Trece razones por las que los cristianos no tenemos de qué temer
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Jonathan Parnell sobre Miedo y Ansiedad
Traducción por Yenis Figuereo
El miedo es para nosotros lo que para mis hijos es el monstruo de abajo de la cama: no se alimenta de lo que realmente es, sino de lo que podría ser, lo que imaginamos que podría ser. El miedo es un oscuro abismo que habita en el futuro, que se remonta en el tiempo para robar nuestro gozo actual y nos hace despreciar la bondad soberana de Dios.
Sin embargo, si estamos en Cristo, si nos aferramos a Él por la fe, no tenemos de qué temer. Realmente no tenemos de qué temer.
John Piper explica por qué en una carta que escribió en 2001 a la congregación de su iglesia, Bethlehem. El objetivo de la carta es destacar varias promesas de la Biblia que podemos recordar cuando la tentación del miedo nos asalta.
13 razones para no tener miedo
1. No moriremos por ninguna circunstancia que escape al misericordioso decreto de Dios para sus hijos.
Santiago 4:14-15, Mateo 10:29-30, Deuteronomio 32:39.
2. Las maldiciones y la adivinación no tienen poder contra el pueblo de Dios.
Números 23:23.
3. Los planes de terroristas y naciones hostiles no pueden afectarnos sino por la voluntad de nuestro misericordioso Dios.
Salmos 33:10, Isaías 8:9-10.
4. El hombre no puede dañarnos más allá de la misericordiosa voluntad de Dios para nuestra vida.
Salmos 118:6, Salmos 56:11.
5. Dios promete proteger a los suyos de todo lo que no es para su bien.
Salmos 91:14.
6. Dios promete darnos todo lo que necesitamos para obedecerle, disfrutarlo y honrarlo por siempre.
Mateo 6:31, Filipenses 4:19.
7. Dios nunca baja la guardia.
Salmos 121:4.
8. Dios estará con nosotros, nos ayudará y nos sostendrá en medio de los problemas.
Isaías 41:10, 13.
9. Vendrán terrores, algunos de nosotros moriremos, pero ni un cabello de nuestra cabeza perecerá.
Lucas 21:10-11, 18.
10. Nada acontece al pueblo de Dios sin que Él lo quiera, ni fuera de los tiempos que Él ha designado.
Juan 7:30.
11. Cuando el Dios Todopoderoso es nuestra ayuda, nadie puede hacernos daño más allá de lo que Él decreta.
Hebreos 13:6, Romanos 8:31.
12. La fidelidad de Dios se basa en el firme valor de su nombre, no en la inconstante medida de nuestra obediencia.
1 Samuel 12:20-22.
13. El Señor, nuestro protector, es grande y temible.
Nehemías 4:14.
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