¿Es la ira más dañina que la lujuria?
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Santificación y Crecimiento
Una parte de la serie Ask Pastor John
Traducción por Cristina Abánades López
El siguiente texto es una transcripción de un audio.
¿Es la ira más dañina que la lujuria?
Creo que la ira es más dañina, porque con el tiempo, por ejemplo, en un matrimonio la lujuria puede alzar la cabeza como un dragón en el hombro – como C.S. Lewis imaginó – y hacer daño de manera súbita e inmediata. Pero la ira puede ir creciendo día tras día, semana tras semana, año tras año, y aparecer de muchas formas indirectas, como un comportamiento humillante, dejadez, o falta de atención, que creo que puede debilitar una relación de manera más sutil y con daños más duraderos que los que puede causar el dragón de la lujuria.
La mayoría de hombres y mujeres entienden las luchas que se disputan en la mente y el corazón del hombre respecto a la lujuria; pero no creo que la mayoría de las parejas entienda cómo funciona la ira y cómo la incesante decepción en el matrimonio, en una amistad o en el trabajo crea una especie de ira ligera que mata todas las emociones positivas que hacen que valga la pena vivir una relación.
Así que si no podemos llegar a controlarla o ha sentir alivio y encontrar una solución, probablemente esta ira minará las relaciones, especialmente los matrimonios, de forma más profunda y duradera de lo que lo haría la lujuria.
¿Cómo podemos arrancar de raíz nuestra ira?
Creo que la clave es, probable e irónicamente, descubrir lo inmoral de nuestro pecado, admitirlo, dejar que nos destroce, y entonces saborear como nunca antes la dulzura de la cruz, la sangre, y el perdón de Cristo.
Porque una vez has probado la dulzura del perdón, conociendo la magnitud de tu propio pecado, suceden dos cosas:
- Se abre un futuro ante ti, porque Cristo perdona todos tus pecados y se lleva la condena que deberías tener.
- Te das cuenta que quienquiera que te está enfureciendo no te ha hecho nada que se acerque a la magnitud de lo que tú le has hecho a Dios. Sin embargo, Dios te ha tratado con misericordia, te ha roto el corazón, y ahora en tu desolado optimismo sobre el futuro no puedes enfadarte con tanta facilidad. No se puede guardar rencor a una persona por cómo te ha tratado si realmente te has dado cuenta de lo grandes que son tus faltas hacia Dios, de cuán grande es el perdón y de cuán alto fue el precio en la cruz.
Así que creo que la solución yace justo en la fe cristiana: concretamente, en Jesucristo, crucificado y resucitado, perdonando todos nuestros pecados. Pero esto nunca te parecerá la dulzura que alivia la ira hasta que sepas cuán grandes son tus pecados.
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