¿Entonces, Por Qué Fue Dada La Ley?

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English: Why Then the Law?

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Por John Piper sobre La Ley
Una parte de la serie Galatians: Broken by His Cross Healed by His Spirit

Traducción por Maria del Carmen Zanassi


Gálatas 3:19-22

“¿Entonces, por qué fue dada la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniera la descendencia a la cual había sido hecha la promesa, la ley fue promulgada por ángeles a través de un mediador. Un mediador implica que hay más de uno, pero Dios es solo uno.

¿Es entonces la ley contraria a las promesas de Dios? ¡De ningún modo! Porque si se hubiera dado una ley capaz de vivificar, entonces la justicia ciertamente hubiera dependido de la ley. Pero la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa, que es por fe en Jesucristo, fuera dada a todos los que creen”

Contenido

La Importancia de La Vida y La Muerte de Quién y Porqué

La mentalidad de San Pablo es más parecida a la de Rudyard Kiplings en “El Hijo del Elefante” que a la de Tennyson en “La Carga de la Brigada Ligera”. Tennyson dijo de sus “nobles seiscientos”:

No estaban allí para replicar,
No estaban allí para razonar
No estaban sino solo para actuar y morir.

Muchos de nosotros nos sentimos tentados a vivir así. Entendemos tan poco y conocemos una parte tan pequeña del propósito de Dios sobre las cosas, que queremos dejar de pensar y decir. “No estamos aquí para razonar, sino para actuar y morir”. Pero el apóstol Pablo no pensaba así. Si leí Gálatas y Romanos correctamente, Pablo habría estado más de acuerdo con lo que escribió Kipling:

Seis honrados servidores
Me enseñaron cuanto sé;
Sus nombres son Cómo, Cuándo, Dónde,
Qué, Quién y Porqué.

En un universo creado por un Dios personal, que hace todas las cosas según su propósito, los dos “servidores” más importantes son QUIÉN y PORQUÉ. No hay dudas sobre quién le dio la ley a Israel. La cuestión es por qué. “¿Entonces, por qué fue dada la ley?” (Gálatas 3:19).

No a todos les importa. Pueden imaginarse a alguien diciendo: “Cuál es la diferencia de saber porqué. Está ahí. Aprovechémoslo. No estamos aquí para razonar. Estamos aquí para actuar y morir”. En Israel, muchos actuaron, y murieron precisamente porque no sabían porqué se dio la ley. No pueden sacar ningún provecho a menos que sepan para qué existe. Si no saben para qué sirve la luz roja del semáforo, pueden estrellarse en el cruce. Si no saben para qué Mr. Yuk está en los envases de las medicinas, pueden envenenarse. En muchas instancias de la vida tienen que razonar para no actuar y morir. Y eso incluye la ley de Dios. Si no entendemos por qué se dio la ley, podemos matarnos a nosotros mismos. En Romanos 9:32, Pablo dice que la razón por la cual Israel encontró la destrucción no fue porque no siguieron la ley, sino porque lo hicieron de la manera equivocada, a partir de las obras y no de la fe, por el esfuerzo de la carne y no por el poder del Espíritu. En otras palabras, el esfuerzo moral puede ser un pecado mortal.

Este mes, cuando escribí en The Standard que el legalismo es una amenaza mayor para la iglesia que el alcoholismo, no fue para crear un fuerte impacto. Directamente fue para mostrar una verdad teológica. Los alcohólicos viven una esclavitud trágica y debemos hacer todo lo que podamos para ayudarlos. Pero el legalismo es más sutil y más penetrante, y eventualmente más destructivo. Satanás se disfraza de ángel de la luz y hace de los mismos mandamientos de Dios su base de operaciones. El corazón humano tiene un orgullo tan empedernido y tan poco sumiso que, con frecuencia, usa la religión y la moralidad para rebelarse. Como dice Romanos 10:3: “Procurando establecer su propia justicia, no se sometieron a la justicia de Dios” La búsqueda de justicia puede conducir a la perdición. Por eso Gálatas nos advierte: Conozcan por qué se dio la ley y no se dejen hechizar buscándola de tal modo que los lleve a la muerte, sino de una manera que los conduzca a la vida.

Porqué se dio La Ley

Gálatas 3:19-22 nos da dos respuestas de porqué se dio la ley a Israel y se convirtió en parte de nuestras Santas Escrituras. Ambas respuestas se formulan dos veces, una en el versículo 19 y la otra en el versículo 22. La primera respuesta, que aparece en el versículo 19, es que “la ley se añadió a causa de las transgresiones”. Les voy a explicar lo que significa: es prácticamente lo mismo que se expresa en la primera parte del versículo 22: “La Escritura (o la ley) encerró todo bajo pecado”. La última mitad del versículo 22 es la segunda respuesta a la pregunta ¿“Por qué fue dada la ley?: “para que la promesa, que es por fe en Jesucristo, fuera dada a todos los que creen”. Esto es lo mismo que dice una parte del versículo 19: “hasta que viniera la descendencia a la cual había sido hecha la promesa”. En resumen, los dos objetivos de la ley según este texto son: Primero, confinar a todos bajo el pecado y aumentar las transgresiones; segundo: verificar que la herencia llegara a través de la simiente prometida, Jesucristo, y no de otra manera. Voy a dejar este segundo objetivo para la semana próxima cuando terminemos el capítulo 3 y hablar sobre la ley como custodia. Hoy, quiero que reflexionemos principalmente sobre el primer objetivo: la ley fue añadida a causa de las transgresiones y para confinar a todos en el pecado.

Primero un breve comentario acerca de la última parte del versículo 19, y del versículo 20. Dice: “La ley fue promulgada por ángeles a través de un mediador. Un mediador implica que hay más de uno, pero Dios es solo uno”. No voy a tratarlo porque no sé lo que significa. No puedo entender cómo se relacionan las dos mitades del versículo 20. Me gustaría que alguien me diera su opinión.

Para Revelar el Pecado como Pecado

Esto nos deja una tarea principal: entender el primer objetivo de la ley y aplicarlo a nosotros mismos. Empezaremos con el versículo 19 cuando dice: “La ley fue añadida a causa de las transgresiones” ¿significa que la ley se promulgó para ocasionar transgresiones o que las transgresiones ya existían y la ley se originó para castigarlas? Casi seguro que es lo primero: la ley se adicionó para ocasionar transgresiones. Romanos 5:20 es similar a este versículo. Allí, Pablo aclara muy bien su significado: “La ley se introdujo para que abundara la transgresión”.

Esto es cierto en dos sentidos. El primero queda claro en Romanos 4:15: “Porque la ley produce ira, pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión”. Creo que significa que uno puede desconfiar de su doctor en lo más profundo de su corazón, pero esa desconfianza no se manifiesta hasta que el doctor prescribe un medicamento y uno lo echa al cesto de basura. La prescripción transforma una rebelión imperceptible en una transgresión manifiesta. Cuando en Gálatas 3:19, Pablo dice que la ley fue añadida a causa de las transgresiones y en Romanos 5:20, dice que se introdujo para que abundara la transgresión, significa, primero de todo, que funciona como la prescripción de un doctor para mostrar quién confía y quién no lo hace. Al recetar la obediencia de la fe, la ley transforma el pecado oculto de la desconfianza y la rebelión en una transgresión manifiesta de desobediencia.

Para Generar más Pecado

Hay un segundo sentido respecto a que la ley se introdujo para aumentar el pecado. La ley no se manifiesta para el pecado existente, sino que da lugar a más pecado. Romanos 5:20 dice: “La ley se introdujo para que abundara la transgresión”; y sigue diciendo: “Pero donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia”. El pecado no solo se evidencia en las transgresiones manifiestas, sino que las acrecienta. La rebelión, la insubordinación y la desconfianza del corazón humano se intensifican y se expanden cuando se cumple la ley. Esto está claro en varios versículos de Romanos 7. Por ejemplo, el versículo 5: “Mientras vivíamos según la naturaleza carnal, las malas pasiones, despertadas por la ley, obraban en nuestros miembros para producir frutos de muerte”. Las inclinaciones pecaminosas de nuestro corazón no solo quedan expuestas por la ley, sino que se despiertan a causa de la ley. He aquí el porqué. Dejando de lado el Espíritu Santo, nuestros corazones son absolutamente egocéntricos y cuando la autoridad de la ley los cuestiona y los critica, “buscan frenéticamente defenderse a sí mismos” (Cranfield). La ley aumenta el pecado al generar en la gente la confianza en sí mismo y al afianzar la satisfacción propia.

Otro ejemplo de Romanos 7 es el versículo 8: “El pecado, aprovechando la oportunidad que le daba el mandamiento, produjo en mí toda clase de codicia”. La codicia es el deseo que tenemos cuando no confiamos en la misericordia de Dios para satisfacer nuestras necesidades. ¿Cómo produjo la ley codicia en Pablo? Tal vez de esta manera: la ley le ofreció a Pablo las bendiciones que él quería, pero en vez de mostrarse humilde, confiando en la misericordia de Dios para conseguirlas, Pablo llevó a cabo un programa riguroso de observancia a la ley, que dependía de su esfuerzo moral, y buscó las bendiciones de la ley sin confiar en la misericordia de Dios. Esa es la esencia de la codicia: el deseo que tenemos por las cosas cuando no confiamos en la misericordia de Dios. Por lo tanto le ley aumenta el pecado, aún en aquellos que se propusieron obedecerla si lo hacen por esfuerzo propio y no por el poder que les da Dios.

Una última ilustración de Romanos 7:13: “¿Entonces, lo que es bueno (la ley) vino a ser causa de muerte para mí? ¡De ningún modo! Al contrario, fue el pecado que, para causarme la muerte, se valió de algo bueno (la ley), a fin de mostrarse como pecado, para que por medio del mandamiento, llegue a ser en extremo pecaminoso” Este versículo menciona los dos sentidos en los cuales la ley aumenta los pecados. El primero es “el pecado, a fin de mostrarse como pecado”. El segundo es que “llegue a ser en extremo pecaminoso”. La ley revela el pecado y lo intensifica. Pablo insiste en que la ley en sí misma no es pecaminosa o perversa.

Por el contrario, el hecho de que el corazón humano pueda considerar algo tan bueno y puro como la ley de Dios, para convertirla en un instrumento de orgullo, pasión egoísta, codicia y muerte demuestra lo terriblemente corrupto que es el corazón humano.

Esto nos facilita la comprensión de lo que dice Gálatas 3:19: “¿Entonces por qué fue dada la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones”. Se adicionó para convertir las transgresiones imperceptibles en transgresiones manifiestas de la ley y para provocar la insubordinación y la rebelión del corazón humano y manifestarlo pecaminoso en extremo. Ahora analicemos los versículos 21 y 22: “¿Es entonces la ley contraria a las promesas de Dios? ¡De ningún modo! Porque si se hubiera dado una ley capaz de vivificar, entonces la justicia hubiera dependido de la ley. Pero la justicia encerró todo bajo pecado para que la promesa, que es por fe en Jesucristo, fuera dada a todos los que creen”. El versículo 21 se refiere a lo mismo que Gálatas 3:15-18, en el mensaje de la semana pasada, la ley que se introdujo 430 años después de la promesa hecha a Abraham y a su simiente, no anula ni altera el pacto de Dios con Israel. Como dice el versículo 21 “no es contrario a las promesas”. La promesa fue hecha finalmente a la simiente de Abraham, Jesucristo (3:16). Pero como da a entender el versículo 21, la ley no era capaz de vivificar. En cambio, como dice el versículo 22, encerró a todos bajo el pecado. La palabra “Escritura” (v.22) se refiere a la “ley” escrita. El texto dice: el objetivo de la ley no era vivificar a la gente (y por lo tanto obviar el trabajo de Cristo), sino confinarlos bajo pecado hasta que viniera Cristo.

La Impotencia de la Ley y Nuestra Prisión

Hay dos preguntas importantes para formular, y tienen la misma respuesta. Voy a hacer las dos preguntas juntas: ¿Por qué la ley no pudo impartir vida a la gente? Y ¿por qué los encerró a todos bajo pecado? La respuesta está en Romanos 8:3-4: “Lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne, Dios lo hizo” (cf. Gálatas 3:21), “enviando a su propio Hijo, en una carne semejante a la del pecado y como ofrenda por el pecado, Así Él condenó el pecado en la carne, para que el requisito de la ley se cumpliera en nosotros, que no vivimos conforme a la carne, sino al Espíritu”. Como Gálatas 3:21, Romanos 8:3 dice que había algo que la ley no podía hacer. No pudo alejar el pecado de la vida de la gente, ni pudo conferir el poder del Espíritu y por lo tanto, no pudo vivificar. La razón por la que la ley no pudo impartir vida (Gálatas 3:21) no se debía a que era deficiente, sino a las faltas de la gente. Romanos 8:3 dice que la ley era débil por causa de la carne. La causa por la que la ley incrementaba el pecado, en vez de vivificar, era que los destinatarios de la ley estaban dominados por la carne y desprovistos del Espíritu Santo. Romanos 8:7 describe la mentalidad con la que la ley se enfrentó cuando se originó: “La mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo. Por eso los que viven de acuerdo a la carne no pueden agradar a Dios”

La respuesta a nuestras dos preguntas cruciales es la misma ¿Por qué la ley no pudo vivificar a la gente? Porque estaban dominados por la carne, sin el Espíritu renovador de Dios. ¿Por qué la ley confinó a la gente bajo pecado? O para decirlo de otra forma: la ley confinó a la gente en el pecado y no los vivificó, porque no estaba acompañada por el poder del Espíritu Santo para hacer que la gente obedezca. Dondequiera que se proclama el mandato de Dios (en la ley o en el evangelio), pero se rehúsa el trabajo soberano y reformador del Espíritu Santo, el egoísmo natural del corazón humano se va a rebelar, ya sea rechazando la ley y viviendo en la inmoralidad o abrazando la ley y viviendo en la moralidad legalista. En cualquier de los casos (ya sea una persona moralmente o inmoralmente independiente) la carne, o el ego independiente, es la responsable y el resultado es convertirse en esclavo del pecado y, finalmente, merecer la muerte eterna.

Israel, la Ley y la Promesa Gloriosa de Dios

En Gálatas 3:19-22, la posición de Pablo es que el Señor proveyó la ley sin otorgarles el Espíritu Santo a la mayoría de los israelitas, para que la profunda rebelión de los hombres se manifestara y que las transgresiones se convirtieran en extremadamente pecaminosas (ya que esto hacía de la ley santa un medio moral de auto exaltación).

En Deuteronomio 29:4, después de sonferirle la ley a Israel, Moisés mismo había dicho: “Hasta hoy el Señor no os ha dado la mentalidad para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír”. Él sabía que la ley no impartiría vida sino que solo condenaría. En Deuteronomio 31:26-27, dijo: “Tomad este libro de la ley y colocadlo junto al arca del pacto del Señor, vuestro Dios, para que permanezca allí como testigo contra vosotros, porque conozco vuestra rebelión y vuestra obstinación”. La ley aumenta las transgresiones y confina a la gente bajo pecado, no porque exige que la gente sea imperfecta para merecer la gracia de Dios, sino porque demanda que la gente orgullosa e independiente se vuelva humilde y dependa de la misericordia transformadora de Dios. La ley es el aroma de la muerte cuando los que la huelen son rebeldes y obstinados (cf. Hebreos 4:2).

Pero la historia va a tener un final feliz. Moisés vislumbra que el día de vida está por llegar. En Deuteronomio 30:6 dice: “El Señor vuestro Dios circuncidará tu corazón. . . para que ames al Señor tu Dios con todo tu corazón y toda tu alma”. Jeremías lo menciona en la profecía, en 31:33: “Después de aquellos días, dice el Señor, pondré mi ley dentro de ellos y sobre sus corazones la escribiré” Y Ezequiel también lo menciona en 36:26: “Os daré un corazón nuevo (dice el Señor) y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne, para que caminéis bajo mis estatutos y cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas”. En Romanos 8:4, Pablo anuncia que el día ha llegado con Cristo. Se expiaron los pecados y se derramó el Espíritu y “el justo requisito de la ley lo cumplen aquellos que caminan conforme al Espíritu y no a la carne” (Ver Gálatas 3:5 para entender cómo vivir conforme al Espíritu)

Tres Enseñanzas

¿Qué enseñanzas nos deja este texto? Voy a mencionar tres para terminar. Primera: Dios dedicó más de mil años de historia (de Moisés a Cristo), para que nos podamos ver reflejados en las faltas de Israel. Su objetivo es revelar la excesiva maldad de los pecados y la profundidad y sutileza de nuestro orgullo e insubordinación. Por lo tanto, debemos mirarnos en el espejo de la ley de Dios y sentirnos horrorizados. Tenemos que admitir que hay raíces de independencia, orgullo y desconfianza que tenemos que desenterrar.

Segunda: Tenemos que valorar a Cristo y venerar la gracia que abrió nuestros corazones para recibirlo. La enseñanza de la ley es que dependemos absolutamente de la gracia, para quitar la piedra de nuestro corazón y recibir un corazón suave lleno de fe y amor. Arrepentimiento, humildad, sumisión, gratitud - que sus corazones se llenen de estos al recordar: “Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Romanos 5:20).

Finalmente, si Dios pensó que no era sensato ni útil que el sedimento del orgullo, de la rebelión y de la desconfianza reposen tranquilamente en el fondo de nuestro corazón, sino que, en cambio, lo removió y y lo hizo evidente al demandar la obediencia que se origina en la fe, entonces, eso es lo que mi prédica debe intentar hacer. Más que nunca, veo la necesidad de que haya más pastores para predicar, más maestros que enseñen en la Escuela del Domingo y más miembros que se reprendan entre ellos mismos, de tal manera que se remueva el sedimento del pecado de las vidas de los tan llamados “cristianos carnales”, para poder cambiar. ¿Puede ser que una de las razones, por la cual vemos gotas en vez de lluvia de bendiciones en Bethlehem, sea porque, semana tras semana, varias decenas de personas vienen a los servicios con una capa de suciedad pecaminosa en el fondo de sus vidas sin ninguna intención de hacer nada? Si es así, oremos para que Dios use la Palabra para removerla, para que se den cuenta de lo que es y para que haya arrepentimiento, perdón, purgación y renovación.



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