¿Cómo Jesús haría consejería?
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Josh Squires sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Andrea Llave Nuñez
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Cuatro Caminos hacia el Corazón Humano
Como alguien que responde de forma consistente al sufrimiento y pecado de otras personas, a veces me encuentro perdido sobre qué decir. Otras veces, sé exactamente lo que quiero decir, pero la persona a la que estoy hablando no parece ser capaz de escuchar. Sé que no soy el único que pasa por esto. Y tampoco hablo solo de consejeros profesionales, sino de cualquier persona que intenta aconsejar otros, sea en casa, en la iglesia, en el lugar de trabajo, o en otro lugar. ¿Qué hacemos cuando no podemos abrirnos camino?
Permítanme ofrecer un marco de cuatro partes por el cual podemos escuchar y responder a los demás con sabiduría semejante a Cristo. Vemos este marco en la propia consejería de Cristo — específicamente mientras aconseja a las iglesias en Apocalipsis 2–3.
Consejería en cuatro perspectivas
Los cuatro elementos de este marco son el elogio, el consuelo, la condena y el desafío. Antes de que explique cada uno más adelante, primero déjame advertirte algo: esto no es un fórmula para aconsejar. Aunque presentaré estos componentes en un orden - el orden que con frecuencia sigo en mi forma de aconsejar - no es una progresión terminante. Cada conversación puede tener una diversa combinación de estos cuatro elementos - o puede, de hecho, centrarse en solamente uno o dos de los cuatro. Estos cuatro elementos no son ni un patrón ni una fórmula sino una perspectiva multifacética por la cual ver la tarea de consejería.
Ese tipo de flexibilidad es exactamente lo que vemos en el consejo de Cristo a las iglesias. Como tantos comentaristas han observado, dos de las siete cartas carecen de palabras condenatorias (Esmirna y Filadelfia), y aún con otras iglesias (Sardes y Laodicea), Cristo difícilmente se inclina por un lenguaje condenatorio y elimina casi el elogio. ¿Por qué la variabilidad? Porque los detalles de las situaciones varían. A menudo nos estancamos cuando nosotros como consejeros somos predecibles (porque confiamos demasiado en un método específico), o nosotros intentamos demasiado forzar un elemento particular (porque confiamos en nuestra propia evaluación). Es decir, cuando nos convertimos en esclavos de nuestra propia comodidad u orgullo antes que siervos de Cristo, nuestra consejería llega a ser ineficaz y obsoleta.
Elogio
El primer componente de este marco es el elogio. Por elogio, me refiero a encontrar pensamientos, sentimientos y comportamientos que estén de acuerdo con la sabiduría bíblica y a prestarles atención. Honestamente, el elogio puede ser el más difícil de los elementos con los cuales llegar a ser competente. A menudo, necesitamos buscar a través del lodo del pecado evidente para encontrar una pequeña joya de conducta semejante a Cristo. El elogio también requiere conocer genuinamente a la persona frente a nosotros para que nuestras palabras no se presenten como meras trivialidades. Así, encontrar lo admirable puede ser clave para ambas cosas: construir confianza y traer esperanza.
Jesús hace esto con la iglesia de Éfeso cuando dice,
“Yo conozco tus obras, tu fatiga y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los malos, y has sometido a prueba a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos. Tienes perseverancia, y has sufrido por mi nombre y no has desmayado”. (Apocalipsis 2:2-3)
"Así, encontrar lo admirable puede ser clave para ambas cosas: construir confianza y traer esperanza". Aunque Jesús pasará a decirle a la iglesia lo que necesitan corregir, se toma un momento para elogiarlos por lo que han hecho bien. A menudo, antes de que otros puedan escuchar críticas constructivas, necesitan saber que su situación no es imposible, que han estado haciendo algo, cualquier cosa, bien.
Mark Dever advierte que los pastores jóvenes a menudo lideran con la crítica antes que con el estímulo cuando comienzan a predicar - y lo mismo ocurre con frecuencia en el caso de los consejeros jóvenes (o inexpertos). En muchos casos, nos resulta más fácil descubrir lo que otros están haciendo mal antes que identificar lo que están haciendo bien, especialmente si recurren a nosotros a raíz de un fracaso. Sin embargo, en casi todas las situaciones que he enfrentado, podría encontrar al menos una cualidad para elogiar en mi aconsejado. Y típicamente, encuentro mucho, mucho más.
Consuelo
El segundo componente de este marco es el consuelo. Por consuelo, me refiero a encontrar palabras apropiadas que traigan paz, alivio y consolación. El consuelo es especialmente apropiado cuando hablamos del sufrimiento, pero incluso en situaciones en las que otros necesitan la condena, no es raro que, sin recibir primero cierta cantidad de consuelo, no podrán escuchar la condena en sí. En otras palabras, en lugar de escuchar la única cosa que creemos que necesitan tan desesperadamente, no oirán nada en absoluto.
Observe cómo Cristo da a su iglesia que sufre en Filadelfia palabras de consuelo:
“He aquí, yo entregaré a aquellos de la sinagoga de Satanás que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y sepan que yo te he amado. Porque has guardado la palabra de mi perseverancia, yo también te guardaré de la hora de la prueba, esa hora que está por venir sobre todo el mundo para poner a prueba a los que habitan sobre la tierra”. (Apocalipsis 3:9–10)
Antes de que él los exhorte, él los conforta con el reconocimiento público que viene de su amor para ellos y su promesa que se calvarán de un futuro juicio.
Ofrecer consuelo de acuerdo a la Palabra de Dios requiere que comprendamos que forma genuina lo que está causando dolor a la persona y aplicar específicamente lo que Dios promete. La gloriosa seguridad de Romanos 8:28 consolará a muchos, sin embargo, algunos necesitarán conocer el consuelo de la comunión — que no sólo ellos, sino toda la creación gime de dolor (Romanos 8:22). Otros necesitarán el consuelo de un Dios que protege de forma activa: "Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?" (Romanos 8:31). Aún así otros necesitarán el consuelo de un Dios perdonador, para cuyos hijos no hay condenación (Romanos 8:1). Pero otros necesitarán la calma de saber que su sufrimiento no es inútil, y que “los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada.” (Romanos 8:18). ¡Todo este consuelo proviene de un solo capítulo de las Escrituras! Y Dios tiene tanto más a dar.
"El verdadero consuelo cristiano combina empatía y acción, no se conforma con uno sin el otro". El lado oscuro del consuelo es que puede convertirse en una trampa demasiado consoladora. La buena voluntad de compadecerse sin fin y de pacificar sin la capacidad de condenar o desafiar da lugar a que el pecado se asiente, ahogando lentamente el deseo de una vida justa. "El verdadero consuelo cristiano combina empatía y acción, no se conforma con uno sin el otro".
Condena
El tercer componente de este marco es la condena. Por condena, me refiero a hacer que otros sean conscientes de cómo han transgredido la ley de Dios por sus pensamientos, sentimientos o comportamientos, ya sea al hacer o al no hacer.
Pablo le dice a Timoteo, “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia.” (2 Timoteo 3:16). Toma en cuenta el doble énfasis en la reprobación y la corrección. Es parte de la naturaleza de la Escritura que nos muestra dónde hemos estado cortos de la gloria de Dios. La condena rara vez se siente bien; sin embargo, no tiene por qué ser dura. Pablo describe su propio ministerio de condena a los Efesios con estas palabras: "Por tanto, estad alerta, recordando que por tres años, de noche y de día, no cesé de amonestar a cada uno con lágrimas“. (Hechos 20:31). Haríamos bien si las lágrimas bondadosas y compasivas también marcaran nuestro ministerio de condena.
Jesús mismo amonesta a los efesios cuando escribe: "Pero tengo esto contra ti: que has dejado tu primer amor". (Apocalipsis 2:4). Aquí y en cualquier otra parte, él habla seriamente a las iglesias y no escatima las palabras honestas y difíciles por miedo a herir susceptibilidades en sus oyentes. De hecho, ¡qué regalo que fuera tan comunicativo!
Como mencioné previamente, en todas menos en dos de las siete cartas a las iglesias, Cristo tiene cierta forma de traer condena. Sin embargo, observe que no los condena a todos: eso en sí mismo es instructivo. ¿Esas otras dos iglesias (Esmirna y Filadelfia) no tenían pecado? Claro que no. Estaban formadas por pecadores. Sin embargo, por sus propias razones, Jesús no sintió la necesidad de traer condena allí en ese momento. Del mismo modo, hay momentos en que aquellos que aconsejamos no necesitan nuestra condena.
¿Cuándo priorizo la condena? Cuando otros no son conscientes de su pecado o están poniendo excusas para ello. En situaciones como ésta, acentúo la bondad y la misericordia sin igual de Dios en su buena voluntad de perdonar (1 Juan 1:9), y también les recuerdo que el perdón de Dios requiere una confesión honesta y seria. Como a menudo les digo a mis aconsejados, un tema en las Escrituras es que el que se arrepiente primero gana.
Desafío
El cuarto componente de este marco es el desafío. Por desafío quiero decir que ayudo a otros a encontrar un plan para que puedan comenzar a pensar, a sentir, y a actuar en armonía con su diseño según las Escrituras.
Jesús no deja que las siete iglesias busquen a tientas el camino a seguir. En cambio, él les suplica claramente - como cuando él dice eso en Sardis, “Ponte en vela y afirma las cosas que quedan, que estaban a punto de morir, porque no he hallado completas tus obras delante de mi Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; guárdalo y arrepiéntete". (Apocalipsis 3:2- 3). Las palabras de acción impregnan esta pequeña sección: despierta, fortalece, recuerda, guarda, arrepiéntete — ¡un plan de batalla bíblico si hubiera uno!
Un desafío ayuda a otros a alejarse con un plan de acción; les da cierta seguridad de que esta semana puede ser sustancialmente diferente a la anterior. Casi todos mis consejos tienen algún desafío al final - un plan que ideamos de acuerdo con la Palabra sobre cómo vamos a movernos hacia adelante antes que girar sobre el mismo círculo o retroceder. He necesitado aprender a lo largo de los años a tener expectativas realistas para estos planes: a menudo, el crecimiento ocurre gradualmente, un pequeño paso a la vez. Pero sin desafíos, es mucho menos probable que el crecimiento ocurra.
Cuatro puertas al corazón
Cada uno de nosotros tendrá mayor facilidad con algunos de estos elementos que con otros. Podemos encontrar que fácilmente vemos hacia dónde se están descarriando los demás y lo que necesitan hacer; por lo tanto, la convicción y el desafío vienen naturalmente. Otros pueden ser animadores naturales con gran compasión; por lo tanto, el elogio y la comodidad vienen fácilmente. No deseamos luchar nuestras fuerzas naturales; todo lo contrario, deseamos reconocer la necesidad de estos cuatro elementos en nuestras numerosas relaciones.
Es fácil quedarse estancado cuando estamos tratando de dar un buen consejo bíblico, y a veces eso no es culpa de quien aconseja. Sin embargo, antes de que nos vayamos reafirmando que la dureza de corazón de los demás es el culpable, podemos tratar de replantear nuestro consejo usando uno o más de los elementos anteriores. Podemos encontrar que se abre una puerta que nos permite decir la verdad a un corazón que parecía casi cerrado un momento atrás.
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