Una Plegaria para hacer todo como para el Señor
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Scotty Smith sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Carlos Diaz
- Cualquiera sea el trabajo de ustedes, háganlo de todo corazón, teniendo en cuenta que es para el Señor y no para los hombres, sepan que el Señor los recompensará, haciéndolos sus herederos. Ustedes sirven a Cristo, el Señor. Col. 3:23-24
Querido Señor Jesús, comienzo este día profundamente agradecido por tu trabajo ya finalizado, y tu obra inexorablemente redentora y sin término en mi corazón. Nunca duermes; nunca somnoliento. Y no solo nos brindas sueño; también nos das a nosotros en nuestro sueño. Eres la única razón por la que un Día estaré libre de todo pecado, y tan adorable y cariñoso como eres (1 Jn. 3:1-3). ¡Trae ese Día!
Oh, la tremenda esperanza que esto me da—la esperanza vigorizadora, liberadora y consagrada que esto genera a medida que comienzo mi día. Es la razón por la que la admonición de Pablo en esta Escritura se siente más ocmo un beso que una patada. Deseo trabajar más de corazón a todas las cosas a causa de tu obra terminada en la cruz, tu obra presente en el mundo, y tu obra futura en el nuevo cielo y en la nueva tierra. Incluso en la eternidad nos dominará y nos liderará a las primaveras de agua viviente (Rev. 7:17). Ninguno te servirá por siempre, Señor Jesús.
Por tanto, aquí está mi lamento: Continúa liberándome de hacer cualquier cosa para la aprobación de las personas, lejos del temor de las personas, o para ganar poder por encima de las personas. Obro para tí, Señor Jesús, no para solo los hombres. Libérame de hacer todas las cosas como para ti: Adorando a mi esposa sin manipulación, haciendo mi trabajo sin autofelicitación, y sirviendo a tu pueblo sin expectativas no realistas, para nombrar unos pocos.
Como te adoro, Señor Jesús, que el evangelio es el final de algún sentido de una relación asalariada, acumuladora de méritos y producción de ventajas con Dios. Obro para tí porque primero obraste por mí. ¡Qué verdad humilde, asombrosa y deslumbrante! Te sirvo porque viviste para servirme, como mi defensor e intercesor. Ciertamente, te adoro porque primero me amaste y me diste a ti mismo como un apaciguamiento por mis pecados. Siempre eres el primero y el último—el Alfa y el Omega.
Recibiré una herencia solo por tu obra terminada, no la mía. Y si recibiera alguna recompensa o coronas, éstas serán arrojadas a tus pies, dando crédito donde el crédito corresponda (Rev. 4:10). Lo pido en tu quintaesencialmente glorioso nombre, Amén.
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