Revuelta Contra La Soberanía De Dios
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre La Soberanía de Dios
Una parte de la serie Taste & See
Traducción por Javier Matus
Explotando la angustia para impulsar la herejía
A veces me siento como Elías ante un tsunami de incredulidad estadounidense. Desde los patios traseros hasta los best-sellers, la gente se pregunta “por qué le suceden cosas malas a la gente buena” y responden con un “Dios limitado”. La revuelta contra la soberanía de Dios está desenfrenada. Los rebeldes de corazón blando explotan la angustia para impulsar su herejía: la muerte de una hija, un hijo con síndrome de Down, un accidente insólito, el cáncer de un esposo —¿Dios es un sádico? Y así, los rebeldes encuentran corazones rotos y vierten su herejía por las grietas. Pero no es sanidad. Solo la verdad puede sanar. No es necesario decirla con insensibilidad. No es necesario hablarla en absoluto en momentos de angustia. Pero debe creerse y valorarse. “Él hace según Su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga Su mano, y Le diga: ‘¿Qué haces?’” (Daniel 4:35).
Pero para mí, la soberanía de Dios no es solo una doctrina para defender. Es mi vida. Es mi consuelo, mi alegría y mi canto. Así que quiero compartir parte de mi meditación matutina de la semana pasada. El Salmo 105:16 dice: “Trajo hambre sobre la tierra, y quebrantó todo sustento de pan”. Cuando leí esto, simplemente me postré en asombro ante el Dios que ordena desde Su trono cada viento, calor y lluvia. Y Le escribí una canción. Aquí está. Espero que la cantes conmigo alguna vez.
Hambruna, inundación y fortuna que falla —meditación sobre el Salmo 105:16
(Al son de “Cristo es mi alegría”)
Cuando el cayado está roto,
Y en juicio hablado
Se escucha la justicia,
No creas que Dios está callado,
Aunque la hambruna sea violenta,
Esta solo es Su palabra.
No está parado para dar cuentas.
Somos nosotros los que debemos estarlo ante Él.
¡Ven, adorémosle!
Cuando la inundación irrumpe
Y tu temor está despertando,
No consueles tu alma,
Pensando que el Todopoderoso
Cedió el derecho que Él
Una vez tuvo para controlar.
Cada río y los mares
Hacen puramente Su voluntad soberana.
¡Esto sin duda es un consuelo!
Cuando tus fortunas te fallan,
Las enfermedades profundas te afligen
Y tu muerte está cerca,
Conoce que Cristo, tu Hacedor,
Solo Él es El Que Toma
Tu vida y temor.
Póstrate ante Su poder y ora:
“Jesús, ahora simplemente confío en Ti.
Me has comprado con amor”.
Amén.
Cantando con los 7 000,
El pastor John
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