La vida no será más fácil

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English: Life Will Not Get Easier

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Por Stephen Witmer sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por María Belén


A pesar de la evidencia que existe, hay una mentira que todos quieren creer. Radica en la capacidad para la esperanza que Dios nos dio y tienta incluso a aquellos cuya teología es impecable; nos atrae y luego nos abandona.

Esa mentira dice así: “La vida será más fácil si logro superar este obstáculo que tengo presente”, y esta frase se refleja en el ciclo de la vida: “Si logro encontrar una pareja… graduarme de la universidad… casarme y sentar cabeza… tener hijos, sobrevivir a cambiarles el pañal… sobrevivir a los tan terribles dos años… sobrevivir su adolescencia… encontrar un mejor trabajo… jubilarme… entonces, finalmente todo va a estar bien”. Pensamos en esto cuando las tentaciones nos atacan: “Si mi cuenta bancaria tiene suficiente dinero, terminará mi ansiedad”. “Una vez sea dueño de mi propia casa, mi envidia hacia las posesiones de los demás reducirá”. “Cuando me case, la pornografía no será más un problema”.

Probablemente hayas visto comerciales sobre medicinas que muestran a personas de la tercera edad extremadamente felices y en forma, con su pelo canoso y una dentadura perfecta, jugando tenis y riendo de manera despreocupada. Esa es la mentira. No es la realidad.

En los años que llevo como ministro pastoral, he visto a numerosas personas trabajar duro y honrar a Dios a través de la crianza de los hijos y sus trabajos, pero, cuando se jubilan, enfrentan desafíos aún mayores. Los amigos se mudan, surgen malentendidos con los hijos adultos, las parejas mueren y los medicamentos se multiplican; a veces, la jubilación no es esa tranquilidad que buscamos, sino la entrada a un mar de dificultades.

La Biblia es realista. Por eso, casi todas las páginas hacen referencia a la mentira y, en particular, la historia de Nehemías nos recuerda que los siervos de Dios se enfrentan a una vida llena de penurias y tentaciones.

Las Escrituras no son un consuelo de desesperación para aquellos que siguen a Cristo. Como Nehemías, podemos aprender a dejar que lo difícil sea difícil, pero que también esté lleno de esperanza. Veamos cómo esta historia podría aportar nueva fuerza a tu estado actual y no a aquel futuro sin promesas.

Contenido

Un mar de penurias

Al verse con la tarea de reconstruir el muro de Jerusalén, Nehemías se encuentra rodeado de enemigos que no se rendirían hasta impedir su trabajo. Igual que el Coyote, el famoso némesis del Correcaminos, los adversarios son despiadados, no se dejan intimidar y siempre están intentando nuevas tácticas, entre las cuales se incluía someter a Nehemías a la burla y vergüenza pública (Nehemías 2:19; 4:1–3). Cuando ven que no funciona, intentan con el engaño y convencen a Nehemías para que asista a una reunión privada con la intención de herirlo (6:1–4). Luego, en una carta pública —para que el rumor se expandiera— mencionan que se rebelaba en contra de la autoridad persa (6: 5–7). Tratan de arruinar su reputación (6:10–13) y envían más cartas para asustarlo (6:19).

Puedo imaginar a Nehemías diciéndose a sí mismo: “Si logro reconstruir este muro, la vida será más fácil”. Pero esa es la mentira. Porque una vez que el muro esté listo, las casas de Jerusalén deberán ser reconstruidas y la ciudad deberá ser repoblada (7: 4). También resulta que aquellos que llenan la ciudad son pecadores, por lo que Nehemías debe responder a desafíos continuos y complicados (ver Nehemías 13). Los siervos de Dios se enfrentan a una vida llena de penurias y tentaciones que nunca acaban.

John Newton, en su himno Amazing Grace, proclamó con seguridad que Dios sería su escudo y su riqueza “mientras estuviese vivo”; un escudo que es necesario cuando las lanzas y las flechas están volando en tu dirección. Newton creía que seguirían en el aire hasta el día de su muerte. Si bien en el pasado había muchos “peligros, faenas y trampas”, Newton afirma que muchos más llegarán; esta es la expectativa principal de los siervos de Dios. Nuestro lugar seguro es el cielo y no existe el cielo en la Tierra (al menos no por ahora).

Sin embargo, el realismo bíblico no nos lleva al pesimismo o a la pasividad. Nehemías y sus seguidores siguen trabajando y completan el muro a pesar de la evidente oposición (Nehemías 6:15). La continua desobediencia de todos los que volvían a Jerusalén hace que Nehemías continúe haciendo reformas e invitando a la gente a buscar a Dios (Nehemías 13). Después de inspeccionar un poco más, su historia nos demuestra cómo, mirando siempre arriba y atrás, es posible enfrentar verdaderas penurias y tentaciones con una esperanza vigorosa en vez de con una desesperanza floja.

Mirar arriba

En medio de una oposición incesante, Nehemías mira varias veces arriba para hablar con el Dios del cielo que lo acompaña: “Pero ahora, oh Dios, fortalece mis manos” (6:9). Mirar a Dios es la primera clave para mantener la regocijada perseverancia en medio de las continuas dificultades.

Nehemías es conocido por mirar al cielo en situaciones complicadas; es el ejemplo perfecto de lo que significa mirar arriba. Nos dice que, bajo la intimidante presencia del rey Artajerjes de Persia, “oré al Dios del cielo” (2:4). Mientras narra las burlas de sus enemigos, comienza a orar: “Oye, oh Dios nuestro, cómo somos despreciados” (4:4).

Por supuesto, nuestras vivencias en presencia del Señor son superiores a las de Nehemías porque sabemos el nombre del Mesías y los detalles de su historia. Hemos visto la gloria de Dios en el rostro de Jesús. Su espíritu vive dentro de nosotros, nos motiva y nos inspira. Disfrutamos de su auxilio infinito. A través de él, podemos llegar al Padre de manera confiable y constante. Por lo tanto, mientras Dios esté con nosotros y nos proteja de ellas, no hace falta que las penurias y tentaciones terminen.

Mirar atrás

Nehemías no solo mira arriba, también mira atrás, ya que la fidelidad de Dios en el pasado es una segunda fuente de esperanza indomable. Mi iglesia apoya a colaboradores internacionales que recientemente se dieron cuenta de que compartir historias de la fidelidad de Dios en el campo de las misiones, reduce notablemente la ansiedad de estar allí. Esto puede ser verdad para nosotros también; mientras meditamos acerca del auxilio de Dios en el pasado, nuestra confianza en él aumenta en el presente.

Seguramente esta sea una de las razones por las cuales se incluye una sorprendente y larga genealogía en Nehemías 7, que muestra un primer grupo de exiliados que volvieron a Jerusalén un siglo antes del día de Nehemías (ver también Esdras 2). ¿Por qué incluirlo? Porque es un recordatorio tangible y específico de las provisiones meticulosas de Dios en el pasado. Aviva la esperanza y le recuerda a las personas lo que Dios ya ha hecho por ellos, de la misma forma en la que lo hizo la celebración de la Fiesta de los Tabernáculos (Nehemías 8).

Nosotros también deberíamos mirar atrás. “Me acuerdo de los días de otro tiempo, medito en todas tus acciones, en la obra de tus manos reflexiono” (Salmo 143: 5). Por supuesto, somos capaces de reflexionar sobre la fidelidad de Dios por más años que Nehemías. La gracia de Dios que se ha depositado ha aumentado y ahora incluye la vida de Jesús y su labor salvadora. Sus hazañas pasadas impulsan la confianza que se necesita en el presente para enfrentar desafíos futuros. Para poder avanzar, debemos mirar atrás.

De ahora en adelante…

Los siervos de Dios sobrellevan penurias y tentaciones que no se acaban antes de llegar al cielo. Es probable que nuevas dificultades se encuentren esperándote a la vuelta de la esquina y estén a solo una llamada, mensaje de texto o correo electrónico de por medio. Pero no te desanimes; no aferres tus esperanzas a las vanas expectativas de que el sufrimiento acabará. Acá no existe el paraíso.

Al contrario, mira atrás y arriba. El amor de Dios superará cualquier desánimo, miedo, ansiedad, tropiezo o tentación que atravesemos. Sigue el ejemplo de Nehemías, que nos demuestra cómo afrontar los problemas más graves con una esperanza vigorosa.


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