (la "fe cristiana"). La palabra "fe" también puede referirse a nuestra respuesta a Dios y a las promesas del Evangelio. Esto es lo que las confesiones reformadas quieren decir cuando hablan de "la fe salvadora" (por ejemplo, la WCF 14). Esta fe implica conocimiento, asentimiento y confianza. Por último, muchos filósofos y teólogos han hablado de la fe como una fuente de conocimiento. Como Caleb Miller explica, "las verdades de la fe son aquellas que se pueden conocer o creer justificadamente debido a la revelación divina, y se justifican porque fueron reveladas por Dios".

La palabra "razón" también se ha utilizado de diferentes maneras. Puede referirse a nuestras facultades cognitivas humanas. La relación de la fe con la razón en este sentido consiste en preguntarse si las creencias cristianas son razonables. En otras palabras, ¿usamos adecuadamente nuestras facultades cognitivas en la evaluación de estas creencias? También podemos usar la razón para referirnos a una fuente de conocimiento. En contraste con las "verdades de la fe" conocidas por revelación divina, las "verdades de la razón", en este sentido, son verdades conocidas a través de las facultades naturales, como la percepción de los sentidos y la memoria. Un conflicto entre el conocimiento derivado a través de las facultades humanas naturales y los conocimientos derivados de la revelación divina se produce sólo si se presenta una aparente contradicción. Por último, en el sentido más estricto, la razón puede ser usada para referirse a un razonamiento lógico. Los cristianos nunca deberían sostener que existe un conflicto porque esa facultad es parte de lo que somos como seres humanos creados a imagen de Dios.

La mayor parte de la discusión contemporánea sobre el supuesto conflicto entre la fe y la razón ha surgido en el contexto de las discusiones sobre la ciencia y la religión. Las limitaciones de espacio no permiten una discusión completa de este tema, pero se deben plantear algunos puntos generales que nos ayuden a entender cómo deberíamos reflexionar sobre los supuestos conflictos que surgen. En primer lugar, debemos reconocer, así como reconocieron Agustín, Juan Calvino y muchos otros, que toda verdad es la verdad de Dios. Lo verdadero es verdad porque Dios lo reveló, lo creó o lo decretó.

LO REVELÓ: Todo lo que Dios revela, ya sea a través de la revelación general en Su creación o por medio de una revelación especial en las Escrituras, es necesariamente cierto. Es imposible que Dios mienta.
LO CREÓ: Cuando aprendemos algo acerca de la creación que se corresponde con lo que Dios hizo en realidad, aprendemos algo verdadero. Dios es la fuente de esas verdades en virtud del hecho de que Él es el Creador.
LO DECRETÓ: Dios es el que ha decretado todo lo que sucede. Cuando aprendemos algo acerca de la historia que está en conformidad con lo que realmente ocurrió, aprendemos algo cierto en la medida en que nuestro conocimiento se corresponda con lo que realmente ocurrió, y lo que realmente ocurrió sólo sucedió, en última instancia, porque Dios lo decretó.

Veamos a continuación el segundo punto importante que debe plantearse. Si toda verdad tiene su fuente en Dios y si toda verdad es unificada, de una cosa estamos seguros: si hay una contradicción entre la interpretación de las Escrituras y la interpretación de lo que Dios ha creado, una o ambas interpretaciones son incorrectas; las dos no pueden ser correctas. Los cristianos deben reconocer que el conflicto puede deberse a una interpretación errónea de la creación, a una interpretación errónea de las Escrituras o a una mala interpretación de las dos cosas. Esto significa que tenemos que hacer un examen minucioso y cuidadoso tanto de la teoría científica como de la exégesis bíblica para descubrir la fuente del conflicto. Debemos asegurarnos de contar con la verdadera enseñanza de las Escrituras y no con una interpretación errónea de las Escrituras. Y precisa examinar la evidencia de la teoría científica en cuestión a fin de descubrir si tratamos algo que es cierto acerca de la creación de Dios o algo que no es más que una especulación. Todo este duro trabajo lleva tiempo, y significa que no debemos sacar conclusiones apresuradas.

Dios nos creó a Su imagen como criaturas racionales. Nuestras facultades cognitivas quedaron distorsionadas por la caída, pero no fueron destruidas, e incluso los no creyentes pueden utilizar esas facultades para descubrir verdades sobre las cosas terrenales —a diferencia de las cosas celestiales, a las cuales están completamente ciegos— (Calvino, Institución de la religión cristiana, 2.2. 12-21). No comprendemos plenamente a Dios, pero es porque somos finitos y Dios es infinito. La fe y la razón, correctamente entendidas, no pueden estar y no están en ningún conflicto real.



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