Todavía intento persuadirlo
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Sheila Dougal sobre Matrimonio
Traducción por E. G.
Contenido |
Carta a una mujer casada con un incrédulo
Querida esposa agotada,
No hemos hablado cara a cara, pero si pudiéramos ¡te abrazaría y te diría que no abandones ni te cedas! Sé que es duro. He vivido lo que llamo un matrimonio «incluso sí» durante 24 años: «¡Esposas, incluso si sus maridos no creen, supedítense a ellos y traten de persuadirlos mediante su vida piadosa!». (Parafraseando). Estoy agotada. Me despierto y siento que mi matrimonio no va a cambiar nunca. Me siento descorazonada. Empiezo a buscar las adversidades de nuestra relación y dejo de observar la fidelidad de Dios.
Sé lo que se siente al levantarse el domingo por la mañana y prepararse para ir a la iglesia sabiendo que mi marido se queda en casa, y que voy a llevar a mis dos hijos adolescentes a la iglesia sola. Sé lo que se siente al escuchar un sermón sobre el matrimonio y sentir que la mitad no se aplica, porque mi marido no es creyente ni toma en cuenta lo que significa amar a su esposa como Cristo amó a la Iglesia. Sé lo que se siente al rezar y cantar y clamar en el baño con el ventilador encendido, porque si lo hiciera abiertamente, podría burlarse de mí. Sé la tensión constante que se genera al tratar de llevarse bien con un esposo incrédulo y con Cristo.
Dios lo sabe también. A través de Pablo, dice, «No os unáis en yugo desigual con los incrédulos, porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? O ¿qué compañerismo tiene la luz con las tinieblas? ¿Qué acuerdo tiene Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?» (2 Corintios 6:14-16). Él sabe que hay una división muy real y constante en un matrimonio con un incrédulo. Donde él diseñó el matrimonio para ser la unión de una sola carne, nos sentimos como dos bestias completamente diferentes vinculadas entre sí por un yugo duro, abrasivo, pesado.
Pero Dios no nos deja sin esperanza.
Tres verdades para protegerse contra la desesperanza
Siendo el divorcio tan común en nuestra cultura, podemos sentir que es terriblemente tentador abandonar nuestros duros matrimonios. En momentos de locura, podemos caer en la tentación de ceder ante nuestros esposos y su visión del mundo y dejar la iglesia, como si alguien más tuviera palabras de vida aparte de Cristo. Pero Jesús tiene un camino mejor. Ya usted y yo seguimos a Jesús en nuestros matrimonios, recordemos tres verdades que nos ayudarán a no renunciar a caminar en la fe o caer en la incredulidad.
1. Dios es fiel.
Lleva tiempo darse cuenta de esto en nuestras propias vidas. Cuando vuelvo la vista atrás durante los 24 tumultuosos años, veo la mano firme de Dios tendida fielmente hacia mí a través de todo esto. Si no ha estado caminando con Dios durante mucho tiempo, podría ser difícil ver la fidelidad de Dios en su propia vida, pero las Escrituras están llenas de testificaciones sobre caminos fieles de Dios para su pueblo.
Abra su Biblia y escuche a los testigos. Escuche a Daniel en Babilonia atestiguar que Dios oye nuestras oraciones. Escuche a Esther atestiguar que Dios le ha colocado donde está en un tiempo como éste. Él escucha nuestro clamor.
A diferencia de otros "dioses", el Dios de la Biblia no nos necesita para sostenerse, y no se cansa de nosotros cuando confiamos en Él. Deje que las dificultades y problemas de su matrimonio le ayuden a construir su propio testimonio de cómo Dios le es fiel. Cuando estuvo vagando y traicionó su amor, Él estaba allí para llamarle al arrepentimiento con su amabilidad. No se aleje del buen Dios que está trabajando fielmente para usted por el sufrimiento temporal de su matrimonio.
2. Dios nos proporciona una forma de persuadir a nuestros maridos.
No siempre lo he creído. No pienso que deba tratar de hacer nada para persuadir a mi esposo en Cristo. El sería lo que tuviera que ser y yo no podía hacer nada. El sermón de John Piper «La hermosa fe de la persuasión de los intrépidos» me hizo cambiar de idea. En ese mensaje señala lo que me había perdido en 1 Pedro 3. Como Piper señala, «la persuasión no significa evitar todo esfuerzo para cambiar al marido. El objetivo de este texto es explicarle a una esposa cómo ‘persuadir’ a su marido». Dios nos ha dado su gracia para intentar persuadir a nuestros maridos. No por nuestro estilo de peinado, nuestro maravilloso cuerpo o la ropa que llevemos. Tratemos de persuadirlo con la misma herramienta que puede conducirlo lejos: nuestra piedad.
Siga el ejemplo de Cristo: sepa que es usted hija de Dios y no esclava del hombre, y supedítese al hombre cargado de pecados con el que se casó. Muéstrele la gracia que ha recibido. Háblele de la verdad con amor y que la humildad permanezca en su fe. Es fácil perder de vista el objetivo. El objetivo no es disfrutar de un matrimonio feliz o de un buen marido. El objetivo es correr la carrera de la fe que Cristo ha puesto ante nosotros con perseverancia. Han pasado 24 años y mi marido aún no es creyente. Pero mientras tenga algo de aliento, y con la provisión de la gracia de Dios, voy a intentar persuadirle hacia Cristo. Incluso si nunca llegamos a ver creer a nuestros esposos, nuestros esfuerzos para persuadirlos no serán en vano. Dios los verá y cumplirá el propósito que tiene para ellos.
3. La pérdida de su vida en el matrimonio es ganarla.
Jesús dijo, «Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará» (Lucas 9:24). Puede perder su matrimonio con su esposo incrédulo. Si ama a Jesús y lo sigue, su marido puede no querer seguir casado con usted. Pero no se dé por vencida en su matrimonio ni se divorcie, ni ceda a la carne ni se preste a vivir las pasiones terrenales.
Dejar a su marido sería la prueba de que se aferra al matrimonio como si le pudiera dar la vida. Pero si usted y yo dejamos de exigir que nuestros matrimonios nos den vida y vivimos por Cristo, incluso si esto significa perder nuestros matrimonios, estaremos manteniendo un testimonio de Cristo en el matrimonio que honrará a Dios y que dará vida a nuestros esposos y familias.
Si usted vive un matrimonio «incluso si», recuerde la fidelidad que Dios tiene hacia usted. Trate de persuadir a su marido gracias al hermoso aroma de Cristo en usted, incluso si él huele a muerte y le rechaza. Abra tus manos y alce su matrimonio a Dios. No intente exprimir la vida fuera de eso, incluso si le deja. Ofrezca la gracia que ha recibido, incluso si él no la recibe. Dios es fiel. Cree que su esperanza en Él es hermosa. Y trabaja por aquellos que esperan por Él.
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