¿Qué tan Antiguo es el Bautismo Infantil?

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English: How Old Is Infant Baptism?

© Desiring God

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Por John Piper sobre Bautizo
Una parte de la serie Taste & See

Traducción por Javier Matus


La primera mención explícita del “bautismo” infantil en la historia de la iglesia es del padre de la iglesia africano, Tertuliano, quien vivió alrededor del año 160 d.C. hasta cerca del 220. Nació en Cartago, estudió en Roma para una carrera legal y fue convertido al cristianismo alrededor del 195. Fue el primer teólogo cristiano que escribió en latín y ejerció una influencia significativa a través de sus obras apologéticas.

La obra, de baptismo (Sobre el bautismo) evidentemente fue escrita entre el 200 y el 206. En ella Tertuliano cuestiona la sabiduría de dar el bautismo a los infantes. Él dice:

Según la condición y la disposición de cada uno, y también su edad, el retraso del bautismo es más provechoso, especialmente en el caso de niños pequeños. ¿Pues por qué es necesario —si [el bautismo en sí] no es necesario— que los padrinos se pongan en peligro? Porque ellos pueden faltar a su promesa por la muerte, o pueden estar equivocados al probarse que un niño tiene una disposición malvada… Aquellos que entienden el peso del bautismo, más bien temerán el recibirlo, que el retrasarlo. ¡Toda una fe está segura de la salvación! (de baptismo, cap. xviii)

Lo que vemos aquí es que el primer testigo explícito del bautismo infantil no asume que es un hecho. En otras palabras, a fines del siglo III no se da por sentado, ya que es 200 años después cuando San Agustín menciona el asunto. Tertuliano habla de la misma manera como si la práctica estuviera en disputa, posiblemente como un desarrollo más reciente.

Cuando vemos el Nuevo Testamento, lo más cercano al bautismo infantil que encontramos es la referencia a tres “familias” siendo bautizadas. En 1 Corintios 1:16, Pablo dice: “También bauticé a la familia de Estéfanas; de los demás, no sé si he bautizado a algún otro”. En Hechos 16:15, Lucas relata acerca de la nueva conversa, Lidia: “Cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: ‘Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad’”. Y en Hechos 16:33, Lucas nos dice que después del terremoto en la cárcel de Filipos, el carcelero “tomó a [Pablo y Silas] en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos [su familia]”.

Es significativo que en lo que respecta a la familia del carcelero de Filipos, Lucas informa en Hechos 16:32, justo antes de mencionar el bautismo de la familia del carcelero, “[Pablo y Silas] le hablaron la Palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa”. Esta parece ser la manera de Lucas de decir que escuchar y creer la Palabra es un requisito previo al bautismo. Toda la familia oyó la Palabra y toda la familia fue bautizada. En cualquier caso, no hay mención de infantes en ninguno de estos tres casos de bautizos de familias, y es un argumento del silencio decir que debe haber habido niños pequeños. Sería como decir aquí en [la iglesia de] Bethlehem que una referencia a la familia de Ross Anderson o de Don Brown o de Dennis Smith o de David Michael o de David Livingston o docenas de otros debe incluir a infantes, que no los tienen.

Sin embargo, de estos textos, Joachim Jeremias, quien escribió uno de los libros más influyentes en defensa del bautismo infantil, concluyó: “Es característico que Lucas pudiera informar el asunto así. Porque al hacerlo expresa el hecho de que ‘la solidaridad de la familia en el bautismo y no la decisión individual del único miembro’ fue la consideración decisiva” (Infant Baptism in the First Four Centuries, 1960, pág. 23, citando a Oscar Cullman, Baptism in the New Testament, 1950, pág. 45). Prefiero decir que toda la desviación del Nuevo Testamento, y muchos dichos particulares, está en la dirección contraria: es precisamente el individuo en su relación con Cristo lo que es decisivo en el Nuevo Testamento, más que la solidaridad en la carne. “No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes” (Romanos 9:8).

El Pastor John



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