Tu debilidad tiene propósito

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English: Your Weakness Is Not Meaningless

© Desiring God

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Por Jon Bloom sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Natalia Micaela Moreno


Dios te dio tantas limitaciones porque te ama.

Si eres como la mayoría de las personas, tus limitaciones no te hacen sentir amado. Te hacen sentir confinado, reducido, atrapado y expuesto. Te sientes desalentado por lo débil que eres y por cuántas cosas no puedes hacer bien o hacer en absoluto. Incluso puedes estar tentado a resentirte con Dios por equiparte con lo que parece ser una asignación de habilidades tacaña.

Pero eso solo se debe a que mayormente te observas a ti mismo desde la perspectiva equivocada, que es mirarse demasiado a uno mismo.

Dios te dio tu finitud, tus muy limitadas fortalezas y debilidades, para que puedas conocer y deleitarte en su glorioso amor por ti en tantas de sus manifestaciones como te sean posibles. Estás muy limitado porque eres muy amado.

Donde más experimentamos el amor

Nuestra finitud misma no es una consecuencia de la caída, aunque la corrupción que la infecta sí lo es (2 Pedro 1:4). Dios creó humanos increíblemente limitados desde el principio porque fuimos designados para vivir en un mundo de amor.

¿Qué tienen que ver nuestras limitaciones con el amor? Prácticamente todo. Porque de la manera en la que Dios nos hizo, siempre experimentamos amor en los sitios donde la gracia más se necesita. Esto se cumple tanto en cómo recibimos amor (de Dios y de otros), y en cómo damos amor.

¿Cuándo amamos más a Dios?

Los humanos siempre han vivido y siempre vivirán solo en la gracia de Dios, nuestro “Creador, Benefactor, Poseedor, Defensor” (El Valle de la Visión, 115). Se cumplía en el Edén antes de la caída, y se seguirá cumpliendo en los años por venir cuando seamos finalmente liberados del pecado.

Pero se cumple especialmente en estos tiempos cuando somos tan grandes pecadores y tenemos tanta necesidad de increíbles cantidades de gracia. Cuando el Padre dio a su único Hijo por nosotros en nuestro miserable e indigno estado para morir en nuestro lugar, fuimos amados con el mayor amor posible (Juan 3:16; 15:13; Romanos 5:8). Y nuestra respuesta empapada en gratitud de amor por Él a causa de su gracioso amor hacia nosotros, produce una reverberación santa de gozo infundido por amor entre Dios y nosotros. Amamos a Dios con agradecimiento porque Él nos amó primero, tan graciosa y sacrificadamente (1 Juan 4:19).

Cuanto más captamos su incomprensible amor por nosotros en nuestra inmensurable necesidad (Efesios 3:19), más crece nuestro amor por Él. Es por esto que la mujer perdonada por Jesús de sus grandes pecados tuvo mayor amor por Dios que Simón el Fariseo (Lucas 7:47). Nuestra mayor experiencia del amor de Dios por nosotros está donde se encuentra nuestra mayor necesidad por su gracia.

¿Cuándo nos amamos más unos a otros?

También es verdad que experimentamos el mayor amor entre nosotros donde están nuestras mayores necesidades mutuas.

Cuando Dios me dio mis fortalezas, aunque sean pocas, su propósito no fue darme alguna base en la que sentirme bien conmigo mismo. Él me las dio para que pudiera tener el asombroso privilegio de amar a alguien más sirviéndole con gracia donde necesite, y recibir su agradecido amor a cambio.

Y cuando Dios me dio mis debilidades, que son numerosas, su propósito no fue hacerme sentir avergonzado o desalentado. Él me las dio para que pudiera tener el asombroso privilegio de recibir humildemente el amor de alguien más que me sirviera con gracia donde lo necesite, y responder alegremente con agradecido amor hacia ellos a cambio.

Y tal como hay una reverberación vertical de amor entre Dios y nosotros, hay reverberaciones horizontales de amor entre nosotros cuando extendemos el amor el uno al otro. Y ya que Dios es amor y todo amor proviene de Él (1 Juan 4:7–8), las reverberaciones verticales y horizontales se funden juntas en una gloriosa canción de amor a Dios.

¿Puedes ver el hermoso diseño de amor en nuestras limitaciones? Las transacciones de amor ocurren en los mismos lugares de nuestras variadas y distintas necesidades. Como John Piper dice: “El amor es el desbordamiento del gozo en Dios, que, con alegría, suple las necesidades de los demás” (Deseando a Dios, 119). Eso es: la dinámica fusión del amor vertical y horizontal de Dios. La gloria de Dios es revelada cuando, aunque imperfectamente en esta época,obedecemos los más grandes mandamientos (Lucas 10:27).

Un cuerpo de amor

Dios te dio tantas limitaciones porque te ama. Él quiere que experimentes la mayor parte de su amor, de tantas maneras como sea posible. Y para que esto suceda, debe proveerte un río sin final de razones, y un enorme rango de distintas maneras, de recibir y dar amor.

¡Y eso es exactamente lo que hizo! Él te hizo una parte muy limitada de su cuerpo, la iglesia, y te puso con otras partes que también son muy limitadas en formas diferentes (1 Corintios 12:18, 27). Cuando las partes interdependientes trabajan juntas, el cuerpo entero funciona (Romanos 12:4-5) y exhibe el amor de Dios (Juan 13:34-35). Tus fortalezas y debilidades únicas son regalos indispensables para este cuerpo. Sin ellas el cuerpo entero sufriría porque se perdería la única expresión del gracioso amor de Dios.

Si a menudo te desaniman tus limitaciones, es un indicador de que te observas a ti mismo desde la perspectiva equivocada, y de que estás mirándote demasiado a ti mismo. No estás viendo lo que ve Dios; probablemente te sientes descontento por compararte con otras personas, otras partes del cuerpo.

Un tratamiento maravilloso para tal desaliento es meditar en oración con 1 Corintios 12 y 13. Y también puede ser tiempo de reformular la pregunta de “¿Por qué no puedo ser de esta forma?” a “¿Qué oportunidades me está dando Dios en mis limitaciones para experimentar más de su gracioso amor?”

Porque la verdad es que, estás muy limitado porque eres muy amado.


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