Pensamientos pastorales: El poder en la prédica: El Gozo (2 Corintios 12:1-10), Parte 3 de 3

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English: Pastoral Pensées: Power in Preaching: Delight (2 Corinthians 12:1–10), Part 3 of 3

© The Gospel Coalition

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Por Raymond C. Ortlund Jr sobre La Predicación y la Enseñanza
Una parte de la serie Themelios

Traducción por Pilar Daza Pareja


Contenido

Pensamientos pastorales: El poder en la Prédica: El Gozo (2 Corintios 12:1-10), Parte 3 de 3[1]

Queremos entender cómo entra el poder de Dios en nuestra prédica. Cada vez se hace más evidente que lo que une estos estudios es la humildad. La humildad en el acto de la prédica hace relegar el yo, para que Cristo crucificado sea el único objeto de admiración (parte 1). La humildad en las relaciones de un predicador le lleva a desear a la gente, no por lo que ellos puedan darle, sino por lo que él les puede dar a ellos (parte 2). Y ahora vemos que en la vida personal del predicador, la humildad se deleita en las espinosas debilidades para que el poder de Cristo habite en él. Charles Simeón, escribió en una carta a un amigo: "Recuerdo otra observación que me enviaste en una carta anterior acerca de las tres lecciones que un ministro tiene que aprender: 1. Humildad. 2. Humildad. 3. Humildad. ¡Durante cuánto tiempo hemos de aprender la verdadera naturaleza del cristianismo!"[2] ¿Por qué es importante el poder en la prédica? A. W. Tozer nos da una razón:

Dado que el poder es una palabra que se utiliza mucho de forma correcta e incorrecta, permítanme explicar lo que quiero decir. En primer lugar, me refiero a una energía espiritual de una magnitud tal que permita que surjan nuevamente grandes santos. La casta de cristianos suaves e inofensivos de nuestra generación no es sino una muestra pobre de lo que la gracia de Dios puede hacer cuando obra en poder en el corazón humano. El acto carente de emoción de "aceptar al Señor", practicado entre nosotros tiene poco parecido con aquellas conversiones del pasado, que ocurrían de forma arrolladora. Necesitamos el poder que transforma, que llena el alma con una dulce embriaguez, que hace que un antiguo perseguidor se encuentre "fuera de sí" con el amor de Cristo. Hoy tenemos santos teológicos que pueden (y deben) demostrar su santidad mediante un llamamiento al original griego. Necesitamos santos cuyas vidas proclamen su santidad, y que no necesiten correr al índice de concordancias para su autentificación.[3]

"¿Me complazco" o "Me deleito en"?

Nuestro estudio comienza con una pregunta acerca de la de traducción. En la ESV[4], 2 Cor 12:10 dice: "Por eso me complazco en las debilidades... [por amor a Cristo]”. Pero la (NVI (Nueva Versión Internacional)) dice: "Por eso me 'regocijo en debilidades... [por Cristo]". . . .” ¿Se refiere Pablo a complacencia (satisfacción) o a regocijo (deleite)? Εὐδοκέω puede significar "deleite en". Es la palabra que vemos en Mateo 17:5, cuando el Padre dice en la Transfiguración: "Este es mi Hijo amado, quien me da gran gozo..."[5] El padre no estaba simplemente satisfecho; se regocijaba. Y yo estoy convencido de que esta traducción más enérgica de εὐδοκέω es necesaria en nuestro pasaje por dos razones: En primer lugar, 2 Cor 12:10 replantea el punto fuerte de 12:9: "Por tanto, muy gustosamente me gloriaré más bien en mis debilidades" El entusiasmo de Pablo va más allá de la satisfacción (complacencia). En segundo lugar, con la frase "por [amor a] Cristo" en 12:10 es necesaria la frase "Me regocijo" en lugar de "estoy satisfecho". ¿Por qué? Porque Cristo es quien es. J. I. Packer comienza así su libro Knowing God:

Estuve dando una caminata con un erudito que había perdido sus posibilidades de ascenso académico por chocar con dignatarios de la Iglesia sobre el Evangelio de la gracia. "Pero no importa", dijo al fin, "porque yo he conocido a Dios, y ellos no". . . [No hay] muchos de nosotros que de forma natural puedan decir que a la luz del conocimiento de Dios que hemos llegado a disfrutar, las decepciones del pasado y las angustias presentes, según las considera el mundo, no importan. Porque el hecho es que a la mayoría de nosotros si nos importan. Vivimos con ellas como nuestra "cruces" (así las llamamos). Constantemente nos encontramos cayendo en la amargura, la tristeza y la apatía cuando reflexionamos acerca de ellas, cosa que hacemos con frecuencia. La actitud que mostramos al mundo es una especie de estoicismo seco, a millas de distancia del "gozo inefable y glorioso" que Pedro dio por sentado que sus lectores estaban mostrando (1 Pedro 1:8). "Pobres almas", dicen nuestros amigos acerca de nosotros, "cómo han sufrido", y ¡eso es justo lo que sentimos acerca de nosotros mismos! Sin embargo, estos actos heroicos fingidos e interiores no tienen cabida en las mentes de aquellos que realmente conocen a Dios. Nunca se regodean en los podría-haber-sido; Nunca piensan en las cosas que se han perdido, sólo en lo que han ganado. . . . Cuando Pablo dice [en Filipenses 3] que considera las cosas que ha perdido como "basura", no sólo afirma que piensa en ellas como cosa sin ningún valor sino que tampoco las recuerda constantemente; ¿Qué persona normal pasa el tiempo añorando el estiércol?[6]

Por lo tanto, por una razón contextual en 12:9 y por una razón espiritual de las palabras "por amor a Cristo" yo enmiendo el texto de la ESV de "estoy contento" a "me regocijo" en 12:10. Es la palabra clave en el pasaje.

Tesis

Pablo nos está mostrando su vida personal, incluso sus propios pensamientos y sentimientos de los cuales fluía su prédica y que eran el fondo de ésta. Y aquí está mi tesis sobre este pasaje: Nuestro mayor avance hacia el poder espiritual vendrá a través de la peor experiencia de nuestras vidas.

El contexto de 2 Corintios 12

En 2 Corintios 10-13 Pablo defiende su ministerio. Siente vergüenza de hacerlo, pero también se siente atrapado. Esto es lo que está sucediendo: El ministerio de Pablo en Corinto sufre los ataques de hombres a los que tilda de "súper apóstoles" en 11:5. Estos falsos maestros se mueven entre la iglesia de Corinto, haciendo alarde de sus espectaculares experiencias espirituales y menospreciando a Pablo. Los inmaduros corintios se sienten deslumbrados. Su creciente apego a los superapóstoles les ponen en peligro de abandonar al mismo Jesús (2 Corintios 11:3-4). Pablo debe rescatarlos, pero se ha convertido en el punto álgido de la controversia de una manera personal, por lo que no puede ayudar a los Corintios a centrarse de nuevo en Cristo sin convertirse el mismo en un punto de referencia dentro de su llamamiento. Pablo se halla en una posición incómoda. Por un lado, si afirma sus cualidades espirituales, sus críticos le señalarán y dirán: "¿Veis? ¿Qué os dijimos? ¡Él es un arrogante!". Pero por otro lado, si minimiza sus meritos, entonces le señalaran y dirán: "¿Veis? ¿Qué os dijimos? Es un segundón". De cualquier manera, la integridad espiritual de los corintios ante Cristo depende en este momento de la estabilidad de su relación con Pablo. Y Pablo no tiene más remedio que defenderse a sí mismo por amor a ellos. Pero la forma en que presume es sorprendente. Se jacta, de acuerdo, pero de cosas de las que no se puede jactar. Él se mueve en el césped de los grandes apóstoles, pero juega el juego con reglas diferentes.[7]

Llegamos entonces al capítulo 12, donde encontramos a Pablo presumiendo. Él recupera el derecho de presumir en los corazones de los corintios, al revelar el tipo de experiencia espiritual alucinante que ya sus oponentes habían mencionado, pero él va más allá. Dios le dio una visita guiada del cielo, y durante catorce años Pablo no dijo nada al respecto. Él nunca quiso aparentar estar por encima de otros. Ahora, cuando se ve obligado a divulgar su privilegio sagrado, se siente tan torpe que se retrae como si de una tercera persona se tratara: "Conozco a un hombre en Cristo, que..." (12:2). Según 12:6, Pablo prefiere que se le conozca sólo por lo que la gente por si misma puede ver en él y oír acerca de él. Él prefiere ser visto como un cristiano cualquiera. ¿Por qué? Porque sabe que el poder divino desciende, no por experiencias privilegiadas, sino a través de las cosas corrientes y hasta del sufrimiento. Las experiencias extravagantes no son la plataforma de Pablo hacia la espiritualidad; lo es la vida cotidiana, incluso una vida muy dura. Pablo no menosprecia su experiencia en el tercer cielo. Dios se la dio. Pero ese grande y santo instante no fue el momento en el cual Pablo se abrió paso a un nuevo poder en su ministerio. Eso ocurrió durante la peor experiencia de su vida, sintiendo la espina en su carne y aprendiendo luego a convivir con ella.

Cualquiera que fuese la espina, fue horrible. Dejad que la metáfora de Pablo os lo muestre: Estáis bajando desde una experiencia cumbre, caminando por un sendero de vuelta al "mundo real". Vuestro corazón está inundado de gozo celestial más allá de toda descripción posible, y de repente os tropezáis y caéis, y al poner vuestra mano por instinto para amortiguar la caída una espina se os clava en la mano. En un instante vuestra alegría es reemplazada por un dolor agudo. Os detenéis para examinar la mano y ver cómo sacar la espina. Sin embargo, ha penetrado muy profundamente. De hecho, aquella espina nunca puede ser extraída, nunca deja de producir ese dolor punzante, y así será para el resto de vuestras vidas. Todos los días, sea lo que sea que estéis haciendo o pensando en cada instante de las 24 horas del día y de los 7 días de la semana, la espina siempre estará dolorosamente ahí. Esa horrible realidad fue la "nueva normalidad" de Pablo.

Un mensajero de Satanás y la Misericordia de Dios.

¿Por qué sucedió eso? Pablo lo explica en dos niveles simultáneamente. En un nivel, que salió del departamento de trampas del infierno: "un mensajero de Satanás". El hecho de que Pablo lo experimentase como un mensajero de Satanás podría implicar que su angustia física fuese acompañada por pensamientos punzantes tales como, "Ya se veía venir, Pablo". Dios finalmente te está alcanzando. Tu vida ha terminado, pedazo de inútil basura." Satanás quería hostigar a Pablo. El uso del verbo en 12:7 ("un mensajero de Satanás que me abofetee") en tiempo presente implica un constante vapuleo. Pero este ataque de Satanás fue a su vez, y a un nivel más profundo, la misericordia de Dios. El Señor quería que Pablo mantuviese los pies en la tierra después de su visión del cielo. De hecho, el maravillo propósito de Dios se envuelve alrededor de la finalidad diabólica de Satanás puesto que la frase "para que no me enaltezca" aparece tanto al principio como al final de 12:7. El origen divino de su espina y su oculta distinción, también está implícito en el verbo pasivo "fue dada". Aquí es Dios el agente oculto. Es por ello que Pablo acude al Señor en busca de ayuda en 12:8: "Señor, yo podría hacer mucho más por vos sin esto."

El poder de la debilidad

Es comprensible que Pablo ve dos alternativas cuando mira hacia el futuro: (1) seguir viviendo con su espina y ser menos útil a Cristo, o (2) deshacerse de la espina y ser más útil a Cristo. Pero aun no ve la tercera opción: conservar la espina, añadirle la gracia de Dios que todo lo colma, y ser investido de más poder que nunca. En el camino hacia este objetivo, Pablo se dirige al Señor tres veces para argumentar su caso, ya que su espina no es sólo incomoda; es insoportable. Con frecuencia en los evangelios la gente viene a Jesús para que les sane, y él así lo hace. Pablo suplica en sus oraciones a ese mismo Señor que le cure, no una vez ni dos, sino en tres ocasiones. ¿Qué sucede? Que cada vez el Señor resucitado le da la misma respuesta: "Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad" (12:9). Esa no es la respuesta que Pablo quiere oír, pero ello abre su corazón a un poder que va más allá de sí mismo.

Lo que el Señor nos enseña a todos es que en esta vida la debilidad es la (artículo definido) experiencia humana fundamental. La debilidad es la plataforma sobre la que tenemos todas nuestras otras experiencias. Nunca crecemos más allá de la debilidad en esta vida. De hecho, la debilidad es donde recibimos el poder. Plank Karl escribe,

El estudio de casi cualquier aspecto de la teología de Pablo deberá siempre tener en cuenta este lenguaje [de aflicción], no tanto por su abundancia como por su carácter primordial. Fuertemente entrelazado en el tejido de su evangelio y en su manera de ver el mundo, el lenguaje de aflicción no se limita a ser otro tema teológico en el compendio Paulino, sino que por el contrario, expone la base sobre la que el apóstol hace la teología.[8]

También expone las bases sobre las que hace su vida, su ministerio y su prédica, y con suficiente poder para cualquier debilidad.

En el léxico encontramos que la palabra traducida como "es suficiente" significa, y no es de sorprender, "ser bastante, satisfacer, estar al nivel de". El Señor le está diciendo a Pablo:

Mientras vivas, nunca voy a sacar esa espina de tu mano. Pero mi gracia, mi amistad, mi cercanía, mi promesa, mi presencia, mi verdad, mi sonrisa, todo lo que soy va a equiparar a todo lo que estás sufriendo. Tu dolor y la debilidad a la que te reduce será la avenida a través de la cual yo te otorgo mi poder. Si tu experiencia de vida no se alterara, si siempre estuvieses relajado, si no sintieses tentación alguna que te desesperase, confiarías en ti mismo y te engrandecerías, y por lo tanto te debilitarías y tu maravillosa experiencia del cielo se convertiría en tu ruina. Pablo, mi poder será tuyo de un modo más perfecto a través de la humillante experiencia de la debilidad.

Así que Pablo vio la debilidad no como una prueba en su contra, sino como el camino del poder y de las maravillosas sorpresas que sólo Dios puede organizar. Es su camino para todos nosotros. Los superapóstoles no sabían nada de ello. Lo único que sabían era cómo tratar de ser admirables, que lo eran; pero ese tipo de falso poder puso en peligro la integridad y el futuro de la iglesia de Corinto. El cristianismo auténtico no produce una raza de superhombres que se elevan por encima de la necesidad; la expresión más perfecta del cristianismo auténtico en esta época es el poder divino recibido con las manos vacías de la debilidad humana, la pobreza y el dolor. Sin espinas, ¿podríamos siquiera abrir la mano? Pero con nuestra espina y su gracia, ¡tal vez deberíamos sentir un poco de culpa por tener tal ventaja en el ministerio!

Después de su tercer intento con el Señor, Pablo finalmente lo acepta. De hecho, no sólo lo acepta, sino que le gusta. Él está contento con la nueva situación: "Por tanto, muy gustosamente me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí" (12:9). No oculta sus debilidades, porque no se ve amenazada por ellas. Pablo entiende que su vida es narrar una historia diferente de la que él había pensado. La verdadera historia de su vida es antigua y gloriosa.

El verbo traducido como "more en" no aparece en ninguna otra parte en griego bíblico. Sin embargo, Pablo parece estar aludiendo a la gloria de la presencia divina que se cierne sobre el pueblo de Dios en su peregrinación por el desierto. La Biblia dice que Moisés no pudo entrar en la tienda de reunión porque la nube de la gloria de Dios se había instalado sobre ella (Éxodo 40:35), pero en la Nueva Alianza, los afligidos creyentes cristianos se convierten en el lugar donde mora la gloria. Obviamente, Pablo no es masoquista. A él no le gusta el dolor. Pero el poder, la presencia y la gloria de Cristo hacen que merezca la pena. Así que Pablo no siente lástima de sí mismo. Se siente privilegiado. ¿Cómo puede el mundo derrotar a un hombre que encuentra fuerza en la debilidad, progreso en los contratiempos, y oportunidad en la reclusión?

Si Dios tiene un propósito de gracia para ti y para tu ministerio (y lo tiene, a pesar de todo lo que puedas pedir o pensar) no es necesario que vayas en busca de tu espina; la espina te encontrará. Algo entrará en tu vida, algo que no puedes prever, impensable, acerca de lo cual en este momento dirías: "No, eso nunca podría suceder, ni siquiera en mi peor pesadilla", pero que luego si sucede. Esto es inevitable. Es cuando Dios te probará cuan maravillosamente y cuan sorprendentemente su poder desciende sobre ti. Es lo que el mundo necesita ver en nosotros. Es lo que la iglesia tiene que ver en nosotros, no la debilidad del poder, sino el poder de la debilidad. Cuando la gente está buscando espiritualidad hoy en día, ¿saben donde la ha puesto Dios? ¿Cuántas personas conocéis que están prosperando en la plenitud de Cristo a partir de la familiaridad muy personal? Ahí es donde entramos nosotros: no sólo somos los predicadores de la verdad del Evangelio; somos la prueba viviente del poder del evangelio cuando la vida es imposible. Dios lo probará a través de vosotros. A través vuestro, Él mostrará a muchas personas que su poder es suficiente para cualquiera que se enfrente a cualquier situación, y no con amarga resignación ni con auto-compasión, sino con un gozo reverente. La gente lo verá en vosotros, y pondrán su esperanza en Dios.

Por último, en 12:10, Pablo amplía la importancia de la gracia de Cristo más allá de su experiencia con la espina a todo lo que nos veremos obligados a enfrentarnos: "Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo;" Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte". Aquí podéis ver cómo Pablo hace un inventario de los problemas que todos experimentamos rellenando los espacios en blanco sin poner límites. La lista podría seguir y seguir, pero captamos el mensaje. ¿ A que se refiere Pablo? Las "Debilidades" incluyen, por supuesto, la espina en la carne, pero la paradoja del poder en la debilidad también se aplica a los "insultos", al maltrato arrogante de los demás, a los desprecios y a las calumnias. La paradoja se aplica a "las dificultades", a las necesidades no satisfechas y a las aflicciones no superadas. También se aplica a las "persecuciones", a las intensas presiones para ceder y transigir, a las "calamidades", a las limitaciones y al aislamiento. Dejad que la lista crezca más y más, añadidlo a todo aquello que nosotros nunca tendremos que enfrentar, y el Señor resucitado también nos dirá:

Mi gracia es suficiente para vosotros. Os sentís ineptos, incluso abrumados, pero no os preocupéis por eso. Cuando seáis derrotados, yo seré victorioso por vosotros. Cuando estéis confundidos, estaré lúcido por vosotros. Cuando tengáis miedo, yo soy imparable por vosotros. Mi gloria se cierne sobre vosotros, y mi energía fluirá a través vuestro. Lo único que os pido es que me deis vuestra debilidad, y yo me comprometo a daros mi poder.

En todo el país hoy en día hay predicadores fieles, inteligentes, sinceros, cultos, divertidos, piadosos, concienzudos, que puede que conozcáis personalmente o de nombre, y a veces estos aparentemente exitosos hombres piensan "¿Cómo puedo continuar? No tengo nada más que decir, nada más que dar. Todo lo que tengo en este momento para ofrecer al Señor es cansancio, derrota, desaliento, tristeza, humillación y [cualquier cosa]". El Señor dice a estos hombres: "Yo puedo trabajar con eso. Cuando eres débil, cada vez que eres débil, entonces y sólo entonces serás fuerte". Charles Hodge dice: "Cuando realmente somos débiles, y somos conscientes de esa debilidad, estamos en el estado adecuado para que se manifieste el poder de Dios. Cuando estamos vacíos de nosotros mismos, estamos llenos de Dios".[9] Es entonces cuando estamos en sintonía emocional con Pablo, quien dice:" Me complazco en lo que Cristo está haciendo por mí".

Conclusión

¿Cómo se llega a ello? ¿Cómo se vive en ese estado? La clave está la frase de 12:10: "Por amor a Cristo." Dejad que esas palabras sean el final de nuestro enfoque egoísta y el nacimiento de algo nuevo, profundo, feliz y resistente. Es cuando lo que me sucede a mí ya no es mi principal preocupación en la vida, aunque esto sea instintivo para el cuerpo. Es cuando el motivo de mi ministerio pasa de ser "Por mi propio bien" a ser "Por amor a Cristo." Salvar las apariencias es secundario; La manifestación de Cristo es lo principal. Salvar mi precioso pellejo es secundario; vivir peligrosamente por Cristo es lo principal. "Estos son los que siguen al Cordero adondequiera que va" (Ap 14,4). Sin condiciones previas. Sin vacilar. Dadlo todo por Cristo! Esta es la humildad, y libera nuestros corazones. Tengo un video de los pilotos Blue Angels de la Marina norteamericana. Todos ellos son pilotos expertos, pero cuando revisan una película sobre su rendimiento y el jefe del equipo les indica las mejoras a realizar, su respuesta estándar es: "Sólo feliz de estar aquí, señor."[10] El sólo hecho de estar en ese equipo ya es un privilegio. Lo mismo sucede con nosotros como siervos de nuestro Señor Jesucristo: "Sólo feliz de estar aquí, señor." Llega un momento en que dejamos de pedir al Señor que nos quite el problema, y nos instalamos en el placer más profundo de su imponente poder. Llega un momento en que vemos como desaparecen nuestros sueños y pensamos: "Ahora tengo el privilegio de ver lo que sólo Cristo puede hacer." Es cuando Dios nos da el don de la debilidad y nos alegramos por poder comprometernos con él de cualquier manera. Tu vida real es la propia oportunidad que Dios te ha dado de ver los milagros que Él puede lograr a través de un predicador débil.

En su libro Humility, Andrew Murray aplica este pasaje a nuestras vidas con piadosa sabiduría:

Echemos un vistazo a nuestras vidas a la luz de la experiencia [de Pablo] y veamos si nos regocijamos en la debilidad; si sentimos placer, como lo hizo Pablo, en las lesiones, en las necesidades o en las angustias. Sí, preguntémonos si hemos aprendido a considerar un regaño, ya sea justo o injusto, un reproche de amigo o enemigo, una lesión, un problema o una dificultad que otros nos crean, como la oportunidad de probar que Jesús es todo para nosotros, o si entendemos que nuestro propio placer u honor no son nada, y que la humillación es en verdad lo que nos complace. De hecho, es una bendición, profunda alegría celestial, ser tan libre de sí mismo que lo que se dice de nosotros o lo que se nos hace se pierde y desaparece cuando pensamos que Jesús es todo.[11]

  1. Los tres artículos de esta serie son manuscritos editados superficialmente a partir de los textos de 2008 de las conferencias de E.Y. Mullins presentadas en The Southern Baptist Theological Seminary entre el 30 de septiembre y el 2 de octubre de 2008, disponible en: http://www.sbts.edu/resources/category/lectures/mullins/feed/. Las partes 1 y 2 (“Power in Preaching: Decide [1 Corinthians 2:1–5]” y “Power in Preaching: Desire [1 Thessalonians 1:2–5]”) fueron publicados en Themelios 34:1 y 34:2 (2009).
  2. H. C. G. Moule, Charles Simeon (1892; reimpresión, Londres: IVP, 1956), 65.
  3. A. W. Tozer, "Power in Action", en Heartcry: A Journal on Revival and Spiritual Awakening (verano 1997), 8-9.
  4. ESV: English Standard Version. El texto en español está tomado de La Biblia de las Américas y de La nueva Biblia Latinoamericana de hoy, por su similitud en la traducción con la ESV. (N. del T).
  5. Texto tomado de la versión de la Biblia NTV - Nueva traducción viviente. (N del T).
  6. J. I. Packer, Knowing God (Downers Grove: IVP, 1973), 20-21.
  7. Para una intriducción al contexto, véase D. A. Carson, From Triumphalism to Maturity: An Exposition of 2 Corinthians10-13 (Grand Rapids, 1984; reimpresión, A Model of Christian Maturity: An Exposition of 2 Corinthians10-13, 2007), 1-29
  8. Karl A. Plank, Paul and the Irony of Affliction (Atlanta: Scholars, 1987), 4.
  9. Charles Hodge, An Exposition of the Second Epistle to the Corinthians (reimpresión, Grand Rapids: Eerdmans, 1973), 289.
  10. Blue Angels: Around the World at the Speed of Sound (A&E Networks, AAE-10037, 1994).
  11. Andrew Murray, Humility: The Beauty of Holiness (Londres: Nisbet, 1896), 83.


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