¿No te sientes calificado para tu llamado?
De Libros y Sermones BÃblicos
Moisés vivió durante los primeros cuarenta años de su vida en un lugar de fortaleza. Como miembro de la casa del Faraón gozaba de prestigio social, riqueza (Hebreos 11:26) y de una fuerza propia de la juventud. Cuando tomó conciencia de la opresión que sufría su pueblo y esto comenzó a preocuparle, usó esta fuerza para exigir justicia ciudadana al egipcio opresor. Pero ese no era el plan de Dios para la liberación. Tuvo que huir para salvar su vida y terminó, durante los segundos cuarenta años de su vida, cuidando ganado en los tranquilos campos de Madián.
Así fue que pasó su juventud en un palacio con poder y su madurez en tranquilo anonimato en los pastizales. Hasta que un día se encontró con una zarza ardiente, que resultó ser el sorprendente llamado de Dios para los terceros cuarenta años de su vida:
"Y ahora, he aquí, el clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí, y además he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. Ahora pues, ven y te enviaré al Faraón para que saques a mi pueblo, los hijos de Israel, de Egipto" (Éxodo 3:9-10).
Este llamado dejó a Moisés tremendamente asustado. Tanto así, que discutió su caso cara a cara con Dios.
Objeción 1: Dios, yo no soy nadie.
“¿Quién soy yo para presentarme ante el Faraón y sacar a los hijos de Israel de Egipto?” (Éxodo 3:11). No queda nada de la fama o la credibilidad social que puede haber tenido alguna vez. De hecho, soy un pastor y “para los egipcios todo pastor de ovejas es una abominación” (Génesis 46:34).
Objeción denegada: “Yo estaré contigo” (Éxodo 3:12). Este llamado no se basa en tu credibilidad sino en la Mía. No quiero que Egipto o Israel queden impresionados por ti. Quiero que queden impresionados por Mí.
Objeción 2: Dios, no me van a creer.
“¿Y si no me creen, ni escuchan mi voz? Porque quizá digan: 'No se te ha aparecido el Señor'” (Éxodo 4:1). ¡Pensarán que estoy loco! Yo mismo creo en ti porque tú te estás revelando ante mí. Pero estamos aquí, en una montaña donde nadie nos ve. Sigo siendo un don nadie y ninguna persona va a escuchar las palabras de un don nadie, ¡sobre todo si asegura que está hablando en nombre de Dios!
Objeción denegada: Yo estaré contigo. El mismo poder que te demuestro en secreto se lo demostraré a ellos, “por esto creerán que se te ha aparecido el Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob” (Éxodo 4:5). Mi objetivo es que queden impresionados por Mí, no por ti. Confía en mí, ¡me manifestaré!
Objeción 3: Dios, no estoy dotado para esto.
"Señor, nunca he sido hombre elocuente, ni ayer ni en tiempos pasados, ni aun después de que has hablado a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua” (Éxodo 4:10). Conozco las expectativas retóricas de la corte del Faraón. A lo que me refiero es que, ¡ni siquiera calificaría para Madian's Got Talent! Dios, ¿acaso no has leído los libros sobre fortaleza? ¡No puedo hacerlo!
Objeción denegada: Moisés, “¿Quién ha hecho la boca del hombre? ¿O quién hace al hombre mudo o sordo, con vista o ciego? ¿No soy yo, el Señor? Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que has de hablar” (Éxodo 4:11-12). Todavía sigues sin entender. Quiero que Egipto e Israel queden impresionados por Mí, no por ti. No tengas miedo. Yo estaré contigo y con tu deslucida dicción.
Objeción 4: Dios, no me obligues a hacerlo.
“Por favor, Señor, ¿por qué no mandas a otro?” (Éxodo 4:13). Dios, en serio, ¡tiene que existir un mejor candidato para este trabajo! Puede ser que en Egipto todavía me busquen por homicidio so pena capital. Si no es así, sólo soy un don nadie. Peor aún, ¡soy un pastor! Y, si ser una desconocida y homicida abominación no fuera lo bastante lamentable, ¡se me traba la lengua cuando hablo en público! No quiero este llamado.
Objeción denegada: ¡Basta! Tengo mis razones al elegirte para esta llamada. Desconoces todas esas razones, por lo tanto ¡deja de apoyarte en tu propio entendimiento y confía en Mí! (Proverbios 3:5-6). Pero ya que tienes tan poca fe en esto, enviaré contigo a tu hermano Aarón quien se expresa con elocuencia y "yo estaré con tu boca y con su boca y os enseñaré lo que habéis de hacer" (Éxodo 4:15). Ahora, ¡pónte en marcha!
¿Sientes que no estás calificado para lo que Dios te está llamando a hacer? Bienvenido al club. La obra del Reino es sobrenatural, no importa cuál sea tu llamado. Si no es necesario tener una fe verdadera o una dependencia desesperada de Dios para que esté contigo con el fin de tener éxito, entonces, o no es el llamado de Dios o todavía no logras entenderlo.
¿Has estado discutiendo con Dios sobre tus capacidades con respecto al llamado? Si es así, recuerda a Moisés. Y recuerda que si Dios recurre a ti con su llamado, no se trata de ti. Se trata de Él. Y la pregunta es, ¿estás dispuesto, en nombre de Dios, a usar tu debilidad para mostrar lo sorprendente que es Él?
No utilices tu debilidad como una excusa para no creer. Avanza en la fe. Dios estará contigo, te guiará y te dará la ayuda que necesitas. El modus operandi de Dios es escoger…
"lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios… lo débil del mundo, para avergonzar a lo que es fuerte… y lo vil y despreciado del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para anular lo que es; para que nadie se jacte delante de Dios" (1 Corintios 1:26-29).
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