Los Hermanos Incrédulos De Jesús

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English: Jesus' Unbelieving Brothers

© Desiring God

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Por Jon Bloom sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Javier Matus


¿Tienes parientes que no creen en Jesús, igual que yo? Si es así, estamos en buena compañía. Jesús también los tuvo. Y creo que esto está destinado a darnos esperanza.

Según el apóstol Juan, “ni aun Sus hermanos creían en Él” (Juan 7:5). Eso es increíble. Aquellos que habían vivido con Jesús durante treinta años realmente no Lo conocían. Ninguno de los hermanos de Jesús se menciona como discípulo durante Su ministerio anterior a la crucifixión. Pero después de Su resurrección y ascensión, allí están en el aposento alto adorándolo como Dios (Hechos 1:14).

¿Por qué no creyeron? ¿Y qué los hizo cambiar?

La Biblia no responde a la primera pregunta. Pero apuesto a que fue difícil tener a Jesús como hermano.

En primer lugar, Jesús no habría tenido igual en intelecto y sabiduría. Asombraba a los rabinos del templo a los doce años (Lucas 2:42, 47). Un hermano pecador, caído y talentoso puede ser un acto difícil de seguir. Imagínate un hermano perfecto y talentoso.

En segundo lugar, el carácter moral constante y extraordinario de Jesús debe haberlo hecho extraño y desconcertante al estar cerca de Él. Sus hermanos se habrían vuelto cada vez más cohibidos al estar a Su alrededor, conscientes de sus propios motivos y comportamientos pecaminosos y autoobsesionados, mientras notaban que Jesús no parecía exhibir ninguno Él Mismo. Para los pecadores, sería difícil vivir con eso.

En tercer lugar, María y José amaban profunda y exclusivamente a Jesús. ¿Cómo no podrían haberlo tratado de manera distinta? Sabían que Él era el Señor. Imagínate su extraordinaria confianza y deferencia hacia Jesús a medida que crecía. Sin duda, los hermanos habrían percibido una dimensión en la relación entre el Hijo Mayor y sus padres que era diferente a la que ellos experimentaron.

Y al intercambiar historias familiares, habría sido difícil igualar una estrella que apareció en el nacimiento de tu Hermano.

Jesús superó a Sus hermanos en cada categoría. ¿Cómo podría alguien con una naturaleza pecaminosa activa no resentirse al ser eclipsado por tal Hermano fenomenal? La familiaridad engendra desprecio cuando el orgullo gobierna el corazón.

Debe haber habido más dolor del que conocemos detrás de las palabras de Jesús: “No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa” (Mateo 13:57).

Así que al evaluar el papel que juega nuestro débil y tropezante testimonio en la incredulidad de los miembros de nuestra familia, recordemos a Jesús —ni siquiera un testigo perfecto garantiza que los seres queridos verán y aceptarán el evangelio. Debemos humillarnos y arrepentirnos cuando pecamos. Pero recordemos que el dios de este mundo y el pecado que mora en nosotros es lo que ciega la mente de los incrédulos (2 Corintios 4:4).

De hecho, la historia de los hermanos de Jesús puede darnos esperanza para nuestros seres queridos. En el momento en que Sus hermanos afirmaron que Jesús estaba “fuera de sí” (Marcos 3:21), debió parecer muy poco probable que llegarían a ser Sus discípulos. ¡Pero finalmente lo hicieron! Y no solo seguidores, sino líderes y mártires en la iglesia primitiva.

El Dios que dijo: “Que de las tinieblas resplandeciese la luz”, resplandeció en sus corazones iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de su hermano Jesús (2 Corintios 4:6).

¡Así que anímate! No dejes de orar por parientes incrédulos. No tomes su resistencia como la última palabra. ¡Todavía pueden creer y ser usados significativamente en el reino!

Y mientras resisten, o si han muerto aparentemente incrédulos, podemos confiarlos al Juez de toda la tierra, quien será perfectamente justo (Génesis 18:25). Jesús no promete que cada padre, hermano o hijo de un cristiano creerá, pero sí promete dolorosamente que algunas familias se dividirán debido a Él (Mateo 10:34-39). Podemos confiar en Él cuando suceda.

Es conmovedor escuchar a Santiago referirse a Su hermano como “nuestro glorioso Señor Jesucristo” (Santiago 2:1). ¿Te imaginas lo que significó esta frase para Santiago? El Señor glorioso una vez durmió a su lado, comió en su mesa, jugó con sus amigos, le habló como un hermano, aguantó su incredulidad, pagó la deuda de su pecado y luego lo llevó a la fe.

Puede que el Hijo de Dios haya tenido entre veinte y treinta años de testimonio fiel y en oración, pero el milagro ocurrió: Sus hermanos creyeron. Que el Señor glorioso conceda la misma gracia a nuestros amados incrédulos.


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