Proverbios
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Robert Rothwell
sobre Sabiduría
Una parte de la serie Tabletalk
Traducción por Maria Luisa Davalos
La sabiduría se ha convertido en algo como una industria en los Estados Unidos. Los locutores de radio y columnistas de revistas y periódicos han fomentado grupos de seguidores devotos en busca de consejo. Consultores profesionales ayudan a compañías de todo tamaño a resolver sus problemas espinosos.
La eterna búsqueda por parte de la humanidad de la sabiduría de los siglos continúa hoy en día. Como cristianos sabemos que la sabiduría es un regalo de Dios, que se encuentra principalmente en las páginas de las Sagradas Escrituras. En el Antiguo Testamento, los Proverbios de Salomón sobresalen como el lugar para encontrar sabiduría, y por eso nos beneficiará ver la manera como podemos entender y aplicar apropiadamente las enseñanzas de este libro.
¿Qué es la sabiduría?
Debido a que el Espíritu Santo inspiró los Proverbios para ayudarnos a obtener sabiduría (1:2), comprender este libro requiere que exploremos la naturaleza de la sabiduría. En palabras simples, la sabiduría es una “habilidad” o “destreza”. La gente sabia vive la vida bien; evitan los problemas comunes y manejan otros con discernimiento. Al igual que muchos animales pequeños, los hombres y mujeres sabios gobiernan sus dominios a pesar de sus limitaciones (30:24–28).
Según Proverbios, la sabiduría se origina en el “temor del Señor” (1:7), el cual caracteriza a aquellos que obedecen Su ley (Salmos 34:11–16; Hechos 5:29). El temor a Dios tiene un componente intelectual: debemos estudiar y memorizar los mandamientos de Dios para conocer y seguir Su voluntad (Deuteronomio 6:4–9). Pero el temor a Dios también es una respuesta emocional de amor por el Padre y una confiada obediencia a Sus mandamientos (Marcos 10:28–31; Santiago 2:14–26; 1 Juan 4:16). Satanás puede citar las Escrituras, pero no ama a Dios y por lo tanto se rebela neciamente contra Él (Mateo 4:1–11). Jesús llama “necio” al hombre rico porque no tiene respeto por su Creador —no porque su vida sea falta de sabiduría— (Lucas 12:13–21).
La sabiduría es casi sinónimo de justicia en el libro de Proverbios —el prólogo nos dice que estos proverbios nos son dados para obtener sabiduría y justicia (1:3)—. La enseñanza sabia y una vida recta producen vida (12:28; 13:14), pero el impío y el necio vagan por el camino ancho que lleva a la muerte (10:14; 11:7). Claramente, no podemos ser sabios sin santidad, y no podemos ser santos si no buscamos sabiduría (véase también Mateo 6:33).
Los Proverbios complementan los otros libros bíblicos al recordarnos que la vida común y cotidiana es una ocasión para un gran servicio a nuestro Creador. La mayoría de nosotros no ejercerá influencia geopolítica ni dirigirá el rumbo de la iglesia. Sin embargo, al Señor le importan profundamente nuestras vidas y vigila con mucho cuidado todas nuestras acciones (Proverbios 5:21). Proverbios nos recuerda esta increíble realidad y nos da formas tangibles en las que podemos obedecer la ley de Dios. Por ejemplo, si nos regocijamos en la esposa (o el esposo) de nuestra juventud (vv. 15–20), buscaremos la manera de celebrar la relación emocional y sexual con nuestro cónyuge y por tanto estaremos menos inclinados a violar nuestros votos matrimoniales.
Estos pasajes nos recuerdan que el Señor santifica las relaciones entre gente “común”. No somos “Cristianos Solitarios”, debemos vivir una vida en comunidad con otros creyentes. Cumplir las muchas exhortaciones de Proverbios para confesar nuestros pecados (por ejemplo, 28:13) significa que somos honestos con Dios y con los demás. La gente sabia busca cristianos a quienes puedan dar cuenta de su justicia. Buscan iglesias donde los pecados son reconocidos sanamente y donde los creyentes se ayudan unos a otros a llevar sus cargas (Gálatas 6:2). Las personas que toman decisiones sin escuchar a sus amigos piadosos son necias (Proverbios 15:22). El individualismo occidental nos dice que debemos tomar decisiones solos. Proverbios nos enseña que no vivimos vidas privadas; solo los simplones no siguen la sabiduría consagrada que se encuentra en la comunidad del pueblo de Dios (1:8; 4:1–6; 24:6).
¿Cómo leer Proverbios?
La lectura acompañada de oración es la clave para convertirse en sabio (Santiago 1:5). Pero al igual que cualquier otra literatura, debemos prestar atención al género y escenario de Proverbios para asegurar una interpretación adecuada. Para no usar mal estos dichos sabios, recordemos cuatro principios:
Un mismo proverbio no está diseñado para todas las situaciones de la vida. No esperamos que un proverbio no inspirado sea aplicable en todo momento. Lo mismo es aplicable a los Proverbios de Salomón inspirados por el Espíritu. El doctor R. C. Sproul usa los proverbios “piensa antes de actuar” (look before you leap) y “el que piensa pierde” (he who hesitates is lost) para ilustrar este punto. Hay ocasiones en que necesitamos ser cuidadosos antes de tomar una decisión —como la de escoger esposo o esposa—. Sin embargo, la indecisión puede ser necedad en otros casos. Por ejemplo, nunca nos detenemos a considerar si debemos impedir o no que nuestro hijo de dos años intente cruzar la autopista solo. De la misma manera, si esperamos que alguno de los proverbios de Salomón sea aplicable a toda circunstancia, nos sentiremos decepcionados y confundidos. Si debemos responderle o no a un necio de acuerdo a su necedad (Proverbios 26:4–5) dependerá de con quién estemos tratando.
Investiga a fondo el problema que se presenta. Números 35:9–28 no ordenaba pena de muerte para todo tipo de asesinato, sino solo para el asesinato premeditado. Para poder determinar el castigo adecuado, las autoridades tenían que investigar si el crimen había sido planeado. El uso correcto de los proverbios y de las leyes de Dios requiere conocer las circunstancias en las que se deben aplicar.
Al leer un proverbio, ten todos los otros en cuenta. El contexto importa —la interpretación correcta de un proverbio solamente sucede cuando lo consideramos a la luz de los otros—. Debemos recordar todos los proverbios (Proverbios 22:17–18). “Enseña al niño el camino en que debe andar, y aun cuando sea viejo no se apartará de él” (v. 6) nos dice que los padres piadosos generalmente educan hijos piadosos. Pero otros supuestos de Proverbios se deben cumplir para que los hijos se mantengan en el camino correcto. Los niños deben seguir la sabiduría piadosa de sus padres y de sus mayores y tener corazones inclinados a Dios para mantenerse fieles (1:8–9, 32–33; 3:5–6; 7:1–3). Si ignoramos los otros proverbios, podríamos aferrarnos equivocadamente a “enseña al niño” y asumir que criar a un niño en un hogar cristiano intencional y cuidadoso significa necesariamente que esos niños serán cristianos. Recordar el contexto de los proverbios nos lleva a disciplinar a aquellos que han crecido en la fe incluso cuando son mayores, porque sabemos que la enseñanza escuchada hace mucho tiempo no tiene ningún beneficio si es abandonada hoy. Aún más, al leer “enseña al niño” a la luz de todos los demás proverbios, no lo usaremos para automáticamente condenar la capacidad de los padres cuyos hijos no son piadosos. Todo el libro de Proverbios, al igual que el resto de la Biblia, nos muestra que a veces los padres fieles tienen hijos sin fe. Incluso los padres y madres que enseñan diligentemente la palabra de Dios a sus pequeños (Deuteronomio 6:4–9) no pueden convertir un corazón de piedra en un corazón de carne.
Visualiza la meta. Muchos proverbios predicen éxito para la gente de Dios, y, de hecho, aquellos que viven rectamente generalmente pueden evitar las dificultades y vivir en paz con los demás (Proverbios 12:21; 16:7). Sin embargo, mientras hombres y mujeres santos muchas veces encuentran “la riqueza, el honor y la vida” (22:4), todos conocemos siervos fieles que sufren. Proverbios reconoce esta realidad también. Es posible temer a Dios y aun así vivir en pobreza (15:16; 19:1). Habrá momentos en que la maldad traerá tesoros terrenales (10:2a). Si olvidamos estas verdades y vemos los proverbios como una oferta de éxito para los justos y como una promesa absoluta, nos sentiremos decepcionados cuando la experiencia no coincida con la realidad. También podemos comportarnos como los amigos de Job, que equivocadamente pensaban que sus problemas demostraban que él era pecador.
Sin embargo, el hecho de que los proverbios no sean promesas automáticas para esta vida presente no significa que no haya una garantía de triunfo definitivo para los justos. El testimonio bíblico de la justicia de Dios (Génesis 18:25; Apocalipsis 16:5) apunta al momento en que el pueblo de Dios es vindicado y los malvados son destruidos. Para que Dios confirme Su justicia, Él debe arreglar el daño hecho a sus santos en una vida que perdure más allá de la tumba. Esta esperanza es tenue en Proverbios (véase 10:2b, 25; 11:21; 16:4), es más una consecuencia necesaria que una enseñanza directa. Sin embargo, los proverbios que buscan una gran bendición para el justo serán verdaderos de manera definitiva, y por lo tanto esperamos ese día (Daniel 12:1–3; Apocalipsis 20:11–15).
Proverbios y Cristo
Al apuntar a una vida después de la muerte, Proverbios anticipa la venida de Aquel que vindicará a los justos y los recompensará por su servicio. Si la lealtad y la verdad preservan al rey (Proverbios 20:28), únicamente un soberano que personifique perfectamente estas cualidades puede ser el vindicador de los santos. Este Mesías es el Señor Jesucristo, que no solo se entregó perfectamente a la sabiduría de Proverbios, sino que también es la misma sabiduría de Dios (1 Corintios 1:24). Salomón muere como necio (1 Reyes 11), pero Jesús siempre tuvo temor de Dios y se apartó del mal (Proverbios 3:7; 1 Pedro 2:22). Si leemos Proverbios a través de la revelación amplia de las enseñanzas de Dios y nos sometemos a sus preceptos, viviremos sabiamente para la gloria de Dios.
Citas bíblicas tomadas de LBLA.
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