¿Por qué enfatiza tanto la lectura de la Biblia y la oración?

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English: Why do you emphasize Bible reading and prayer so much?

© Desiring God

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Por John Piper sobre Vida Devocional
Una parte de la serie Ask Pastor John

Traducción por Livia Giselle Seidel


El siguiente texto es una transcripción editada del audio original y traducida al español.

¿Por qué enfatiza tanto la lectura de la Biblia y la oración?

No creo que haya nada más básico para conocer la supremacía de Cristo; para amarlo y obedecerlo —y para ser la iglesia unos con otros, y por el bien del mundo— que escuchar a Dios hablándonos en su palabra, y nosotros responderle con las alabanzas y los anhelos de nuestro corazón.

La razón detrás de esto es que está muy claro que hoy en día, Dios se revela a nosotros a través de su palabra. El Cristo vivo no está aquí en su forma corporal. Él ha ascendido y ha tomado su lugar a la diestra de Dios. Tampoco están sus profetas inspirados, ni sus apóstoles aquí entre nosotros. Dios ha ordenado que Él puede ser conocido principalmente por la Palabra, que fue registrada por esos profetas y apóstoles, —especialmente aquellos que conocieron al Señor en su forma física— y que fue preservada en un Libro.

Ahora bien, a través del Espíritu Santo que habita en nosotros, somos capaces de leer ese libro con iluminación y dejar que nuestros corazones respondan y le rueguen a Dios lo que vemos en su Palabra. Se convierte en algo como un ritmo.

Es absolutamente crucial para mí que mi oración esté saturada con la Palabra, y que mi lectura de la Biblia esté saturada de oración, porque es así como tenemos comunión con Dios. Y esta comunión de escuchar y hablar es lo que conduce a nuestra transformación, la cual está en el corazón de lo que significa ser cristiano.

Como pastor, ¿cómo enfrenta el hecho de que la mayoría de las personas difícilmente pasan algún tiempo en la Palabra y en oración cada día?

Tengo que batallar con el desánimo, el enojo, y los deseos de simplemente irme y encontrar a un pequeño grupo de personas que estén completamente comprometidas con el Señor. Pero el Señor me da la capacidad —al menos así lo ha hecho a lo largo de los años que he estado en [la iglesia] Bethlehem— de ver que Jesús tuvo que enfrentar los mismos problemas. Él tenía a 12 hombres, los cuales, todos lo abandonaron al final. No toda mi gente me han abandonado. Uno de los amigos más cercanos de Jesús lo negó tres veces. Yo nunca he sido negado así, en ninguna crisis. Judas lo traicionó completamente y lo entregó a la muerte. Yo nunca he sido entregado a la muerte.

Mis pequeñas batallas con los pecados de mi gente, que son un eco de mi propia pecaminosidad, no son ni lejanamente tan dolorosas como aquellas por las que pasó Jesús. Por lo tanto, me parece que es una reprensión para mí el hecho de que tenga que batallar tanto como lo hago para ser compasivo, paciente y amable.

La Biblia está llena de exhortaciones para nosotros los pastores a que amemos a las ovejas, y reconozcamos que necesitan ser llevadas a verdes pastos y a aguas de reposo, y que se van a perder, y que se van a romper las piernas, y que se van a ensuciar la lana; es nuestro trabajo no ser engreídos y no enojarnos con nuestra gente. Por el contrario, debemos acercarnos a ellos si están caídos y hacer todo lo posible para seguir levantándolos a lo largo del recorrido.

Siempre vamos a tener que tratar con una iglesia contaminada, imperfecta e inmadura. No creo que eso alguna vez vaya a cambiar. Hasta el día en que la gente muera o Jesús venga, la iglesia siempre va a ser un lugar de reunión para pecadores, y algunos van a estar volando muy alto y otros van a estar tropezando, gateando o apartándose. Los pastores que creen que tienen que tener una iglesia perfecta simplemente no van a sobrevivir.

En otras palabras, yo me predico el evangelio a mí mismo: que he sido amado con una paciencia tan extraordinaria, que el hecho de que yo me de la vuelta y sea paciente con mi gente, y los levante de donde sea que estén y los traiga conmigo, no es un sacrificio tan grande.

¡Es tan importante que atesoremos a Dios en su Palabra y en oración! ¿Podría orar para que Dios haga que esto suceda para nosotros?

Me encantaría.

Oh Padre celestial, oro por aquellos quienes están escuchando [o leyendo] ahora mismo, y por mí y Bob aquí, que amemos tu Palabra. Necesitamos que nuestros corazones estén en sintonía con aquello que es verdaderamente precioso, y la Escritura dice que tu Palabra es como “oro, mucho oro fino… y [más dulce que la] miel y que el destilar del panal”. (Salmo 19:10, LBLA)

Oro que afines nuestros corazones para que podamos probar lo que es realmente dulce y podamos atesorar lo que es realmente valioso. Y con ese nuevo saborear y atesorar, ¿podrías inclinarnos y disciplinarnos a tomar la Biblia y a leerla, a meditar en ella, y a memorizarla? Inclínanos a beber en su agua viva y a comer su pan celestial, de tal forma que seamos fortalecidos en el hombre interior al conocer a Dios a un nivel que aún no hemos conocido.

Entonces Señor, trabaja en nuestros corazones para inclinarnos a tu Palabra; y ábrela a nosotros y concédenos abrazarla. Que podamos extender los beneficios, la belleza y la preciosidad de esta Palabra a aquellos alrededor de nosotros que tienen muy poco contacto con las Escrituras, con la iglesia y con el Cristo que tanto amamos. Haznos una bendición para el mundo, te pido, por medio de nuestro encuentro contigo en tu Palabra.

En el nombre de Jesús, Amén.


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